No solo necesitamos el Acuerdo de Escazú

"El gobierno de Piñera dejó varias tareas pendientes que son una oportunidad para mostrar la verdad y alinearse con la defensa de nuestros derechos fundamentales, defensa que debiera ser sin agachar la cabeza ante las industrias que hoy nos violentan, ante un Estado indolente y negligente..."

No solo necesitamos el Acuerdo de Escazú

Autor: Absalón Opazo

Por Agrupación Ciudadana Última Esperanza

El acuerdo de Escazú es una urgencia para Chile. Lamentablemente, bajo el gobierno de Sebastián Piñera, con argumentos incomprensibles, se decidió no firmar dicho acuerdo, lo que demuestra el nulo interés de la saliente administración para que la ciudadanía tenga incidencias vinculantes con el desarrollo territorial no enfocado en el extractivismo.

Por otro lado, la decisión deja claro que el interés por la protección de la vida de quienes luchan contra las industrias extractivistas de diversas áreas en el país no existe. Lo anterior demuestra el cómo se clasifican las personas en diferentes niveles, quedando algunas en las zonas de no ser, como nos graficara Judith Butler, esa zona en donde la vida de las personas no tiene ningún valor y de hecho no fueron consideradas nunca vivas, por lo tanto, no se protegen. Una clara expresión de la no valoración de los derechos humanos que se tiene de parte de la élite gobernante hasta ahora.

El año 2020 según Global Witness, en Latinoamérica hubo más de 220 asesinatos de defensoras y defensores ambientales, cifra que aumentó en un 7% respecto del 2019. Sumado a ello existen altos números de casos de acoso, desprestigio o causas maquilladas como suicidio. En este contexto se encuentran quienes defienden el medioambiente en nuestro país, siendo de especial preocupación la gran cantidad de mujeres que colocan sus cuerpas en la defensa del territorio, lo que se suma como otra arista relevante, ya que en la defensa del medioambiente en Latinoamérica, ser mujer y ser activista ambiental es un doble riesgo entre sociedades machistas.

Ante este escenario, incluso compañeros de causa guardan un silencio patriarcal. Es decir, las mujeres no solo luchamos por defender la tierra, sino que además luchamos por defender nuestras vidas y en esa lucha, llevamos a cabo un doble activismo entre hombres que solo tienen su silencio ignorante o arrogante.

Es por ello que nos detenemos, ante las siguientes preguntas: ¿Cuánto hace el propio activismo por sus propias mujeres, por sus propias guerreras que pulsan el ritmo de la tierra, que tienen integrados los ciclos, mujeres que son las más afectadas por el cambio climático tal como lo plasma el último informe del IPCC?, mujeres que hemos sido la herramienta del capitalismo para sostener el extractivismo con los roles de proveedor y dueña de casa. ¿Dónde integran la lucha de aquellas mujeres que quedan solas sosteniendo hogares mientras ellos salen a cumplir el rol semanas fuera de casa? ¿Dónde están esos compañeros a la hora de hablar de las implicancias de este tipo de economías en nosotras, a la hora de hablar del tipo y calidad de trabajo que se nos ofrece, donde están a la hora de hablar de la valoración meramente reproductiva de nuestras cuerpas en tanto los sistemas laborales, donde están a la hora de activar cuando somos amenazadas, dónde están?

En Chile las luchadoras ambientales nos enfrentamos al problema de la valoración de la vida patriarcal que impera, cuestión que permea también a aquellos compañeros de causas, donde actúan con las mismas formas, explicándonos como hablar, qué decir, cómo y cuando hacerlo, alimentando su propio ego, entregándonos los supuestos puntos claves para la elaboración de las estrategias, exponiéndonos abiertamente a la hora de defender la causa y guardando silencio cuando nos amenazan. Las mujeres estamos más expuestas a la muerte y lo saben, su silencio es violencia y ante la violencia de cualquier tipo ya no callamos. Tenemos claro que, en el activismo, mientras más visible estás, más peligroso se vuelve. Sabemos la importancia de los respaldos, sabemos la gravedad del silencio.

