Caracas. – La posición de la sicóloga, socióloga, antropóloga y documentalista, Liliane Blaser, sobre la creación de un instituto de investigación del imaginario del venezolano para investigar la relación del pueblo con la realidad, es acogida por el ministerio del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt).
Durante su participación en el foro denominado «Colapso del capitalismo y redes sociales digitales. ¿Lo dejamos en visto?», Blaser indicó que la realidad es percibida, interpretada e incorporada a la memoria en una determinada forma: como imaginario.
“Para una respuesta efectiva a ataques fácticos de nuestra vida material y a la conciencia, debemos conocer bien el proceso, al menos de grupos tocados distintamente, segmentando a la población con base en criterios de conocimiento lo que llamamos la ciencia de la psicología, de la antropología, de la sociología. Basado en todo lo que se ha venido investigando acerca de nuestras fragilidades, fortalezas, vulnerabilidades y resiliencias, de las capacidades de la guerra cognitiva para torcer nuestras percepciones, interpretaciones y conductas”, enfatizó.
De acuerdo con la investigadora, también es importante estudiar los medios con que se intentan modelar los imaginarios para entender y actuar sobre esos impactos.
“Pienso en un centro que permita construir visiones con base en la investigación y, como parte de ella, escudriñar en los imaginarios que nos unen y nos fortalecen. Hasta ahora, los filósofos han intentado comprender al mundo y se trata de transformarlo. Debemos investigar también nuestras heridas, sus armas y nuestros instrumentos de defensas, como dice Adam Curtis: El siglo XX fue el siglo del Yo. Entonces, bien pudiera ser el siglo XXI, el siglo del nosotros. Mientras termina de morir el imperio y sus desgracias, pero tenemos que vencer y convencer y desterrar nuestra colonialidad”, insistió.
Para Liliane Blaser, las interpretaciones de prácticas no solo son mediadas por los medios de comunicación, sino que también está la formación familiar, la educación, la religión, y normalmente esas mismas mediaciones obedecen a los grandes discursos y narrativas del poder.
“Desde el punto de vista de la liberación, toca analizar el camino contrario. La construcción de nuevas formas de organización socioeconómica, nuevas formas de relación, efectividad y visiones del mundo requieren un imaginario que vaya a contrapelo de la domesticación de la que hablamos antes; la construcción de nuevos imaginarios y nuevas realidades son procesos solidarios. Sin nuevos imaginarios no hay quien cimente la construcción de nuevas realidades, sin nuevas realidades no hay cimientos donde anclar los nuevos imaginarios para estar en su edificación”, subrayó.
Del mismo modo, explicó que la historia ha sido y siempre será la historia de la lucha de clases; sin embargo, aclaró que hoy también es la lucha de narrativas, y en Venezuela, quizás es la lucha más difícil.
“La lucha de clases en su expresión de la conciencia puede ser oscura hasta no ser detectable. Hay momentos en que la lucha de clases y las realidades de clases salen a la superficie y se ven como claritas, y otro momento en que se vuelven a hundir en la otra narrativa y fluyen mucho más por la fuerza de los poderes mediáticos; y es sobre las narrativas que hay que actuar. Las narrativas que segregan los imaginarios para imaginar la historia posible. En Venezuela, la lucha es a muerte y muchas vidas han caído en esta. El futuro de nuestro proceso pasa por entendernos”, puntualizó.
Señaló que Venezuela ha enfrentado un ataque despiadado en lo material, pero la población está llena de heridas sobre todo en lo inmaterial. “Las heridas morales, emocionales e intelectuales están allí, desmoronan apoyos, carcomen esperanzas, alimentan desconfianzas hacia los procesos humanos en la construcción de una sociedad otra”, dijo.
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