El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) visitó los Estados Unidos este 12 de julio y ofreció cinco propuestas al presidente Joe Biden. Éstas se basan en el profundo conocimiento de AMLO de la historia de México, y de su lectura de la crisis en EE. UU., que parece estar perdiendo su lugar como líder mundial.
La primera de las propuestas formuladas por AMLO, apuntó que México permita a los consumidores estadounidenses cargar gasolina del lado mexicano de la frontera. Con ello, permite a los Estados Unidos aligerar su crisis inflacionaria. Como muestra de apoyo, para aliviar aún más la crisis, AMLO ofreció duplicar este suministro.
En segundo lugar, AMLO dijo que México dispone de más de 600 millas de gasoductos a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México para ayudar a transportar el gas natural de Texas a Arizona, California y Nuevo México. Esto beneficiaría a tres millones de personas en los Estados Unidos. Su propuesta – indirectamente – recuerda la crisis de gas en Texas, que costó a México más de 65 mil millones de pesos mexicanos.
En tercer lugar, AMLO sugirió eliminar trámites y aranceles a alimentos y bienes de consumo general para reducir el costo de la vida para las familias estadounidenses y mexicanas.
En cuarto lugar, AMLO señaló que, dado que la pandemia y la guerra en Ucrania son las principales causas de la actual inflación, México conducirá una política de sustitución de importaciones para aligerar algo de la inflación de las mismas. La producción de petróleo irá acompañada del desarrollo de fuentes energéticas alternativas, y México también entrará en la industria del litio.
En quinto y último lugar, dado que EE. UU. necesitará mano de obra para implementar sus planes de modernización infraestructural, AMLO propuso organizar la migración de trabajadores hacia el norte para evitar la escasez de mano de obra y pidió a los Estados Unidos que proporcione a estos trabajadores visas de trabajos temporales para este fin. También solicitó a Biden “regularizar” el estatus legal de la población migrante en los Estados Unidos para garantizar los derechos de la diáspora mexicana.
Si vemos de cerca estas propuestas, todas indican que los Estados Unidos se encuentra en una posición de debilidad relativa tanto frente a sus competidores en el exterior (como China), como frente a México y el resto de América Latina. La debilidad estadounidense, junto al liderazgo activo de México en América Latina, y el apoyo histórico de la población nacional y la diáspora mexicana al gobierno de México tienen paralelo con otros momentos de la historia de la relación México-Estados Unidos.
Las lecciones de historia de López Obrador
En su discurso en la oficina oval, López Obrador recordó que cuando el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt (FDR) llegó al poder luego del crack económico de 1929, encontró a los Estados Unidos en crisis por la recesión global y la caída de la bolsa de valores. En esa época, Roosevelt promovió la intervención del Estado para generar bienestar; concretamente un sistema mixto-keynesiano, conocido como el New Deal.
Además del New Deal del FDR, durante esa época los Estados Unidos suavizaron (aunque no cesaron) su política intervencionista en América Latina. Retiraron sus tropas de Haití y permitieron la eliminación de la Enmienda Platt, que atentaba contra la soberanía de Cuba. Orillado por la inminente amenaza de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. se vio obligado a buscar la solidaridad hemisférica para proteger sus intereses y su territorio de potenciales ataques.
Durante su mandato (1933-1945), Roosevelt coincidió como presidente con el mexicano Lázaro Cárdenas (1934-1940). Este último, general en la Revolución mexicana de 1910, pasaría a la historia de México por el desarrollo de infraestructura pública, las reformas agrarias, la reivindicación de los derechos de la clase trabajadora y su proyecto de educación socialista.
Pero sobre todo, Cárdenas es recordado por su decreto de nacionalización del petróleo en 1938. Todas estas acciones y posturas provocaron protestas en varios sectores del poder estadounidense. No obstante, el balance interno y externo de las fuerzas político-económicas impidió a la Casa Blanca frenar el proceso nacionalista de Cárdenas, que también contaba con un fuerte apoyo popular. Algo similar ha hecho López Obrador, con la inversión pública en proyectos de desarrollo soberano como el Tren Maya, el Corredor Transístmico, las refinerías de Petróleo y la nacionalización del litio.
López Obrador también recordó a Biden que, durante la presidencia de Roosevelt, México y los Estados Unidos también crearon un programa de migración legal, el programa Bracero, entre 1942 y 1964, para reactivar la economía estadounidense. AMLO cerró su discurso en la Casa Blanca instando a su homólogo a ser audaz, a aceptar el fin del neoliberalismo en el mundo y a enfrentar a la derecha en los Estados Unidos: “Sé que sus adversarios, los conservadores, van a pegar el grito en el cielo, pero sin un programa atrevido de desarrollo y bienestar no será posible resolver los problemas, ni conseguir el apoyo del pueblo. Frente a la crisis, la salida no está en el conservadurismo sino en la transformación. Actuar con arrojo, transformar, no mantener el statu quo”.
La vanguardia política del continente
López Obrador no solamente se ha constituido como el referente político de la izquierda latinoamericana, sino que también ha liderado el proceso de integración del sur de la región a través de la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o de su diplomacia en Centroamérica. Ha logrado minar la capacidad intervencionista de los Estados Unidos sin perder la relación amistosa con el vecino del norte – como demuestra esta visita oficial –. Además, ha propuesto soluciones a la inflación y los padecimientos globales causados por la pandemia y la guerra de Ucrania, animando a su homólogo estadounidense a imitar la economía política mexicana.
América Latina y El Caribe se ven, cada vez más, como iguales para los Estados Unidos, poniéndose en la primera línea de batalla por la soberanía de países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, y respaldando procesos progresistas como los de Bolivia, Brasil, Colombia y Honduras. Asimismo, López Obrador ha puesto sobre la mesa un tema político que será de gran importancia en la vida interna estadounidense: los derechos de los trabajadores migrantes mexicanos y latinos. AMLO les ha pedido que utilicen sus votos para vigilar y dar forma a las reformas legislativas en materia de inmigración en los Estados Unidos, y para garantizar los que los intereses del Sur Global dejen de ser ignorados durante la elaboración de políticas en Occidente.
Biografía del autor: Este artículo fue producido para Globetrotter. Rodrigo Guillot trabaja en la Coordinación Internacional del Instituto Nacional de Formación Política de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Estudia Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Ciudad de México.