Por Paloma San Segundo.- Los plaguicidas, la pérdida de hábitat, el urbanismo desmesurado y el cambio climático están poniendo en riesgo la supervivencia de las mas de mil especies diferentes de abejas que existen en España, cuya conservación resulta crucial para preservar la biodiversidad y los ecosistemas.
Cada 20 de mayo desde hace cinco años se conmemora el Día Mundial de las Abejas, una fecha que recuerda la importancia de un insecto que cuenta con más de 20.000 especies distintas en el mundo y que está considerado como uno de los principales polinizadores.
De las abejas depende la producción del 75 % de los alimentos que consumimos y casi el 90 % de las plantas en flor, hasta el punto de que algunos expertos afirman que la alimentación humana y la biodiversidad vegetal están en peligro si lo están estos insectos.
Principales amenazas
Pero, ¿cuáles son las principales amenazas a las que se ven sometidas las abejas? Los especialistas consultados por EFEverde citan como mas peligrosas el cambio climático, la agricultura y la ganadería intensivas, el urbanismo desmesurado que provoca la pérdida de hábitat y el uso de plaguicidas que ha disparado las alarmas en España y en la Unión Europea.
En nuestro país el borrador del Plan Estratégico del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad a 2030 incluye la necesidad de limitar «el uso excesivo o inadecuado de productos fitosanitarios, tales como insecticidas, herbicidas o fungicidas que se ha identificado entre los principales factores responsables del declive de grupos de especies, como los polinizadores».
En concreto, y con el objetivo de reducir a la mitad el uso de los pesticidas más peligrosos, plantea actuar contra los insecticidas del grupo de los neonicotinoides «que tienen una especial incidencia negativa sobre los polinizadores».
Los neonicotinoides son insecticidas diseñados para matar plagas de insectos en los cultivos y su particularidad es que son neurotóxicos, es decir, que actúan sobre el sistema nervioso central de todas estas especies, incluidas las abejas.
En el caso general de los polinizadores y en particular de las abejas, los neonicotinoides les provocan efectos «subletales» como la desorientación, que hace que «muchas veces no encuentran sus colmenas o las flores que necesitan para alimentarse», lo que «debilita las colonias y hace que acaben desapareciendo», asegura a EFEverde Luís Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace España.
Añade que este tipo de plaguicidas también provoca a largo plazo malformaciones y problemas a las larvas en la fase de crecimiento, haciendo especies cada vez mas débiles.
Las abejas tampoco escapan a los efectos del cambio climático como las alteraciones bruscas de temperatura o las sequías prolongadas que modifican los patrones de floración y confunden a éstos y otros polinizadores hasta tener que desplazarse a otras zonas buscando hábitats más apropiados, asegura Ferreirim.
Insustituibles para la biodiversidad
Por su parte, Ignasi Bartomeus, investigador de la Estación Biológica de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC indica a EFEverde que «el 80 % de las plantas necesitan ser polinizadas para crear fruto» y añade que la labor de los polinizadores y en particular de las abejas «es insustituible porque son piezas muy importantes para mantener la estabilidad de la biodiversidad».
Sin embargo, los datos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) señalan que en la Unión Europea el 9 % las especies de abejas se encuentran en peligro de extinción y el 10% de las que están evaluadas se consideran vulnerables o en riesgo de desaparición.
Entre las pocas especies de abejas que se salvan del declive, Bartomeus cita a las melíferas, las productoras de miel que, a pesar de tener una mortalidad alta, han incrementado su población debido a la proliferación de apicultores y colmenas.
Apicultura, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
Precisamente, y con motivo del Día Internacional de las Abejas, la organización agraria COAG ha anunciado la entrega de 110.000 firmas en el Ministerio de Cultura para que la apicultura sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, al considerar que se trata de «un oficio milenario imprescindible» que se encuentra «en situación límite».
El año pasado el censo de colmenas en España superaba los tres millones, el 80 % de las cuales pertenecían a apicultores profesionales, la mayoría trashumantes, según datos de «Colmenas Compartidas» que asegura que abejas aportan a la agricultura europea unos 22.000 millones de euros al año y cada colmena genera un beneficio de más de 1.200 euros.
Los expertos coinciden en que la agricultura y la ganadería intensiva representan «la amenaza más directa» para la supervivencia de las abejas e inciden en la necesidad de «minimizar en lo posible» los productos químicos para salvar a los polinizadores y mejorar la producción.
Desde Greenpeace proponen una «transición mundial hacia la agroagricultura» que prohíba los plaguicidas peligrosos para los polinizadores y promueva paisajes diversificados donde estas especies y las depredadoras de plagas puedan encontrar alimento y refugio.
Fuente EFEverde
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