Una institución que está revolucionando la manera de manejar los desechos sólidos en Venezuela, funciona en Caracas, capital del país suramericano, específicamente en la parroquia Antímano, al oeste de la ciudad.
Jaratzon Ordóñez, docente de la institución pionera en materia de reciclaje opina que la escuela es indispensable para la creación de hombres y mujeres nuevos, capaces de pensar «a la naturaleza como un todo, y no de manera fragmentada como nos lo ha impuesto el capitalismo», informó el portal Sputnik.
«La escuela responde, precisamente, al quinto objetivo del Plan de la Patria, de salvaguardar la vida en el planeta, de preservar a la Pachamama; ya que si no nos replanteamos nuestros modelos de consumo y de producción, si no reciclamos, reutilizamos, e incluso si no prevenimos el consumo de productos dañinos para el ambiente estaremos extinguiendo la especie misma», enfatizó el profesor Ordóñez.
Comunidades incorporadas
Señala el activista que uno de los ejes de la Escuela Popular de Reciclaje es el cambio cultural, a través del cual buscan hacer más eficiente el manejo integral de los residuos y desechos sólidos, que desde la perspectiva de sus impulsores debe estar concebido a partir de las bases organizadas en las comunidades.
«Para nosotros, la clave fundamental para lograr verdaderas transformaciones, y poder construir un modelo distinto para el tratamiento de los desechos, está en la organización popular, en los mismos territorios», así inicia la charla José López, gerente general del Sistema Urbano de Procesamiento, Recolección y Aseo de Caracas (SUPRA-Caracas), el ente rector en materia de gestión integral de la basura en la capital de Venezuela.
«Por su principal característica, que es formar al poder popular, a lideresas y líderes territoriales en materia ambiental y de reciclaje, es única en Latinoamérica», asegura López.
La institución fue inaugurada el pasado 21 de marzo en las instalaciones de la Escuela Básica Bolivariana Barrio San José, que cuenta con una matrícula de 380 alumnos, quienes serán incorporados al sistema de la gestión de residuos como «patrulleros», para divulgar en el hogar la necesidad de clasificar y reciclar los residuos.
«En nuestra escuela tenemos años trabajando con los niños en el tema del reciclaje y fortaleciendo la educación ambiental, pero no lográbamos materializar todo lo aprendido. Ahora, en esta primera oleada vamos a materializar dos proyectos: ‘Mi comuna recicla’ y ‘Mi escuela recicla'», comenta la directora del establecimiento educativo bolivariano y de la Escuela Popular de Reciclaje, Coromoto Tuviñez.
Caracas genera cada día 1.300 toneladas de residuos. A fines de 2020, la prestadora del servicio de recolección tenía una capacidad para recoger 800 toneladas diarias. Hoy —dice el gerente de SUPRA-Caracas— nuestra capacidad de recolección supera el 95% del total de basura generada.
Por su topografía, explica López, en Caracas no era posible subir al tercer anillo —las zonas altas de la ciudad—, donde los grandes camiones compactadores que recolectan los desechos en las avenidas y calles del casco central de Caracas no llegaban. Para ir «barrio adentro», se decidió entonces incorporar al sistema de recolección a las comunidades organizadas, a través de un movimiento social creado en 2018, pero que no había tomado el protagonismo central que tiene hoy en esta historia: las Mesas Técnicas de Reciclaje y Aseo (Metras).
Esta organización, que cuenta con más de 1.200 Mesas Técnicas en Caracas, está conformada por integrantes de los consejos comunales, las organizaciones primarias del poder popular. La estructura contempla la figura del «mochilero ecológico», que es quien se encarga de recoger casa por casa el material clasificado para reciclar.
«Yo me encargo de recolectar todos los días el plástico, el vidrio y llevarlos al centro de acopio. Además de resolver un problema ambiental estamos resolviendo también necesidades de la comunidad», dice la mochilera ecológica Luz Marina Peña en uno de los espacios recuperados en Antímano, que durante décadas funcionaba como basural a cielo abierto y hoy es un centro de acopio de los residuos a reciclar.
«De aquí sacamos más de 20 camiones de basura, aquí la basura se quemaba y era un foco de infección y contaminación terrible», agrega Diuska Villarroel, integrante de las Metras en Antímano.
La lideresa comunal explica que hubo que hacer un intenso trabajo de divulgación entre las familias del barrio para eliminar ese «depósito de basura», pero a la vez ofrecer alternativas a las dificultades de acceso al lugar de los camiones recolectores.
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