Un derechohabiente del Instituto del Seguro Social (IMSS) denunció las humillaciones y arbitrariedades de las que ha sido objeto en algunos centros de la Unidad Medicina Familiar (UMF) como la 1 de Insurgentes Chula Vista, la UMF 6 de San Pedro, la UMF 57 de La Margarita y el Hospital General de Zona No 20, identificado como “La Margarita”.
El personal administrativo y médico ha hecho mofa de su adicción a la metanfetamina, a pesar de su intento por vencerla; además, retrasan la entrega de medicamentos para su rehabilitación, ignoran sus denuncias y lo han estigmatizado como un “drogadicto mitómano”.
A través de una denuncia hecha a El Ciudadano México, el hombre aseguró que accedió a los servicios del IMSS desde el 2014; no obstante, una adicción a la metanfetamina, diagnosticada a mediados de 2018, fue el detonante de los atropellos y abusos de poder en su contra.
Clínica 1, lugar de negligencias y humillaciones
De acuerdo con la denuncia, el hombre –quien pidió permanecer en el anonimato– ha acudido en más de 10 ocasiones al área de Urgencias de la Unidad Medicina Familiar (UMF) 1, ubicada en la 11 sur y 13 poniente, en donde los urgenciólogos, lo trataban de la forma «más humillante posible, quizás para que desistiera de mi adicción».
En una ocasión, acudió con problemas de presión arterial alta y no fue atendido adecuadamente. Indicó que ante el reporte por su adicción, los médicos tienden a ignorar sus padecimientos, ‘sermonearlo’ y asegurar que su estado de salud se debe a la falta de medicación, a pesar de que la prescripción del mismo derivó de un mal diagnóstico médico.
Además, comentó, fue atacado físicamente por el cuerpo médico, ya que en marzo del 2021 se encontró a uno de los doctores en una tienda de conveniencia (Oxxo) cercana, quien le gritó que era un drogadicto y llevaba equipo (ligas y jeringas) para inyectarse en cualquier lado.
El agraviado intentó frenar la agresión empujando al galeno, pero recibió un golpe en la cara que incluso le tiró los lentes, por lo que acudió al área de Urgencias para denunciarlo, pero nadie quiso tomarle su declaración.
Mal diagnóstico = medicación errónea
El derechohabiente comentó que solicitó apoyo en el departamento de psiquiatría, con ayuda de su familia, y el pasado 3 de noviembre del 2020 fue canalizado a la UMF 6 en San Pedro; sin embargo, fue atendido de mala gana por parte del personal administrativo, “porque la doctora ya se iba de vacaciones y no tenía tiempo”.
Tras el diagnóstico y la prescripción médica, otorgada por la doctora de forma fugaz, el hombre comenzó a experimentar alteraciones en su salud como taquicardias, problemas de presión arterial e insomnio, el cual, afirmó, alcanzó las 60 horas continuas.
La doctora volvió de sus vacaciones en enero de 2021 y entre gritos, reclamos y humillaciones aseguró que la receta que le indicó no causaba efectos secundarios y lo amenazó con quitarle la afiliación si seguía insistiendo con una supuesta negligencia médica; además “me levantó un reporte y me tachó como drogadicto mitómano” indicó.
Poco después, acudió a las oficinas de la Coordinación Delegacional de Atención y Orientación al Derechohabiente, ubicadas en la UMF 57 de La Margarita, y fue recibido por la doctora Cecilia López Sánchez, quien, al escuchar el caso, confirmó que había sido víctima del personal médico y administrativo del IMSS.
Fue recanalizado para sus consultas de psiquiatría con el doctor Alejandro Cortes Pérez, quien a pesar de tratarlo bien en un inicio; cambió su actitud «tratándolo con asco y burlas innecesarias», quien añadió a su expediente que era un hombre drogadicto, problemático, violento que solía evitar tomar sus medicamentos.
A pesar de que le cambiaron el medicamento, este fue para un diagnóstico diferente al que tenía, pues su receta indicaba trastorno bipolar, a pesar de que su historial indicaba que padecía trastorno límite de la personalidad (TLP); sin embargo, las consultas que solicitó eran por su adicción.
“Me recetó Sertralina y Topiramato, sin indicarme para qué era, en qué dosis. No se me entregó información sobre mis medicamentos en mis consultas o por algún otro medio. Hay medicación para tratar adicciones como el tabaquismo, pero otros médicos me confirmaron que si me dio la medicación adecuada para mi problema”, indica la denuncia.
Hospital de la Margarita, abusos físicos y malos tratos
El denunciante agregó que otra de las agresiones graves ocurrió en el Hospital General del Zona No. 20, conocido como “La Margarita”, pues a mediados del 2020 y teniendo conocimiento de su condición, una doctora lo humilló delante de los pacientes.
Tuvo que ser internado por problemas de salud; no obstante, y en medio de la crisis sanitaria por covid-19, no se le facilitó una cama y fue obligado a dormir en una banca de aluminio y posteriormente en una especie de diván que estaba a menos de medio metro del piso.
Previo a su alta, la doctora lo “despertó a manotazos en la espalda para que desocupara la cama y dárselo a un paciente grave” y le negaron información sobre su estado de salud, por lo que decidió escapar del hospital escondiendo un suero intravenoso bajo la ropa.
Además, la cardióloga Carmen Aurora Limón Sandoval solía criticar su estilo de vida, burlarse de él delante de los administrativos y demás pacientes y aseguraba que, aunque la denunciara, no pasaría nada, pues “recursos humanos la protegía”.
Confirman mala praxis
El hombre ha regresado de forma constante a denunciar todo lo sucedido, sin que el personal administrativo le permita hablar con los médicos encargados.
Una de las doctoras con las que pudo hablar y quiso escuchar su caso, aseguró que los involucrados habían cometido abusos de poder y afirmó que había sido víctima de negligencia médica “porque se necesitan 3 meses de sobriedad para empezar cualquier esquema”, cosa que no ocurrió.
Meses después, al acudir a las oficinas ubicadas enfrente de Hospital San Alejandro a hacer unos trámites, otro doctor escuchó su caso, quien dejó entrever que su caso fue compartido en grupos de WhatsApp, y era la razón por la “me tocaba llegar a escritorios o consultorios donde ni siquiera decía hola y ya me esperaban con una cara, una mueca o hasta una grosera contestación”.
Foto: Agencia Esimagen