En 20 años, desde el golpe de Estado de abril de 2002 contra el entonces presidente Hugo Chávez, pareciera que un hilo de continuidad con ese tipo de medidas desesperadas y violentas para derrocar a un Gobierno sigue extendiéndose en Venezuela y en otros países.
No quedan lejos los intentos similares del exdiputado Juan Guaidó, en 2019, quien acompañado por una parte de los actores nacionales e internacionales que propiciaron la acción contra Chávez quiso deponer al mandatario Nicolás Maduro en varias oportunidades, a través de diferentes planes que fueron neutralizados por las autoridades.
Aquel golpe de 2002 terminó con Chávez de regreso a Miraflores de la mano del pueblo, que espontáneamente se volcó a las calles para exigir el retorno del presidente. Además, los militares leales realizaron una operación de rescate del mandatario, que había sido llevado a la isla de la Orchila, sede de una base naval en el Caribe venezolano.
Sin embargo, dos décadas después es propicio analizar las claves de ese golpe de Estado tanto para Venezuela como para otros países; el papel de los medios de comunicación como actores políticos en la desestabilización de los gobiernos y las acciones de otros factores internos y externos para lograrlo.
Para abordar este tema, RT entrevistó al periodista y escritor venezolano Ernesto Villegas, ministro de Cultura, autor del libro ‘Abril, golpe adentro’, apasionado y amplio conocedor del tema que reflexiona sobre ese entramado surgido hace veinte años que pareciera extenderse hasta el presente.
Villegas ha sido ministro para la Comunicación y la Información en dos oportunidades; ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas y jefe de Gobierno del Distrito Capital, entre otras responsabilidades.
También se ha desempeñado en medios impresos, audiovisuales y radiales y en la actualidad tiene el programa de entrevistas ‘Aquí con Ernesto Villegas’.
RT: ¿El golpe de Estado de abril de 2002 fue más que un golpe de Estado contra un presidente suramericano?
E.V.: Sí, fue mucho más. Lo ocurrido supuso un golpe de Estado pero no lo fue todo. A la luz de los acontecimientos del mundo actual queda más en evidencia el laboratorio que aquí se echó a andar hace 20 años. Así como Venezuela entró tarde al siglo XX, por la dictadura de Juan Vicente Gómez, decía Hugo Chávez que entró temprano al siglo XXI con la primera rebelión contra el neoliberalismo del 27 de febrero de 1989, el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992, la aprobación de la Constitución de 1999. Todo eso adelantó el siglo XX y lo que a otros pueblos les tomó más tiempo, nosotros lo hicimos más temprano.
Pero también se echaron a andar tempranamente mecanismos que luego se pondrían en boga. Eso que está pasando hoy con la exclusión supuestamente legítima de voces y vitrinas mediáticas alternativas. El ‘cero chavismo en pantalla’ de hace veinte años tiene muchos aires de familia con la ‘cero versión rusa de los hechos en pantallas’. La actuación cartelizada de los medios abandonando sus propios postulados deontológicos.
Para el golpe de abril de 2002, los medios privados echaron a la basura sus propios manuales de ética. ¿Quién puede decir que no es lo mismo que ha venido haciendo el diario El País?
En Venezuela comenzamos a denunciar tempranamente la conducta fascista de sectores de la oposición y se nos despachó como unos exagerados, anclados en las claves de la Guerra Fría. Y resulta que ese mismo fascismo que denunciamos comenzó a mostrar sus dientes en otros lugares.
El abandono de los medios de sus mecanismos de validación de la credibilidad de sus contenidos es también un rasgo en común que se expandió después del golpe de abril a otros lugares.
La maquinaria mediática se reconoció a sí misma, por sus verdaderos controladores, como ‘máquinas’ para la creación de estados de ánimo en la sociedad, más que de información, que buscan la creación de estados de indignación selectiva respecto a hechos complejos que no admiten la más mínima duda sana, profesional, periodística. El periodismo se convierte en un estorbo porque el fin último no es la verdad, sino la creación de estados de indignación que «legitimen» el derrocamiento de un gobierno.
