Por Guennadi Ziugánov, presidente del CC del PCFR, líder de las fuerzas patrióticas nacionales de Rusia
¡Queridos hermanos y hermanas! Cada uno de nosotros ya está oyendo el golpear de la desgracia a nuestras puertas. Ucrania y Rusia están enfrentando ya una terrible amenaza. Occidente sueña con llevar a cabo algo inimaginable…
No es solamente una vez que atentaron ellos contra nuestra amistad. En algunos momentos el enemigo se presentaba con el ropaje de los astutos legados papales, que intentaron atraer los principados del Sur de Rusia a la órbita del catolicismo. Luego, apareció la nobleza polaca que recurrió a la violencia y trató de extirpar la memoria secular sobre nuestra unidad. Mediante las conquistas lo intentaron también turcos, suecos, franceses y alemanes. Hablaron diferentes idiomas, se distinguían sus uniformes y banderas, pero siglo tras siglo obraron sus causa negra, soñando con desunir y esclavizar a nuestros pueblos.
Los planes extremadamente cínicos alimentaban los ideólogos del fascismo. El 2 de abril de 1941, el destacado nazi Rosenberg, le entregó a Hitler la “Memoria № 1” sobre la futura política de Alemania en las tierras de la URSS. La “tarea política” para Ucrania la llamó como “el estímulo para las ambiciones de lograr la independencia nacional” con el objetivo de “contener a Moscú y garantizar el espacio vital de Gran Alemania desde el Este”, así como “crear la poderosa base de materias primas y auxiliar para el Gran Reich Alemán”.
Hoy los banderistas aseveran que los hitlerianos separaban a los ucranianos de los otros eslavos y les trataban mejor. Pero esta falsificación burda pone al descubierto el plan fascista “OST”. Todos los habitantes de las zonas ocupadas de la URSS deberían ser asesinados, o deportados a Siberia. Incluso en Galicia hubo planes a deportar al 65 % de los habitantes, y a los demás, convertirlos en esclavos. Hitler dijo directamente: “Vamos a tomar la parte del sur de Ucrania… y la haremos colonia alemana exclusivamente. No será difícil expulsar a la población que allí vive…dentro de un siglo allí vivirán millones de campesinos alemanes”.
Los esclavizadores modernos vierten los “oleos sagrados” a las orejas de la “élite” ucraniana prometiéndole un sitio alrededor de la mesa común paneuropea. En realidad, a nuestra querida Ucrania le esperan la ruina y conversión en un territorio bajo mandato. Los anglosajones rapaces al igual que el fascismo alemán necesitan un protectorado, la población y los recursos que se puede echar al fuego de las aventuras internacionales. Una “Ucrania independiente” no la necesitan.
La tarea de las autoridades del Occidente es azuzar a los rusos y ucranianos para que se enfrenten. Los canallas universales provocaron más de una vez los conflictos, cuando cada gota de la sangre derramada caía en el bolsillo del Tío Sam como monedas de oro. No hace mucho, fue desgarrada la Yugoslavia multinacional floreciente y próspera hace tiempo. Ahora Washington trata de lo “inevitable” de la guerra entre Rusia y Ucrania. Apenas Zelenski declaró que Moscú no se preparaba para la ofensiva cuando en seguida recibió una llamada «rigurosa» de Biden. El amo de la Casa Blanca explicó que tales cosas no se pueden pronunciar, ni incluso a media voz.
¿Acaso nos hicimos tontos que nos dejaremos engañar a los provocadores que alimentan la enemistad y el odio? En los momentos más duros la sabiduría popular y nuestra unidad estuvieron por encima de la desunión. En estos momentos precisamente se escuchaba el apasionante llamado de Bogdan Khmelnitski: “¡Dios, háganos fuertes!”, “¡Dios, consolídanos!” “¡Para que nosotros seamos unidos en los siglos de los siglos!”. En estos momentos los obreros rusos y ucranianos rechazaron las falsas promesas de Scoropadski y Petliura y empezaron a construir juntos sus propio Estado socialista. En estos momentos el aviador Iván Kozhedub, el jefe de los guerrilleros Sidor Kovpak, los comandantes militares Timoshenko, Yeriomenko, Malinovski, Cherniajovski junto con Zhukov y Rokossovski, Meretskov y Bagramian se pusieron a la defensa de nuestra gran Patria Soviética.
Hace treinta años nos separaron con fuerza a pesar de la voluntad del referéndum de toda la Unión. Nos cambiaron fronteras y ahora se repiten las demenciales mentiras de Rosenberg de que los rusos y ucranianos son enemigos históricos. Claro, al hablar de la tragedia de 1991 y otras duras pruebas cada uno puede echar las culpas a Gorbachov y Kravchuk, Eltsin y Yuschencko, Yanukovich y Saakashvili, Poroshenko y Zelenski… Pero, estamos también nosotros. Elegimos nuestro destino para generaciones venideras. Es nuestra responsabilidad personal -de todos y cada uno de nosotros- defender nuestra tierra y garantizar una vida feliz a los hijos y nietos.
El tiempo ha hecho evidente por qué los Estados Unidos querían el golpe de Estado en Kiev en 2014. Empezó el acto nuevo del gran drama. Provocaciones con asesinatos en Maydán. Los ciudadanos de Odessa que fueron quemados en la Casa de Sindicatos. Miles de ciudadanos de Donbás matados por militares. Así la cacareada “eurointegración” se convirtió en un gran engaño. Es bien evidente que el objetivo del Occidente es saquear y sojuzgar a Ucrania para luego luchar contra Rusia y dictar su voluntad a todo el mundo.
