Previo a su llegada a Chile, la artista madrileña La Otra, concedió una entrevista a El Ciudadano, donde abordó diversas temáticas, que van desde sus inicios en la música, sus influencias políticas y artísticas, su opinión del proceso constituyente chileno y el lanzamiento de su tercer álbum «Incendio».
¿Cómo llegó usted a la música?
«Es curioso porque llegué a la música a través del activismo político, ya que al comenzar a hacer canciones y cantarlas en público lo hice motivada por la idea de que era una manera más de difundir mis ideas. Y al activismo político llegué a través de la música, que fue mi primer espacio de politización. Obvio que luego todo esto se ha ido ampliando, y hoy día entiendo el arte como algo transformador en sí mismo, más allá de que sea un medio para tomar parte también en la batalla cultural».
¿Cómo ha sido su inmersión en la industria cultural?
«Ha sido lenta y siento que, de algún modo, contra viento y marea. Por varios motivos: en primer lugar hacer música explícitamente militante ha sido siempre un freno en ese sentido. Creo que a día de hoy han cambiado algunas cosas y la industria va dando cabida a proyectos posicionados políticamente más a la izquierda y concretamente feministas, y esto tiene que ver con que todo lo absorbe el capitalismo, pero también con victorias culturales de movimientos sociales que han logrado transformar sus reivindicaciones en sentido común, y eso en mi opinión es positivo. Por otra parte, yo comencé en mi proyecto sin tener apenas formación musical ni venir de un entorno artístico, ya que mis intereses en los primeros años estaban más en entornos políticos, que también era donde mi voz se escuchaba, y sobre todo la falta de contactos y de conocimiento de la profesión ha hecho a veces el camino difícil. Hoy día me gusta observar que he ido construyendo despacio pero sólido una estructura de gente hermosa y profesional que me ayuda, aunque sigo teniendo la sensación de batalleo constante para evolucionar y ver crecer mi arte, cosa que tiene que ver con toda la precariedad que rodea este oficio y los que lo acompañan».
¿Cómo ve el panorama actual de figuras femeninas en espacios de la industria cultural?
«Es una pregunta muy amplia… Como decía, veo positivo que la industria se vea obligada a tornarse más inclusiva, y a la vez creo que es un error confundir eso con una transformación profunda de la cultura o de la sociedad. No todas las figuras femeninas tienen un efecto transformador ni presentan un modelo de feminidad que se aleje de lo más tradicional, y a menudo lo que veo son grises, que puedo aplicarme incluso a mí misma (¿quién no tiene contradicciones?). El peligro de la irrupción en el mainstream de personas y discursos tradicionalmente excluidos es que el precio de la inclusión sea desactivar todo el potencial de transformación que pudieran tener. Por ejemplo: el funcionamiento de los algoritmos, las lógicas que impone el uso de redes sociales, que hoy son obligatorias para cualquier proyecto profesional… todo eso tiene un efecto homogeneizador que limita mucho la libertad que una pueda tener. Puedes publicar lo que quieras, pero sencillamente hay normas que determinan la visibilidad o invisibilidad de todos los contenidos, y de eso depende la sostenibilidad de un proyecto. Y a la vez, me parece importante observar que es posible transgredir a veces esas normas, y forzar cambios, pero la correlación de fuerzas respecto a la estructura que moldea y filtra quién está en la industria y quien no, sigue limitando mucho y de manera muy clasista, gerontófoba, gordófoba, capacitista y por supuesto sexista el acceso al reconocimiento de las mujeres y las personas con identidades disidentes».
¿Cuáles son sus influencias musicales, literarias o poéticas?
«Yo estudié filosofía y me formé como terapeuta en una corriente de psicología humanista que se llama Gestalt. Creo que mi manera de entender el pensamiento crítico está muy atravesada por esas dos disciplinas. A nivel de escritura siempre he tratado de hacer letras accesibles y claras sin renunciar a lo poético. Supongo que Galeano y Benedetti fueron grandes influencias en los primeros años. Luego me han inspirado mucho una gran cantidad de pensadoras y artistas como Audre Lorde, Bell Hooks, Silvia Federicci, Marina Garcés, Brigitte Vasallo, al principio Virginie Despentes o Itziar Ziga… y también Federico García Lorca o Clarissa Pinkola, entres otres. A nivel musical, hoy en día lo que más admiro son los proyectos comprometidos políticamente y con un concepto integral: miro a artistas que pongan el cuerpo, que evolucionen y se hagan cargo de expresar y simbolizar a través de todos los canales y códigos posibles: el sonido, lo visual, lo corporal, las palabras, etc, etc. Ahora que vengo de Argentina, pienso en músicxs como Duratierra, Noelia Recalde, Perotá Chingó, aquí Pascuala Ilabaca, pero también me encantan otras cosas que nada que ver. Mis influencias van desde el mundo de la canción de autor más clásica hasta elementos hip-hop, toques de electrónica, aires de ritmos latinoamericanos, reggae, funk… y siempre en constante evolución».
¿Cuáles son sus mayores influencias políticas?
«Pues las he venido mezclando con lo literario y lo poético porque creo que van juntas en mi cabeza. Como decía, principalmente las pensadoras feministas que he mencionado».
Incendio tiene colaboraciones con reconocidos artistas. ¿Cómo definiría usted su tercer disco?
«Mi último disco “Incendio” es mi trabajo más maduro, y al haber sido producido y grabado en pandemia, tiene un extra de “a fuego lento” que le da un sabor muy especial y lleno de detalles. Es un trabajo colectivo, coproducido junto a la banda que me acompaña en el proyecto, ya que compagino en formato acústico con el formato banda (esta gira por Chile es en acústico -con percusión-, y espero en el futuro poder ir con toda la banda). Las canciones hablan de las cosas que me han ido atravesando, de las experiencias propias que trascienden lo individual y resultan ser compartidas. Los sonidos son una mezcla de bastantes cosas, como decía: canción de autora, hip hop, aires de ritmos latinoamericanos, toques de electrónica, un poquito de olor a neo-soul y siempre algún reggae. La diferencia con anteriores trabajos es un sonido más personal y más cocinado (en contraste con lo crudo del comienzo de mi carrera). También voy desarrollando más recursos en general, especialmente en lo vocal, así que me alegra poder decir que en este último disco me encuentro musicalmente más libre, y en un camino en el que me reconozco aprendiz».
¿Cuál es es su impresión del Proceso Constituyente en Chile?
«Mi impresión es que es difícil entender bien lo que está pasando. Las encuestas dicen que no va a salir, a la vez que hay una tremenda fuerza popular empujando para que salga. En general hay mucha distorsión mediática, una tremenda campaña de las oligarquías que tienen el control de los medios y por tanto de la opinión pública, y es difícil saber si la organización popular puede seguir venciendo a estos poderes o no. Estoy expectante y la verdad, esperanzada a pesar de todo y con muchas ganas de reencontrarme con un país que sentí rabioso ante muchas injusticias en mi primera visita en 2018. Quiero llegar y observar antes de darme por informada».
Por último, me gustaría pedirle un mensaje de usted al pueblo chileno…
«Siendo yo una persona que llega de Europa solo puedo apreciar la resiliencia, la garra y el compromiso de todas las personas que han puesto su esfuerzo para que haya más justicia social en Chile. Creo que mi país y el vuestro tienen una historia reciente parecida en varios puntos y me impresiona todo lo que aquí se está luchando y logrando, y creo que muches andamos con la mirada puesta en Chile en estos tiempos de guerra y esperanza».