Entonces esa combinación de medios cartelizados empleados como arma de creación de indignación y situaciones que involucran derechos humanos, que se mezclan con el ‘lawfare’, crean un ‘monstrico’ que hemos de ver caminar durante más tiempo. Lo estamos viendo hoy. Al final, el ciudadano está prisionero de diversos mecanismos de manipulación de emociones más que de razones y basta ver en las redes sociales un consumo desenfrenado de información inconexa, fragmentada, que no admite análisis, contrastación, de agendas políticas hechas sobre la base de las tendencias.
«La maquinaria mediática se reconoció a sí misma como ‘máquinas’ para la creación de estados de ánimo en la sociedad, más que de información, que buscan la creación de estados de indignación selectiva respecto a hechos complejos».
Nos pasó el 23 de febrero de 2019. Se estableció la matriz de que Maduro había quemado la ayuda humanitaria [que supuestamente venía a Venezuela desde Colombia] y dos semanas después el New York Times terminó admitiendo que el fuego provino del lado colombiano. Se ve que la maquinaria mediática le da a la agenda política el chance de que eche raíces, de que cumpla su cometido, y lo que pudiste haber informado en su momento, te lo reservas, te tomas mucho tiempo para investigarlo.
Es lo que pasó con las armas de destrucción masiva en Irak. La indignación, el miedo, el temor, es una herramienta de manipulación de las masas. El miedo exacerbado a los islámicos, a los negros, a los latinos, los círculos bolivarianos en Venezuela. Es la demonización de un sector de la sociedad, su silenciamiento, la destrucción de las potencialidades de diálogo.
No me queda en duda de que aquí se puso en práctica un mecanismo usado en el derrocamiento de Dilma, en Brasil. La entrevisté pocas horas antes de que la defenestraran. En el libro que escribí [Golpe bajo/baixo] eran evidentes las muestras de la prensa brasileña previas al derrocamiento. Por ejemplo, una presidenta inaugurando unos juegos olímpicos, una noticia positiva, pero se mostraba el fuego olímpico en un plano y ella en otro, era como un fuego que la quemaba. Del mecanismo no se escapa nada, todo se vuelca.
RT: Estábamos acostumbrados a ver golpes de Estado anunciados por una junta militar. En Venezuela no ocurrió lo mismo y se hablaba de un «vacío de poder».
E.V.: Eso forma parte del laboratorio que se instaló y que está hermanado con la llamadas ‘revoluciones de color’. No tengo la menor duda de que EE.UU. tiene a una gente en un buró sentada pensando en cómo retomar o prolongar su control geopolítico sobre áreas del mundo.
En mayo de 2001, un grupo de militares de distintas naciones, reunido en Madrid con motivo del II Curso de Estado Mayor Conjunto de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas (ESFAS) de España, realizó un ejercicio de simulación llamado ‘Plan Balboa’ basado en un escenario de guerra en un conjunto de países, que no tenían nombre, pero cuyas coordenadas geográficas correspondían a Panamá, Colombia y Venezuela.
Hoy, cuando está cada vez más claro que hay un problema geopolítico en el mundo, donde incluso la integridad territorial de los países tal como los conocemos está en cuestión, es muy llamativo que eso ocurra. Y cuando veo que en Argentina descubren un ‘Plan Puma‘ donde están haciendo juegos de guerra no tengo la menor duda de que es el mismo ‘Plan Balboa’, que debe corresponder a una matriz de trabajo de la OTAN en EE.UU., con respecto a lo que en este país puede pasar. Estoy convencido, sin tener ninguna prueba, de que ese plan no debe circunscribirse solo a Argentina, seguramente habría sido del componente militar del Grupo de Lima.
El escenario estratégico que aquí se ha planteado el imperialismo es controlar a Venezuela por la vía de su desmembramiento, por eso la campaña contra la venezolanidad, por eso Venezuela es una «mala palabra», por ello el fomento de movimientos separatistas en su momento. A los poderes mundiales les interesan los espacios con potencialidad estratégica o de recursos minerales, no les interesa mantenernos unidos sino controlar ciertas cosas y apuntar a la disgregación. Por eso es importante la cohesión nacional. No es un nacionalismo de ultraderecha, como ocurre en otras partes del mundo, sino que es defensivo y perfectamente compatible con una visión gran-nacional, con una apuesta por la patria grande y por el proyecto bolivariano.