El sueño demencial de los halcones de Washington es la matanza fratricida de nuestros pueblos. Su llama es capaz de quemar a Ucrania y también a Rusia. Bajo la cortina de humo de la “invasión de Moscú” la oligarquía mundial activa el proyecto “Anti-Rusia” y lleva a cabo provocaciones peligrosas. Clamando sobre los planes de Rusia de atacar a Ucrania, Estados Unidos y la OTAN llenan de armamentos a los gobernantes banderistas.
La táctica de los conquistadores es vieja como el mundo. Al hacerle frente, los representantes de los rusos y ucranianos llamaron ardientemente a la amistad y consolidación. Como un entrelazamiento transcendental suenan las ideas del filósofo Gregori Skovoroda y del escritor Nicolás Gogol. “Si tengo amigos yo me considero no solamente rico sino también feliz”, decía el primero. El segundo respondía al unísono con palabras de Tarás Bulba: “No hay algo más sagrado que los lazos de la camaradería”.
¡Que grandes son estas palabras! ¡Que precisas son las ideas! ¡Que claro es el camino digno de andar! ¡Unidos, somos fuerza! ¡En nuestra división se hallan la humillación, deshonra, sin alguna gloria!
Los ucranianos y los rusos están en una encrucijada. La historia nos presenta de nuevo varias pruebas. Occidente quisiera meter cizaña entre nosotros y dividirnos. Quisiera hacer inaceptable la propia idea de que Ucrania y Rusia pueden vivir en amistad, fortalecer sus lazos y conservar la memoria sobre las victorias comunes, la más preciada de ellas es la Gran Victoria sobre el fascismo. ¿Nos dejaremos engañar? ¿Resistiremos? ¿Rechazaremos los planes pérfidos?
Los cerebros más “refinados” sueñan con extirpar de la conciencia de nuestros pueblos el hecho de que la Ucrania Soviética era respetada y querida en la Unión Soviética. A todo el mundo le alegraban sus éxitos. Constituían el acervo común de la gran y poderosa nación, donde cada ciudadano no era enajenado por razones del idioma y nacionalidad. Donde la amistad de los pueblos permitía construir y restablecer de las ruinas la Central Hidroeléctrica de “Dneprogues”, izar la bandera de la Victoria sobre el Reichstag, conquistar el espacio cósmico. El trabajo honesto era entonces la causa de orgullo y honor. Es por eso que el 100 aniversario de la Unión Soviética es momento para el orgullo común y la duplicación de las fuerzas, no para las querellas y enemistad. Es el momento para recuerdos positivos, esperanzas claras y planes serios. Ya es el momento de responder a la oligarquía venal y los enemigos de una genuina diplomacia popular, de hablar directamente entre nosotros, y de la comunicación calurosa y cordial.
¡Hermanos! ¡Camaradas! ¡Nos miran nuestros antepasados! ¡Depende de nosotros el destino de las generaciones venideras! No podemos confiar nuestro destino a los titiriteros occidentales, ni a los oligarcas descarados, ni los funcionarios corruptos. Hemos visto como las avaricia de los bonzos y la perfidia de la CIA hicieron estallar Kazajistán en cuestión de horas. Sus autoridades se gustaban con presentar el escaparate de su “estabilidad”. Pero la ola de la división social e injusticia les permitieron hacer lo que querían a quienes son capaces solamente a acciones bandidescas y fratricidio.
Nosotros los comunistas estamos convencidos de que los muchachos de Jarkov, Sumy, Zaporozhie y Kiev no deben vivir en enemistad con los coetáneos de Riazan y Jabarovsk, Arjanguelsk y Moscú. Todos estos muchachos, al igual que nosotros, tienen los mismos nombres y apellidos, las raíces y creencia comunes, parientes por ambos lados de la frontera. Tendamos pues las manos recíprocamente de la camaradería en la lucha contra los provocadores de diferentes cortes. ¡Cambiemos pues los propios fundamentos de nuestra vida, ya es el momento! ¡Ha llegado la hora de expulsar a todos los enemigos de nuestros pueblos!
Confiamos que la sensibilidad de los corazones femeninos, la férrea voluntad de los hombres, la sabiduría de los mayores de edad y la luz de los ojos infantiles nos ayudarán a encontrar una salida de la desgracia y mostrar al mundo nuestros éxitos y logros. Vamos a probar nuevamente que somos capaces a practicar la integración y multiplicación de fuerzas. Al unir nuestros talentos y potenciales, seremos competitivos en cualquier mercado. Al ponernos en el camino de la creación, fortaleceremos nuestras posibilidades, garantizando una vida digna y pacífica. ¡Y, entonces, como antes, nuestras causas grandes y descubrimientos magnos, nuestros escritores y poetas, nuestras canciones del alma, brillantes danzas populares y logros deportivos serán conocidos y aceptados con entusiasmo en todo el mundo.
¡Seamos sabios, firmes y consecuentes!
¡Seamos unidos a despecho del mal y la traición!
¡Hagamos todo en aras de un futuro digno y glorioso de nuestros pueblos!