Colombia: ¿Es posible la reconciliación y la paz?

El presidente electo de Colombia lleva una intensa agenda que busca avanzar en la implementación efectiva del diálogo y acabar el conflicto.

Colombia: ¿Es posible la reconciliación y la paz?

Autor: Ronald Ángel

La victoria de Gustavo Petro ha significado un cambio de paradigma en Colombia. El político, que ganó con la bandera del «cambio histórico», lejos de atizar la polarización contra el uribismo, ha apostado a la vía contraria: un diálogo plural para dar inicio a una era de paz.


Tras los primeros días de su triunfo electoral y aún sin asumir el poder, Petro ha mantenido una ajetreada agenda política que, en lo externo, ha incluido entre sus prioridades las relaciones diplomáticas con EE.UU. y la normalización de los vínculos con Venezuela.

Puertas adentro, una de las claves del plan de Petro apunta a lograr el anhelado acuerdo nacional por la paz. Sus conversaciones con distintos factores políticos del país, como su rival del balotaje presidencial, Rodolfo Hernández, y el líder del Centro Democrático, Álvaro Uribe, son la muestra más contundente.

El uribismo y el futuro de Colombia

Un asunto que ha causado revuelo ha sido el acercamiento entre Petro y Uribe en Bogotá. Ambos políticos, desde trincheras ideológicas diametralmente opuestas, entablaron un inédito diálogo que parecía difícil por las diferencias en temas como el postconflicto tras la firma del acuerdo de paz de 2016.

La reunión, calificada como «respetuosa» por Petro y «constructiva» por Uribe, marca el inicio de un debate político por la paz que se alinea con las promesas de campaña del mandatario electo, quien concibe el diálogo con la oposición como un escenario para identificar las diferencias y conseguir puntos en común.

El tono de Uribe tras la reunión con Petro fue de reconocimiento al nuevo mandatario, a quien agradeció por escuchar sus preocupaciones y puntos de vista, e incluso se comprometió a aprobar, en la medida de lo posible y «sin cálculo», las propuestas del futuro gobierno con las que coincida.

En paralelo, transcurren las reuniones de empalme para la transición del gobierno, que incluyeron un encuentro en la Casa de Nariño entre el actual mandatario, Iván Duque, y el presidente electo, de cara al próximo 7 de agosto, cuando el izquierdista asumirá como nuevo jefe de Estado.

El acercamiento con Hernández

Todo este proceso ha sido visto como un logro importante para Petro, pues a pocos días de su elección se ha podido sentar a dialogar con el sector más radical del país, el uribismo, y con quien fue su adversario directo en las elecciones, el conservador Rodolfo Hernández.

Petro y Hernández concretaron un acercamiento mucho más ameno, a juzgar por unas fotografías en las que hubo sonrisas, abrazos y un saludos de manos, que fueron acompañados de mensajes esperanzadores. Y es que ambos políticos, más allá de las diferencias en el tono y los intereses, se enfrentaron en el balotaje con una promesa electoral común: el cambio en el ocaso de la hegemonía uribista.

«Empezó el cambio», escribió Hernández en un tuit con una foto junto a Petro.  El presidente electo de Colombia, por su parte, agregó: «Vamos con seguridad a un acuerdo nacional. Aquí comenzó el cambio. Aquí habrá un acuerdo de la Nación
Aquí habrá una mesa de trabajo conjunta del nororiente con el gobierno nacional».

El paso más reciente dado por Petro y que apunta a bajar la guardia de los empresarios y el tono conflictivo de los sectores más conservadores de Colombia, ha sido la designación como ministro de Hacienda del reconocido economista José Antonio Ocampo, quien tuvo experiencia como titular de esa cartera en 1994 durante el gobierno de Ernesto Samper, y ha desempeñado cargos importantes como la secretaría ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la presidencia del Comité Ejecutivo de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.

El camino hacia la paz en Colombia, que aún es cuesta arriba y pasa por la incorporación de todos los sectores políticos al proceso de acuerdo nacional, también necesita abordar otros factores que atizan la violencia interna: los clanes del narcotráfico, el paramilitarismo, las guerrillas y las disidencias de los grupos armados, la corrupción, la impunidad y la desigualdad social.

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