Científicos de la NASA han descubierto que en unas estructuras geológicas peculiares conocidas como ‘pozos lunares’ las temperaturas se mantienen alrededor de los 17 °C. El hallazgo podría ser de mucho interés para la futura exploración humana de la Luna, pues esas áreas de sombras son excelentes para trabajar y vivir. El descubrimiento fue publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Los investigadores, valiéndose de las herramientas del satélite orbital de reconocimiento lunar (LRO, por sus siglas en inglés) para realizar las mediciones y utilizando modelos informáticos, descubrieron que la temperatura de un pozo de 100 metros de profundidad, en el Mar de la Tranquilidad, solo cambia ligeramente durante el día lunar. La NASA explica que durante el día lunar (no confundir con el ciclo lunar), haciendo referencia a la incidencia de la luz solar, que tiene 2 semanas de duración, la temperatura en la superficie lunar puede ser más alta que la temperatura a la que hierve el agua en la Tierra. Sin embargo, los expertos determinaron que la temperatura en los pozos parece ser diferente a la de la superficie.
Noah E. Petro, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Maryland, dijo, en un comunicado difundido por la agencia este martes, que los pozos lunares «son una característica fascinante en la superficie lunar». También explicó que el saber que los mismos crean un entorno térmico estable abren la «posibilidad de explorarlos algún día».
En el mismo comunicado, el investigador Tyler Horvath dijo que «alrededor de 16 de los más de 200 pozos [hasta ahora identificados] son probablemente tubos de lava colapsados». Este hecho da la posibilidad de que al menos, algunos de ellos, «sean una puerta (o ventana de techo) a una cueva».
Los científicos vieron por primera vez los pozos en el 2009 y, desde entonces, se han cuestionado si estos, y las cuevas a las que dan acceso, podrían ser refugios donde los astronautas se protejan de las duras condiciones de la superficie lunar. Entre los severos desafíos a enfrentar, durante los viajes a nuestro satélite natural, están los cambios drásticos de temperatura, los rayos cósmicos, la radiación solar y los micrometeoritos.
«Los humanos evolucionaron viviendo en cuevas, y a las cuevas podríamos regresar cuando vivamos en la Luna», explicó el coautor del estudio, David Paige, líder del experimento del radiómetro infrarrojo, a bordo del LRO, utilizado para realizar las mediciones de temperatura.
El equipo de investigadores concluyó en su artículo que, para la colonización y exploración de la Luna a largo plazo, los pozos y las cuevas pueden ofrecer una mayor seguridad para la misión que otros posibles lugares, proporcionando un valioso trampolín para sostener la vida humana más allá de la Tierra.
Fuente RT
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