A pesar de que el Gobierno de los EE.UU. se ha encargado de aclarar en las últimas semanas su postura sobre la «crisis de Venezuela», como la califica la Casa Blanca, la administración del presidente Joe Biden mantiene vigente un juego a dos bandas en el país suramericano y condiciona la flexibilización de las sanciones impuestas a Caracas desde hace años.
El doble juego de EE.UU. con respecto a Venezuela se percibe en varias acciones. Por un lado, se reúne directamente con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, para abordar asuntos de interés geopolítico y estratégico; y por otro, telefonea a Juan Guaidó para decirle que aún lo apoyan y siguen reconociendo su «gobierno interino», reseña RT.
En marzo pasado, la administración de Biden mantuvo conversaciones directas con el Gobierno de Maduro, cuando un equipo de alto nivel de Washington, encabezado por el director de Asuntos Hemisféricos del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, Juan González, viajó a Caracas y se sentó en Miraflores para negociar distintos asuntos de interés con Maduro relacionados con la política, la economía y la energía, entre otros. A finales de junio se repitió otro encuentro en la capital venezolana con representantes de ambos gobiernos.
Aquellas negociaciones entre la Casa Blanca y Miraflores se tradujeron en asuntos concretos. Caracas dejó en libertad a dos estadounidenses, uno involucrado en delitos de corrupción en Petróleos de Venezuela (PDVSA) y otro acusado por terrorismo en 2021, y se decidió darle un «reformateo» al diálogo político con la oposición. Semanas después, EE.UU. flexibilizó las sanciones contra la industria petrolera venezolana, al permitir que empresas estadounidenses y europeas reiniciaran sus operaciones en el país suramericano; una medida vital para Washington y Europa ante el conflicto en Ucrania y las restricciones impuestas al crudo y gas ruso.
A pesar del acercamiento a Maduro, ahora la administración de Biden, que había sacado de sus discursos el calificativo de «presidente interino» para Juan Guaidó —aunque sí lo apoyaban—, ha decidido dar un paso atrás y retomar la etiqueta para el exdiputado, al señalar que reconoce a «la Asamblea Nacional elegida democráticamente en 2015» y en consecuencia el supuesto cargo presidencial, un asunto que parecía haberse resuelto tras la elección del nuevo Parlamento venezolano en diciembre de 2020.
La Casa Blanca informó la semana pasada que Biden sostuvo una llamada telefónica con Guaidó para expresarle su reconocimiento, así como el «apoyo a las negociaciones», en referencia al proceso que retomaron representantes del Gobierno de Maduro y la oposición radical venezolana. El rescate a Guaidó —quien el fin de semana fue sacado a gritos, empujones e insultos de un restaurante en Venezuela— se dio justo cuando se desarrollaba la polémica IX Cumbre de las Américas, de la que EE.UU. decidió excluir a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, al argumentar que estos países no cumplirían «con los estándares democráticos» de Washington.
«Calibrar la política de sanciones»
La «nueva» línea sobre Venezuela llevó incluso a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean Pierre, a equivocarse en una conferencia de prensa ante una pregunta que le hicieron sobre cuestiones entre Brasil y EE.UU., y la alta funcionaria respondió —leyendo— que Biden seguía reconociendo a Guaidó.
En otras intervenciones públicas, tanto Biden como otros voceros de la Casa Blanca han asegurado que EE.UU. estaría dispuesto a «levantar la presión» y a «calibrar la política de sanciones» contra Venezuela, pero si se cumplen ciertas condiciones.
En la conversación telefónica de Biden con Guaidó, ambos «hablaron sobre el papel que pueden desempeñar EE.UU. y otros socios internacionales para apoyar una solución negociada a la crisis de Venezuela». Según el titular de la Casa Blanca, tales «negociaciones» serían «el mejor camino» para conseguir la «restauración pacífica de las instituciones democráticas, elecciones libres y justas, y respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos».
En ese sentido, Biden aseguró su país estaría «dispuesto a calibrar la política de sanciones» —creadas para tratar de forzar la salida de Maduro—, pero esta eventual situación se daría de acuerdo a lo que se informe en «los resultados de las negociaciones» que, según Washington, otorgarían poder «al pueblo venezolano para determinar el futuro de su país».
Sobre esto, el asesor especial de Biden, Juan González —el mismo funcionario que se reunió con Maduro en Caracas en marzo pasado— dijo a la Voz de América (VOA) que aunque EE.UU. no pretende imponer «condiciones», ellos estarían «totalmente dispuestos a levantar la presión de sanciones», mientras existan «pasos concretos».
«Nosotros estamos 100 % en apoyo a un diálogo que sea liderado por los venezolanos, no uno donde EE.UU. imponga condiciones. La política nuestra es clara, estamos totalmente dispuestos a levantar la presión de sanciones, pero en base a pasos concretos», señaló González.
¿Qué ha dicho y que está haciendo Venezuela?
Mientras EE.UU. reacomoda su discurso sobre Venezuela, el presidente Maduro realizó una gira internacional por países de África, Asia y Europa para establecer nuevos convenios de cooperación multilateral y agendas de trabajo que acompañen la apuesta económica de «diversificar la economía» en su país.
Esta política, que consiste en cortar con la dependencia exclusiva de la renta petrolera, según ha explicado Maduro en varias ocasiones, busca incentivar las inversiones extranjeras hacia distintas áreas —además de la energética— para desarrollar sectores fundamentales como alimentos, salud, tecnología, turismo, educación, industrias, transporte, comunicaciones, entre otros.
Para el presidente venezolano, las relaciones multilaterales y la construcción de un mapa de cooperación integral son fundamentales para dejar atrás el «modelo hegemónico» que quieren preservar EE.UU. y sus aliados, pues permitiría desarrollar una economía «pluripolar» basada en la complementariedad, el respeto y la «diplomacia de paz».
Durante su gira internacional, en la que Maduro visitó Turquía, Argelia, Irán, Kuwait, Catar y Azerbaiyán, el titular venezolano dijo a Hispan TV que, tras la imposición de sanciones de EE.UU. y de la Unión Europea, Venezuela ha logrado desarrollar «una economía de guerra de resistencia» que le ha permitido —en medio de las dificultades— «parir soluciones» y «contrarrestar» el efecto negativo de las medidas coercitivas, que se reflejan en el fin de la hiperinflación y el inicio de la «recuperación económica».
En la entrevista, Maduro habló sobre la decisión de EE.UU. de permitir a las petroleras extranjeras negociar con Caracas. El presidente venezolano dijo que esa medida podría significar un «paso leve» en la flexibilización de las sanciones y agregó que esta medida se tendrá que evaluar a futuro para ver cómo se desarrolla.
Además, Maduro advirtió que en ningún caso lo que decida o haga Washington debe definir las acciones a tomar por Caracas, pues su país no debe depender de esas circunstancias, sino de su propio esfuerzo para lograr progreso y mejores condiciones de vida para los ciudadanos.
Por esto señaló que mientras EE.UU. apuesta a la «exclusión», Venezuela junto a países afectados por el régimen de sanciones como Irán, Rusia, Cuba, entre otros, han decidido trabajar juntos por la integración y el desarrollo de un sistema económico complementario e independiente.
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