RT: ¿Este golpe fue un «manual de instrucciones» o la base para otros golpes de Estado?
E.V.: Fue un ensayo y lejos de abandonarlo, sus promotores persisten en tratar de corregir sus errores y perfeccionarlo. De otro modo no se explica el paro y sabotaje petrolero, que en diciembre de 2002 y enero de 2003 llevaron adelante prácticamente los mismos actores.
RT: Cuando desde Venezuela se ha alertado sobre las similitudes con otros mecanismos desestabilizadores en la región los críticos han dicho que son «fantasmas». ¿Es así?
E.V.: La sabiduría popular lo explica: «El que es picado de culebra cuando ve un bejuco brinca». Recuerdo el golpe contra Rafael Correa, en 2010. Cuando veo que hay unos policías que toman el aeropuerto le comentó a un compañero ecuatoriano: «Pero, ¿qué es esto? Esto es un golpe de Estado», a lo que él responde que es una protesta de unos policías. Y yo le digo: «¿Protesta de policías tomando un aeropuerto? Eso es un golpe, hermano».
«Si hay que escoger alguna de las lecciones es que los pueblos siempre luchan, pueden consternarse, paralizarse, distraerse, pero al final siempre luchan».
Estamos despabilados, no quiero ir contra ningún pueblo en particular porque parece chovinismo, pero toda esa intensa experiencia nos ha puesto sobre alertas con respecto a los pasos que factores sin ningún tipo de escrúpulos son capaces de dar. Por eso no es raro para nosotros que hayan montado ‘La Plaza Verde’ en Libia y no nos parecería extraño que varias cosas de las que vemos sobre la guerra en Ucrania sean montajes, sin descartar la posibilidad de que la guerra en sí misma ofrezca imágenes espantosas, porque la guerra es espantosa, es horrenda. Sin embargo, no es extraño imaginar que hay poderes con capacidad de creación de indignación selectiva y que monten ‘fakes news’ para crear estados emocionales.
RT: ¿El 11 de abril dio un giro a la geopolítica mundial o es una afirmación ambiciosa?
E.V.: Somos dados a lo superlativo pero ciertamente el fracaso del experimento en Venezuela tuvo consecuencias geopolíticas. Dice el intelectual venezolano Luis Britto García, en su libro ‘Investigación de unos medios por encima de toda sospecha’: «los muertos de Puente Llaguno fueron las primeras víctimas de la invasión a Irak». Es decir que todos los acontecimientos de esa parte de la historia están interconectados. Si se hubieran salido con la suya en Venezuela probablemente los desarrollos habrían sido distintos en otras partes del mundo.
RT: Se habla de que en Venezuela hubo un «golpe mediático». ¿Fue así?
E.V.: Te respondo haciéndome eco de una propuesta: la humanidad necesita mirar la experiencia que hubo en el marco de la Unesco cuando instaló una comisión del altísimo nivel para estudiar el fenómeno comunicacional que produjo como resultado el famoso ‘Informe McBride’ (1980). Nosotros hemos propuesto que en la Unesco se dé continuidad a ese trabajo realizado hace cuarenta años porque el fenómeno que lo motivó aquellos años es hoy todavía más grave. Si en aquel entonces preocupaba el monopolio sobre los medios de comunicación del siglo XX, ¿cómo no preocupar a la Unesco y a la humanidad por la dictadura de los algoritmos, del posicionamiento SEO, de la existencia digital? El cuadro político, económico, cultural es todavía mas preocupante que el que había en los 80.
Hoy deberían las naciones, más allá de la guerra y las diferencias, encontrar a quienes desnuden esos mecanismos, que puedan estudiar lo que pasó en Venezuela en 2002 pero también lo que ocurre en Europa y Asia. Que veamos cuál es el poder de Gafam (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). Hoy día hablamos de unos poderes invisibles, como trataron de serlo los medios, que determinan los estados de ánimo de millones de personas al segundo.
RT: En Venezuela el chavismo suele decir «todo 11 tiene su 13» para hablar del contragolpe popular que exigió que Chávez culminara su mandato tras el golpe. ¿Este es otro hito?
E.V.: Para nuestra generación indudablemente lo es. Nunca había pasado eso.