Un ejemplo de lo relatado ocurrió en nuestro país: Ximena Schott defensora medio ambiental por nuestros maritorios, fundadora de Element Nature, expuso en el Congreso Nacional en el contexto del proyecto de ley de áreas protegidas sin salmoneras, y aquel acto la envolvió en una vorágine de violencia que nos debe abrir los ojos a las dudas, porque las amenazas sí ocurren en nuestro país, sí se amenaza a nuestras defensoras. Las amenazas se transforman en violencia física, en amenazas telefónicas y en actos que buscan diseminar un mensaje de miedo. Y así podemos seguir enumerando casos recientes como Orieta Llauca, Luisa Valenzuela y tantas más.

Lo anterior grafica el cómo una activista que se moviliza en contra del daño a la naturaleza de parte de la industria salmonera se expone a tal conflicto. Esto pone una nube sobre los hechos que debemos ser capaces de ver, aunque resulte complicado y engorroso. De otro modo son cómplices de la violencia, aquellos quienes no quieren ver la situación. ¿Qué pasaría si hubiese sido un hombre?, ¿Por qué el movimiento contra la salmonicultura no toma como ejemplo a Rodrigo Mundaca que salió y dio la cara en apoyo ante las amenazas hacia su compañera Marcela Nieto? ¿Por qué tanto silencio cuando sabemos lo matonesca de la industria salmonera?

Hoy en día aquí, desde la Patagonia Rebelde, estas mujeres que activamos sabemos lo peligroso que se puede volver a activar cerca de hombres que guardan silencio, porque no entienden que cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede. Es cierto, el activismo está lleno de patriarcado, de egos masculinos que no entienden que la lucha medioambiental es finalmente una lucha en contra de lo patriarcal.

En este escenario asumirá la presidencia el próximo 11 de marzo Gabriel Boric y entre sus promesas se encuentra la de un gobierno ecológico. A la cabeza de la cartera de medioambiente se encuentra la científica Maisa Rojas y nos preguntamos: ¿Cuáles serán las acciones concretas? ¿Chile firmará Escazú? ¿Cuál será la postura de la nueva ministra ante el proyecto de ley sobre las áreas protegidas sin salmoneras? ¿Este nuevo gobierno defenderá esta postura sostenida y promovida largamente desde el ambientalismo? Hemos leído declaraciones de la futura ministra respecto de permitir el desarrollo de la explotación salmoneras dentro de la institucionalidad y de manera sustentable ¿No es ese el mismo discurso escuchado hasta ahora con una institucionalidad deficiente y una actividad que no encaja en el término sustentable? Sumémosle a ello que Gabriel Boric Font es oriundo de Magallanes, nuestro territorio que hoy en día avanza a pasos agigantados a convertirse en zona de sacrificio salmonera.

¿De qué manera accionará esta nueva ministra sobre el proyecto de ley sobre el servicio de biodiversidad y áreas protegidas (SBAB)?, puesto que el término ‘gobierno ecológico’ requiere de medidas bastante de fondo y fundamentales dentro de nuestra legislación para ejecutarse en la realidad; de otro modo es maquillaje. Y es precisamente este proyecto -el SBAP- una herramienta central para iniciar el cambio hacia el gobierno ecológico.

El gobierno de Piñera dejó varias tareas pendientes que son una oportunidad para mostrar la verdad y alinearse con la defensa de nuestros derechos fundamentales, defensa que debiera ser sin agachar la cabeza ante las industrias que hoy nos violentan, ante un Estado indolente y negligente. ¿Veremos ese cambio profundo y estatal con Gabriel Boric? Ni siquiera es necesario desarrollar proyectos de ley desde cero para avanzar en la protección del medio ambiente, ya que hay varios que están esperando marzo en el Congreso; la pregunta es qué harán las nuevas autoridades al respecto, con la información aquí expuesta.


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