Martín Zilic, ex ministro de Educación: “La LGE no representa las demandas de los estudiantes”

El 14 de julio del año 2006 no es un día cualquiera para Martín Zilic


Autor: Mauricio Becerra

El 14 de julio del año 2006 no es un día cualquiera para Martín Zilic. Momento clave desde donde se le mire, el médico cirujano y hasta ese entonces Ministro de Educación le presentaba su renuncia a la Presidenta Michelle Bachelet, luego de la histórica revolución pingüina. Hoy, casi 3 años después de ese acontecimiento, este demócrata cristiano parece alejado de la política contingente, aunque reconoce seguir muy atento a lo que pasa en Chile. Asegura que no quiere ser candidato a Diputado, como algunos le propusieron. También da fe de que Eduardo Frei volverá a ser presidente y que el sistema educacional chileno, del cual fue Secretario de Estado, simplemente “es mala”.

Como el gran damnificado de la revuelta estudiantil de 2006,(con más de 6oo mil alumnos movilizados en marchas, protestas, tomas, etc.) Zilic habla de la nueva Ley General de Educación que ni los profesores, ni apoderados y estudiantes quieren, y que sin embargo, los políticos aprobaron igual. “En el Parlamento se aprueba lo que quieren los parlamentarios y la responsabilidad con sus electores no siempre se da”, anticipa.

¿En su posición de ex ministro de educación, cómo ve la aprobación de la Ley General de Educación?

– El cambio de la LOCE por una nueva ley es positivo. Ahora, el tema es si esta LGE responde o no a las necesidades que tiene Chile hoy para dar el salto al futuro. A mí me parece que hay por lo menos algunas dudas razonables, que siendo mejor de lo que teníamos, no es suficiente para dar ese salto.

¿Cree usted que esta ley refleja las peticiones de los estudiantes en la revolución pingüina, que a la postre terminó por sacarlo a usted del Ministerio de Educación?

– No, no creo. No se han tocado los temas de fondo, desgraciadamente por razones políticas, por una derecha tremendamente ideologizada y apernada a un modelo que hoy se derrumba en el mundo entero.

¿Cómo se entiende que los principales actores involucrados en la educación en Chile, háblese de los profesores, estudiantes y apoderados, rechacen una LGE que nunca compartieron y haciendo caso omiso el Parlamento insista en que es lo mejor para la educación y más encima la aprueba?

– En el Parlamento se aprueba lo que quieren los parlamentarios y la responsabilidad con sus electores no siempre se da. No siempre estos últimos tampoco le van a pedir cuentas a sus parlamentarios. Yo creo que hoy día está claro que el debate general está en aumentar los recursos pero en la calidad de la educación. El tema es que hemos cumplido con la cobertura (…) el problema es cuando tienes que poner insumos, poner una serie de procesos producir calidad, ahí se nos complica el panorama. Lo que tenemos que discutir aquí es, primero, un acuerdo nacional a largo plazo, no se puede estar respondiendo a cada 4 años a una estrategia por la educación, eso no se ve en ninguna parte del mundo. Segundo, hay que mejorar la formación de los profesores y su prestigio social, y eso se hace cuando la sociedad entera le dice a estos profesores ‘mire usted es tan importante que yo por ser bueno le voy a pagar bien’. Tercero, el tema de los directores de escuela que aún están amarrados con la ley Pinochet, y que la derecha ha defendido a muerte.

Esta disparidad entre lo que quiere la sociedad en materia educacional y lo que finalmente aprueban los políticos ¿podría terminar en alguna revolución similar a la que terminó con usted fuera del Ministerio de Educación en el 2006?

– Es que la revolución pingüina no fue una revolución de los jóvenes por la educación. La revolución pingüina fue una revolución de jóvenes por un sistema social que es brutalmente inequitativo en el país, y los jóvenes salieron a la calle no solamente por ellos, sino por sus padres. Ellos fueron la expresión de una sociedad que no tiene mecanismo de expresión de voluntades ciudadanas (…) Y por eso me pareció tremendamente importante dialogar con los jóvenes, cuando yo dialogué con ellos me di cuenta de los sentimientos profundos de ellos. Cómo no entender a los jóvenes cuando me llevaban a los colegios a ver los comedores, comedores donde no había ninguna mesa, o había una pero no habían sillas y tenían que comer de pie, o tirados en el suelo. O cuando ves la educación media técnico profesional, son colegios monstruosamente malos (…) a los primeros años no les enseñan prácticamente nada, y en los últimos dos años no tienen con qué enseñarles. Yo visité uno que tenía mecánica automotriz donde tenían motores de los años 60, entonces es un chiste, es una estafa.

A nivel macro, ¿Cómo define la educación en Chile?

– Mala, seamos claro, nuestra educación es mala. Si tú miras en el foro económico mundial, dónde nos sitúa en la educación básica, en el lugar número 110 del planeta. ¿Dónde nos sitúan en el manejo de la macro economía?, en el lugar 14, por eso que nuestro Ministro de Hacienda está feliz y contento, y yo estoy muy contento por él, pero cuando miro la educación en el lugar 110 y cuando miramos la calidad de la educación en matemáticas estamos después del 100 (…) así es cómo nos ven desde afuera.  Si tú miras a los jóvenes que estudiaron en los colegios municipales y ves la última PSU en matemáticas, respondieron cuánto, el 7% de las preguntas de matemáticas, ¡el 7%!, o sea que si la tiran al achunte responden más, si no la piensan, responden más.

¿Tiene importancia el lucro en la educación?

– En el tema del lucro, sean los particulares quienes manejen el tema, o sea el estado quien maneje el tema, importa poco, pero otra cosa es que convirtamos la educación en un supermercado o en un boliche de barrio donde lo que queremos es ganar plata, y en eso, yo no estoy de acuerdo.

Por Julio Sánchez Agurto
LaDiagonal


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano