En Venezuela actualmente se desarrollan antivenenos para contrarrestar los efectos de las picaduras de serpientes y alacranes. Estos antídotos se elaboran con la tecnología IgY, basada en anticuerpos de gallinas, y hasta el momento han sido probados en 40 personas, sin que se hayan registrado reacciones adversas.
José Contreras, investigador y experto en el manejo de serpientes en el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) le cuenta a RT sobre el proyecto que llevan adelante investigadores venezolanos de esa institución y de la Universidad Experimental Francisco de Miranda, en el estado centroccidental de Falcón, para la producción de antídotos alternativos cuya finalidad es la de disminuir los efectos adversos en los pacientes, abaratar los costos e incrementar su disponibilidad en los lugares remotos del país, donde la frecuencia de accidentes ofídicos es mayor.
Contreras cuenta que se enamoró de las serpientes a los 11 años, cuando llegó al Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela (UCV. «Entré como voluntario lavando peceras en el serpentario y me quedé con ellos hasta los 21 años«. Después de esa experiencia se fue al IDEA, donde se encuentra actualmente.
Su especialización en el manejo de los ofidios la ha logrado a pulso, de manera autodidacta. En Venezuela no hay profesionalización en el tema en el área académica, por lo que su proceso ha sido de autoformación formal para cumplir con los estándares del instituto de investigación al que pertenece.
Desde un asiento, que tiene como fondo el Valle de Sartenejas, en el municipio Baruta del estado Miranda, donde queda el IDEA, dice que nunca ha sufrido ningún accidente en los 13 años que tiene sacando el veneno y «ordeñando» a las serpientes. Afirma que la clave es «el respeto y observación del comportamiento de los animales que cumplen una función para mantener el equilibro ambiental».
¿Qué es un antiveneno de serpientes?
Es un fármaco específico que se utiliza a partir del veneno con el cual fue creado. En Venezuela, el más conocido es el producido por el Centro de Biotecnología de la Facultad de Farmacia de la UCV, que es polivalente, es decir, que neutraliza los efectos de las mordedura de varias especies de serpientes.
El veneno de la cascabel es altamente neurotóxico, ataca al sistema nervioso central, causa parálisis y paro respiratorio.
En Venezuela se aplica para la picadura de ejemplares del género Crotalus (cascabel) y Bothrops (mapanare, terciopelo, tigra mariposa), que son los que más accidentes causan. Se conoce que anualmente se producen entre 5.000 y 7.000 eventos de este tipo en el país suramericano.
¿Qué ocurre tras la mordedura de serpientes?
El veneno de la cascabel es altamente neurotóxico, ataca al sistema nervioso central, causa parálisis y paro respiratorio. En el caso de las mapanares, la sustancia tóxica es proteolítica, hemolítica y coagulante, descompone tejidos, destruye la sangre y genera necrosis.
Un aspecto importante, explica Contreras, es que los venenos, por una condición natural y evolutiva, se modifican en el ambiente natural de los ofidios, por lo que es necesario que la colección en los serpentarios para la investigación esté en constante renovación.
¿Venezuela fabrica todos los antivenenos?
En el país no se produce antídoto para la coral ni para la cuaima piña (Lachesis muta) porque su distribución geográfica está limitada a zonas muy remotas y la cantidad de eventos no amerita la producción del fármaco.
Frente a esta carencia, el especialista explica que el polo científico-tecnológico del Ministerio de Ciencia y Tecnología y el IDEA consideran que «no debe subestimarse la capacidad de encuentro que pueda existir entre las personas y ese tipo de animales«, por lo que trabajan en el desarrollo de nuevas tecnologías, mucho más económicas que las tradicionales, para producir antivenenos «iguales o mucho más eficientes y que puedan abarcar un monopolio de serpientes más grande».
La idea del éxito de este proyecto es el de tratar de regionalizar los antivenenos, no que haya un solo productor.
Actualmente en el IDEA se construye un serpentario con las adecuaciones de un laboratorio para la producción de veneno, que no solo sería utilizado para hacer el antídoto, sino en la investigación sobre su potencial farmacológico.
Hasta ahora, las investigadoras han logrado neutralizar de manera exitosa fracciones puntuales de veneno de escorpión que se usará para comenzar la producción del antídoto.
Regionalizar los venenos de serpientes
El también licenciado en Educación explica que el primer eslabón de la propuesta está conformado por las serpientes y el veneno que producen, porque gracias a él se obtiene el fármaco para neutralizarlo. «La idea del éxito de este proyecto es el de tratar de regionalizar los antivenenos, no que haya un solo productor», como ocurre actualmente.
Para ello, continúa, el Estado se apoya en las universidades. «Si se consiguen cuatro o cinco que produzcan antídotos para ciertas regiones, se abaratan los costos y se garantiza que se cubra la mayor cantidad del mapa de venenos en Venezuela».
¿El antiofídico que se usa tiene limitaciones?
En Venezuela se produce el suero antiofídico polivalente. El veneno se saca de las serpientes y es inoculado en equinos, que producen anticuerpos para neutralizarlo. Para este proceso se le extrae la sangre y se usa el plasma, recoge una publicación del Instituto de Medicina Tropical.
Entre las limitaciones para la conservación de este suero se encuentra imposibilidad de mantener una cadena de frío para conservarlo. «Generalmente, en los lugares más remotos, donde suceden más accidentes, a veces no tienen electricidad, se va la luz por varias horas, no tienen neveras», explica.
Si bien el investigador destaca las características positivas del antiofídico producido por la UCV, que incluso ha demostrado eficacia cuando se rompe con la cadena de frío, refiere que por las regulaciones bioéticas de traslado de fármacos no puede ser llevado a algunos lugares porque se no cuenta con vehículos refrigerados.
¿Cómo es el antiveneno en desarrollo?
Para hacerlo se utiliza la tecnología IgY, relacionada con la producción y uso de anticuerpos aviares (inmunoglobulina del huevo o IgY).
Sobre las ventajas, el educador ambiental afirma que el producto se presenta liofilizado o deshidratado, en polvo y no necesita refrigeración. Además, tiene la posibilidad de causar menos efectos adversos al suministrarlo.
El antiveneno de Falcón ya se ha utilizado en 40 personas que respondieron de una manera positiva.
Del mismo modo, como el material se extrae del huevo puede producirse en más cantidades; resulta más barata la cría de gallinas que la de caballos y se respeta el aspecto bioético, debido a que a las aves no sufren de sangrías para extraer el plasma, como sí ocurre con los equinos.
¿Sufren las gallinas?
Las gallinas, al igual que los caballos, también son inoculadas con dosis del veneno, sin embargo, los anticuerpos son extraídos del huevo, que posteriormente puede consumirse sin problemas, y el ave puede continuar su vida con normalidad.
¿Dónde se produce este fármaco?
Un grupo de especialistas lidera el proyecto en la Universidad Experimental Francisco de Miranda. Allí, en el Centro de Desarrollo de Investigación Tecnológica hay una gama de laboratorios y de personal calificado que extrae las inmunoglobulinas, elabora el fármaco y lo envasa.
En la casa de estudios también se encuentran los gallineros y el serpentario.
¿En cuántas personas se ha aplicado el antídoto?
El antiveneno de Falcón ya se ha utilizado en 40 personas que respondieron de una manera positiva e, incluso hasta seis meses después de su administración, no presentaron reacciones adversas a la inmunoglobulina.
Actualmente está en una fase de evaluación con el acompañamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología y del Instituto Nacional de Higiene, que es el ente regulador en materia farmacéutica, y se están haciendo las gestiones y las pruebas para su certificación.
¿Hay registro de accidentes con serpientes?
Contreras afirma que actualmente se trabaja en levantar un sistema de gestión de información en los hospitales públicos, que tenga herramientas tecnológicas para facilitar el trabajo del registro de personas envenenadas por serpientes o escorpiones.
En este momento no cuentan con boletines epidemiológicos que recojan la incidencia de los accidentes en cada uno de los estados. «Sabemos que el número es alto porque la cantidad de serpientes lo es, al igual que en los países vecinos, que se encuentran entre los más megadiversos del planeta».
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