RT: Entre los actores del golpe de Estado de 2002, ¿cuál fue el peso de los factores internacionales?
E.V.: En el libro ‘Mas allá de la génesis del 11 de abril’, del derechista Robert Carmona-Borjas, en el prólogo escrito por el entonces subsecretario para Asuntos Hemisféricos estadounidense, Otto Reich, este cuenta cómo él, a través del entonces embajador de EE.UU. en Venezuela, Charles Shapiro, se comunicó con el autoproclamado presidente Pedro Carmona para darle unas instrucciones. El hecho de que Reich admita eso revela la concepción que existe en las altas esferas del poder estadounidense respecto a lo que podía ocurrir en ese Gobierno.
En otro episodio de esa misma reunión de Shapiro con Carmona participa el embajador de España, y está documentado que Carmona se comunica con José María Aznar a través del teléfono del político opositor venezolano Eduardo Fernández.
Están documentadas también las participaciones de elementos militares estadounidenses en Venezuela, que entraron en el Fuerte Tiuna, que hubo unos agregados militares en la Embajada durante esas horas, la presencia de naves estadounidenses, un buque y un avión, en territorio venezolano.
También hay una serie de documentos desclasificados que cito en el libro donde podemos decir que el Gobierno de EE.UU. por lo menos sabía.
RT: ¿Y esos factores internacionales siguieron adelante con sus propósitos?
E.V.: Claro, porque después continuaron con el paro y sabotaje petrolero. Si hablamos de factores internacionales también está el Gobierno de Cuba, que estuvo en el centro de los acontecimientos alrededor del golpe. El asedio a la embajada cubana, la conversación de Chávez con Fidel en aquellas horas, el papel que tuvo la hija de Chávez, María Gabriela, al dar unas declaraciones a través de Radio Habana Cuba donde decía que su papá no había renunciado. Ese flanco internacional también es interesante porque desencadena el 13 de abril.
RT: ¿Y en el intento de golpe del 30 de abril de 2019 contra Nicolás Maduro, por parte del diputado Juan Guaidó, eran los mismos factores internacionales?
E.V.: Pasaron los años y vimos que el 30 de abril participó la Embajada de España, [donde se hospedó Leopoldo López luego de ser liberado de forma ilegal de su arresto domiciliario] y todo el aval de EE.UU., que era más descarado. En abril de 2002 se cuidaban más las formas, por eso digo que fue un ensayo.
RT: ¿Cuáles son las lecciones y deudas del 11 de abril de 2002?
E.V.: Si hay que escoger alguna de las lecciones es que los pueblos siempre luchan, pueden consternarse, paralizarse, distraerse, pero al final siempre luchan.
Perdimos la inocencia con respecto a los medios, incluso alguien como yo que estudió periodismo para trabajar en ellos, y eso aporta un duelo para un reportero, es doloroso llegar a esa conclusión.
En cuanto a las deudas, todo el proceso judicial. Luego de que la fiscal general de aquel entonces, Luisa Ortega Díaz, estuvo conociendo de casos del golpe, valdría la pena hacer un balance fiscal y judicial del estatus de todas las causas abiertas para cerrarlas. Por ejemplo, las víctimas sostienen que los fiscales que estaban a cargo de la diligencias, asignados por Ortega Díaz, terminaron sumándose al golpismo y manipularon supuestamente algunas de esas diligencias, a mí no me consta, no lo puedo asegurar.
Hay que tener cuidado con que por la vía de los hechos se imponga la justicia de clase porque se han dictado amnistías, el propio Chávez lo hizo, y los firmantes del decreto Carmona [documento donde se disolvían todos los poderes establecidos en el país y se proclamaba a Carmona como presidente sin elecciones] y buena parte del elenco que lo acompañó, el propio Leopoldo López, Henrique Capriles Radonski, fueron beneficiarios de amnistía. Claro, quienes no se pusieron a derecho no la recibieron, pero de alguna manera una parte de los llamados autores intelectuales se beneficiaron de una medida de gracia. En este momento hay unos policías presos, que ya cumplieron una cantidad de años, y no abogo porque salga a la calle un criminal, solo creo que hay que revisar a ver si no estamos repitiendo el patrón de la justicia de clase.
Fuente RT