Por Germán Gorraiz López
Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), indica que la clave para entender la inquietud norteamericana se encontraría en la sobre-organización de su sociedad. Así, establishment sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, militar, económica, universitaria y mass media de EEUU”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses y dirigidas por la metafísica militar”, concepto que se apoya en una definición militar de la realidad y que habría transformado la economía en una guerra económica permanente y cuyo paradigma serían los Rockefeller al participar en los lobbys financiero, industria militar y judío y uno de cuyos miembros, David sería el impulsor de Trilateral Comission” (TC) o Trilateral(1973).
Por otra parte, conviene recordar que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, Central Intelligence Agency) fue creada en 1947 por Harry Truman, sustituyendo a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) para investigar sin necesidad de autorización judicial expedientes administrativos y fiscales y con la inicial filosofía de dotar al Presidente de un segundo punto de vista elaborado por civiles frente al aportado por los militares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Hasta Eisenhower, la CIA fue únicamente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos y estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las políticas del Pentágono, pero los lobbys militar y financiero (ambos fagocitados por el looby judío) no pudieron resistir a la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente (el complejo militar-industrial, en palabras de Eisenhower), refractaria a la opinión pública y al control del Congreso y Senado de los Estados Unidos).
El mismo Eisenhower, un año antes del fin de su mandato, pronunció un discurso premonitorio de la posterior mutación del inicial «Campus» hasta el Gobierno en la sombra que tutela la democracia estadounidense en la actualidad y de la que son rehenes todos los Presidentes elegidos democráticamente: «En los consejos del gobierno, tenemos que estar atentos a la adquisición de una influencia ilegítima, que sea o no proyectada por el complejo militar-industrial. El riesgo del desarrollo de un poder usurpado existe y persistirá. Jamás permitiremos el peso de esta conjunción amenazar nuestras libertades o los procesos democráticos”. Por su parte, Kennedy, en un discurso en la Universidad de Columbia el 14 de Noviembre, admite que «existen fuertes presiones de grupos de poder de USA para convertir el cargo de Presidente en algo meramente figurativo» y así el 21 de Noviembre de 1963, fue obligado a firmar la orden ejecutiva 11490 ,»que permite en caso de emergencia disponer al gobierno de medidas excepcionales, incluso para cualquier dictadura» y poco antes de partir para Dallas comentó a sus íntimos asesores: “Tenemos que enfrentarnos a la CIA…”, mientras preparaba en secreto una reunión con Fidel Castro.
Todo ello suponía un claro órdago a la CIA, verdadera detentora del poder en la sombra y enquistada profundamente en todos los aparatos de poder de los EEUU, por lo que sus dirigentes procedieron a la gestación de una trama endógena que se encargó del Golpe de Mano contra la legalidad democrática del sistema político estadounidense y que culminó con el Magnicidio de Kennedy (Dallas, 1.963). Dicho complot sería una auténtica obra de ingeniería laberíntica que tendría como cerebros a la citada CIA paraoficial y como colaboradores necesarios al exilio anticastrista en Miami y sus conexiones con la Mafia y al FBI de Hoover, a Lee Harvey Oswald como cabeza de turco y ejercicio de distracción para engañar a los sabuesos y como daño colateral el nacimiento de un sistema político tutelado por el Cuarto Poder, quedando desde entonces como rehenes todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU.
Con George W. Bush se produce un verdadero golpe de Estado virtual que tendría su detonante en el impactante atentado de las Torres Gemelas (conocido como 11-S), atribuido a Al Qaeda , quedando desde entonces implementada la lucha contra el Eje del Mal (Irak, Irán y Corea del Norte) como leit motiv de la política de su nefasto mandato y entronizando de paso a Bin Laden como icono del Imperio del Mal. Así, un mes después del atentado del 11-S, el gobierno de George W. Bush decidió secretamente anular una de las principales protecciones constitucionales de este país (habeas corpus) mediante la ley conocida como USA- Patriot Act bajo la justificación de su “lucha contra el “terrorismo” según documentos oficiales revelados a finales de 2005 en una serie de reportajes en el New York Times y recientemente dicho periódico reveló la existencia de un programa de escuchas telefónicas altamente clasificado para vigilar correos electrónicos y llamadas telefónicas en todo el mundo para buscar patrones sospechosos, heredera natural de la unidad de contra-inteligencia creada por Rumsfeld y conocido como Talon.
Asimismo, el citado diario informó de la existencia de la red de espionaje electrónica más sofisticada del mundo, (el llamado programa PRISM o Big Brother), programas ambos aprobados por el Congreso de EEUU a instancias de la Administración Bush en el 2.007 pero que por inercia apática continuaron bajo el mandato de Obama. Así, según una investigación del Washington Post, desde el 2002 se estableció la Oficina de Apoyo Estratégico (SSB), que trabajó clandestinamente sin limitaciones legales y bajo las órdenes del secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld y entre cuyas acciones estarían los sangrantes episodios de vulneración de los Derechos Humanos en Abu Ghraib y Guantánamo, que pasarán a la Historia como paradigmas distópicos de naturaleza real (no ficticia) del siglo XX.
Como colofón a esta deriva totalitaria de EEUU, estaría la firma con objeciones por Obama de la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA), que permite a las autoridades militares la detención indiscriminada de ciudadanos estadounidenses en cualquier parte del mundo (sin especificar los cargos que se le imputan ni el tiempo de detención), reservándose Obama la interpretación personal de la sección 1.021 de dicha Ley para según sus palabras ”asegurarse que cualquier detención autorizada se llevará a cabo conforme a la Constitución y a las leyes de guerra” así como la reanudación del “Programa Phoenix”. Dicho programa ( iniciado en 2001 después de los ataques del 11-S y mantenido en secreto ante el Congreso de EE.UU y dirigido por Cheney para mediante asesinatos selectivos eliminar a dirigentes de al-Qaeda), con el éxito mediático de la muerte de Bin Laden a manos de un comando de élite de las SEAL en mayo del 2011 (Operación Lanza de Neptuno) y la posterior remodelación de dicho programa Phoenix en forma de intervenciones quirúrgicas con el uso de “drones asesinos”, gestionada directamente por la CIA para mantenerlos opacos a la «mass media» y por extensión a la sociedad norteamericana.
En la actualidad, el complejo militar-industrial se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la primitiva hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU ( la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt) , agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo y verdadero poder en la sombra. Con ello se harían realidad las proféticas palabras del considerado “Padre de la Constitución “James Madison, quien en el número 47 del ensayo del Federalista, expresa “la acumulación de todos los poderes, legislativo, ejecutivo, y judicial, en las mismas manos y si es hereditaria, autonombrada, o electiva, se puede equiparar a la misma definición de la tiranía».
Dada la actual división de la sociedad estadounidense en dos mitades simétricas e irreconciliables, es presumible que la Cuarta Rama del Gobierno utilice sus resortes para lograr que el próximo Presidente de EEUU implante un Gobierno orwelliano que beberá de las fuentes del paternalismo de las dictaduras blandas y se caracterizará por el culto al líder, la utilización de la desinformación y la vigilancia orwelliana de la población no blanca y de la disidencia política, lo que de facto sería un Gobierno autocrático o especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder).
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista político