Fotogalería por Joel Merino
A pesar de que nadie sabe quién la inventó,
la rueda es algo desapercibido en nuestra cotidianidad.
Un elemento que marcó a las grandes civilizaciones
y que hoy, en día, es parte del principio ingenio
llamado movimiento.
Es una máquina simple, una herramienta que ayuda transitar, pasar de un lugar a otro, transportarse y recorrer las calles de alguna ciudad, en este caso, las de la ciudad de los Ángeles, la Heroica Puebla de Zaragoza.
Existe una gran tradición de ciclistas que se mueven por las calles del centro histórico, ya que por su arquitectura es uno de los complejos mejor trazados en el mundo, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, el desgaste de las otras ruedas, la de los autos han provocado que los trabajos de mantenimiento no duren, además de que no existe como tal una cultura vial.
Lamentablemente, el ciclista, se ve amenazado la mayoría del tiempo en su hábitat natural. Por lo que tiene que andar siempre a las vivas, no dejar que un peatón pase por su carril, que un auto no se adelante al semáforo por estar a las prisas y ¡zas! se lleve lo lleve de calle.
Pero no todo es una cuestión técnica de vida o muerte, o mucho menos de algún tipo de herramienta milenaria a la cual, de alguna manera se le debería venerar, lo cual, amigo lector, este texto pretende realizar.
Las ruedas también giran a un giro, son el utensilio que dignifica algunos de los oficios más antiguos y que prevalecen en las grandes urbes. ¿Es que cómo no podríamos estar orgullosos de esa gran labor que cumple este cuerpo circular?
Si para algunos es una extensión más de su cuerpo, de su forma de entender el universo, del andar y comunicarse.
Nos lleva el pan a la mesa, nos ayuda a mover todo aquello que ya no queremos, y que para otros puede resultar un gran tesoro, nos acerca a deliciosos momentos en compañía del limoncito, también circular, y así todo va girando, la economía, las personas, las maneras de entender el tránsito y hasta la vida.
Existen ruedas de todo tipo, de nailon, silicona, caucho, madera, plástico y metal.
Todo va girando, en su incierto final. La rueda, solo nos acompaña, silenciosa en mundo que se va transformando.
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