Un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (EE. UU.), observó que el uso de digoxina, un fármaco utilizado para tratar enfermedades del corazón, podría reducir el daño cerebral en personas con Alzheimer y que padecen trastornos relacionados.
El estudio, realizado en un modelo de ratones con tauopatía (un grupo de enfermedades neurodegenerativas), fue publicado recientemente en Science Translational Medicine. Los autores demostraron en los roedores que dirigirse a los astrocitos, una célula inflamatoria en el cerebro, reduce el daño cerebral y la inflamación relacionada con la proteína tau, que ayuda a regular el equilibrio del tráfico de células nerviosas.
Los astrocitos, que controlan y regulan la eficacia de la comunicación entre las neuronas, juegan un papel fundamental en la conducción del daño cerebral en el desarrollo de diversas tauopatías, por lo que, «suprimir su reactividad puede ser beneficioso para reducir la inflamación cerebral y retrasar la progresión de la enfermedad de Alzheimer», explica Gilbert Gallardo, profesor asistente de neurología y autor principal de la investigación.
Las proteínas tau, que normalmente se encuentran dentro de las neuronas del cerebro, ayudan a formar un andamiaje interno que dan forma a las neuronas. Sin embargo, cuando se enredan provocan inflamación cerebral, daño tisular y deterioro cognitivo.
En personas portadoras de mutaciones en el gen tau o que han sufrido agresiones en el cerebro, esta proteína forma nudos, que en el proceso de la enfermedad de Alzheimer se crean relativamente tarde.
Estudios previos sobre la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa pero no una tauopatía, han identificado una proteína de astrocito que anima a las células a adquirir características tóxicas y exacerbar la inflamación cerebral. A partir de esto, Gallardo sugirió que la proteína, alfa2-Na+/K+ adenosina trifosfatasa (alfa2-NKA), también podría impulsar la toxicidad de los astrocitos en Alzheimer y otras tauopatías.
Después de estudiar muestras del cerebro de personas que habían muerto de Alzheimer, por una tauopatía llamada parálisis supranuclear progresiva (PSP) y por causas no relacionadas con la neurodegeneración, los investigadores encontraron que la alfa2-NKA estaba presente mayoritariamente en las personas con Alzheimer o PSP, lo que sugiere que esta proteína podría contribuir al daño cerebral en ambas condiciones.
Así, los científicos recurrieron a ratones genéticamente modificados para desarrollar nudos tau desde los seis meses de edad. A los nueve meses y medio, los cerebros de estos animales estaban dañados, atrofiados e inflamados y habían perdido la capacidad de realizar correctamente tareas cotidianas de la vida de los roedores. Al igual que las personas con tauopatías analizadas, estos ratones también tenían niveles elevados de alfa2-NKA en sus cerebros.
Entonces, probaron si el tratamiento de ratones con digoxina —un fármaco utilizado para tratar enfermedades del corazón, que interfiere con la actividad de alfa2-NKA— podría reducir los enredos de tau, la contracción y la inflamación del cerebro. El fármaco funcionó tanto en ratones menores de seis meses, cuando apenas comenzaban a desarrollar nudos tau, como a los ocho meses, cuando ya estaban establecidos.
Los investigadores concluyen que, en comparación con terapias experimentales para el Alzheimer y tauopatías que se «han centrado en gran medida en la eliminación de proteínas patológicas implicadas en la disfunción y muerte neuronal […] dirigirse a los astrocitos inflamados y a la inflamación cerebral puede ser la clave para tratar con éxito estas afecciones».
Sin embargo, sugieren un estudio más profundo sobre la digoxina antes de que pueda evaluarse como una terapia para el Alzheimer y otras tauopatías relacionadas.
Fuente: RT.