Después de ocho meses de discusión, la Cámara de Diputados rechazó la reforma eléctrica de Andrés Manuel López Obrador. En la Cámara de Diputados, la polarización se instaló. Pregunta: ¿El Presidente enviará las otras dos reformas constitucionales, electoral y Guardia Nacional, a sabiendas de que serán rechazadas por la oposición? Se rumora que la concerniente a la Guardia Nacional llegará al Senado de la República. De la reforma política no se sabe.
La reforma política tiene tres propósitos principales: disminuir el financiamiento público de los partidos políticos, reestructurar y renovar los órganos electorales y disminuir el número de plurinominales. Desde una reforma legal no se puede cambiar la fórmula de financiamiento a los partidos, pero sí establecer criterios, lineamientos para el ejercicio del gasto y políticas de austeridad para las organizaciones políticas.
Con mayoría simple, no se pueden cambiar la integración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) o del Instituto Nacional Electoral (INE), pero sí reglamentar y normar su funcionamiento sin afectar sus atribuciones constitucionales. Por ejemplo, establecer criterios para la aplicación de sanciones a faltas, para que estás no atiendan a criterios políticos, como los que aplicó en contra de Raúl Morón el año pasado.
Con mayoría simple no se puede modificar la composición del Congreso de la Unión, pero sí establecer normas de austeridad, transparencia y rendición de cuentas de los legisladores. La composición del Congreso es Constitucional, pero los ingresos de los legisladores no, por lo cual podría establecerse la homologación entre legisladores locales y federales, por lo cual sus ingresos no podrían ser mayores al salario del Presidente en ningún congreso.
Otro aspecto que puede normarse desde la mayoría simple es el modelo de comunicación política. Terminar con los millones de promocionales y disposiciones que frivolizan las campañas electorales, para que la política priorice el contraste de ideas y no sea una lucha de propaganda o guerras sucias.
La Guardia Nacional es una institución que tiene asidero constitucional desde el Siglo XIX. El Presidente dijo que enviaría una reforma mediante la cual esta institución pasaría a formar parte integral de las Fuerzas Armadas, para “blindarla” de posibles cambios ante futuras correlaciones políticas desfavorables a Morena. Para garantizar el adecuado funcionamiento de la Guardia Nacional no es necesario una reforma constitucional y menos si lo que se busca es mejorar la seguridad.
Con objetividad debe revisarse el funcionamiento de la Guardia Nacional; corregir errores, recuperar su objetivo y naturaleza civil que alentó su creación. Sobre todo, revisar su funcionamiento y pertinencia a la luz de los fenómenos delictivos que el país enfrenta.
En suma, hay mucho por hacer desde la mayoría simple que tienen Morena. Existe otra posibilidad. Que el Presidente envíe sus iniciativas de reforma constitucional plenamente consciente que serán rechazadas, pero cuyo debate nacional sea funcional a una estrategia que le permita al gobierno fortalecerse en sus dos últimos años. En los resultados de las elecciones para gobernador del 5 de junio se sabrá si esta estrategia es viable o no. Eso pienso yo, ¿usted que opina?
La política es de bronce.
@onelortiz