EDITORIAL- Discusión inmediata a anulación de Ley de Pesca: La jugada con que Boric pondría la lápida a la derecha y al Rechazo

Es el momento en que el poder constituido (el Gobierno) se una al poder constituyente (el pueblo soberano) en un sentido y objetivo común: construir un país distinto, donde la justicia sea igual para todos, y donde la fuerza del bien común se imponga al, hasta ahora, avasallador poder de los grupos económicos.

EDITORIAL- Discusión inmediata a anulación de Ley de Pesca: La jugada con que Boric pondría la lápida a la derecha y al Rechazo

Autor: Ciudadano

Como nunca en la Historia, en este momento se ha generado un consenso de anular la Ley de Pesca conocida como “Ley Longueira”, por el ministro de Economía que la promovió bajo la primera administración Piñera (2010-2014).

La iniciativa extinguiría los extraordinariamente valiosos derechos de pesca otorgados por el Congreso Nacional -por 20 años prorrogables y evaluados en 743 millones de dólares anuales- a siete poderosas familias.

La tramitación se vio determinada por las comprobadas coimas a parlamentarios que han acabado con un senador y una diputada -ambos vinculados a la UDI- condenados y en la cárcel.

Sin duda que una de las causas del estallido social es la sensación ciudadana de que todo el peso de la ley y del poder económico y político se ceba contra ellos mientras los poderosos se ríen de la Justicia y hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren. 

El ejemplar accionar de la fiscal Ximena Chong, de las organizaciones de pescadores que insistieron en sacar adelante el juicio contra los corruptos, de los jueces, abogados y diputados que bregaron para que hubiera condenas, es uno de los pocos logros que los humillados por tanta centenaria injusticia han (hemos) podido obtener en la historia reciente de Chile.

Pero, falta que lo simbólico se convierta en ley de la república. Falta que por primera vez en la historia una ley comprobadamente corrupta sea anulada y que, de esta manera, el bien común y la voluntad soberana se unan en un paso trascendente que toque el bolsillo de quienes se han considerado, hasta ahora, los dueños de Chile.

Toca la hermosa coincidencia que todo esto sucede justo en momentos en que Chile se encuentra ad portas de tomar la definición más importante de su historia: si quedarse con la constitución neoliberal de Pinochet-Lagos; o con la nueva constitución, redactada por una convención constitucional electa democráticamente.

 En ese contexto, ¿cuál es el rol que debe jugar el presidente Boric? Seamos claros: este no se acaba en informar a la ciudadanía del contenido de la nueva constitución (aunque esa tarea es muy importante);ni en gestar acuerdos con la clase política para corregir un texto que aún no se aprueba ni se comienza a implementar.

Si de verdad se quiere dar una señal democratizadora potente a la ciudadanía; en elsentido que se apunte a acabar con la corrupción y el predominio de la oligarquía por sobre los pueblos, y en pos de construir en forma democrática los destinos del país, es necesario ir más allá.

El presidente Boric lo tiene a su alcance: se trata de poner discusión inmediata o suma urgencia al proyecto que anula la Ley de Pesca, el que ya fue aprobado por diputados (as) y ya se tramita en el Senado.

Esto obligaría a discutir en breve lapso este proyecto lo que permitiría poner en el centro del debate, la encrucijada entre corrupción y bien común. Esto ocurriría justo en momento este de definiciones realmente históricas, en que la derecha se esconde en las faldas de lo más corrupto de la exconcertación. El paso sería clave, porque exigiría a la derecha salir de la ultratumba en la que está escondida para no ser vista y asumir una discusión de fondo en la que no caben dobleces.

Por lo mismo, el ejecutivo debe sacar a la pizarra a la derecha para que todo Chile pueda conocer o recordar su verdadera posición sobre temas verdaderamente trascendentes que están siendo esquivados en la actual coyuntura constituyente (especialmente por ese sector), como su relación con los delitos de cuello y corbata.

Es el momento en que el poder constituido (el Gobierno) se una al poder constituyente (el pueblo soberano) en un sentido y objetivo común: construir un país distinto, donde la justicia sea igual para todos, y donde la fuerza del bien común se imponga al, hasta ahora, avasallador poder de los grupos económicos. Si Boric da esa señal, todos sabremos que está del lado correcto de la historia. Pero si dilata o escabulle dicha decisión, la señal que estará dando es que el poder económico siempre puede más y que nunca es el momento adecuado para hacer lo que es correcto y que todo Chile espera.


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