Los indígenas huyeron de sus territorios en los departamentos de Chocó (noroeste) y Risaralda (centro-oeste), golpeados por una guerra que enfrenta a narcos, paramilitares y rebeldes.
El gobierno de Colombia anunció este jueves que trazará una «ruta de retorno» para que más de mil indígenas desplazados en Bogotá por el conflicto armado puedan volver a sus territorios «sin exponer sus vidas».
«Somos optimistas porque confiamos en que el diálogo nos permitirá trazar una ruta de retorno para la comunidad Emberá que les garantice a los indígenas regresar a sus tierras sin exponer sus vidas», dijo el ministro del Interior, Alfonso Prada, en Twitter.
La víspera los aborígenes chocaron con la policía en medio de una protesta por el hacinamiento en el que viven en un albergue estatal ubicado en el centro de la capital de 8 millones de habitantes.
Prada rechazó el «absurdo enfrentamiento» que dejó 23 heridos, entre uniformados (11), funcionarios de la alcaldía (7) y civiles (5).
Sin dar fechas precisas del posible retorno de los indígenas a sus comunidades, el jefe de la cartera dijo que espera se dé «lo más pronto posible».
Unas 1.200 personas de la comunidad Embera malviven desde mayo en un albergue del centro de la capital con capacidad para 400, de acuerdo al presidente Gustavo Petro.
«Hace un mes no tienen agua potable, viven hacinados (…) Han visto morir 21 de sus integrantes la mayoría niños», aseguró el mandatario en Twitter.
Los indígenas huyeron de sus territorios en los departamentos de Chocó (noroeste) y Risaralda (centro-oeste), golpeados por una guerra que enfrenta a narcos, paramilitares y rebeldes. Muchos temen regresar.
En septiembre de 2020 los emberas ocuparon el Parque Nacional, en el corazón de Bogotá, y en mayo fueron traslados a este refugio, desde donde denuncian el abandono y la discriminación.
«Es nefasto y lamentable la verdad, porque nos dan un trato de terroristas de delincuentes», dice a la AFP el líder indígena Jairo Montañez desde el albergue.
Muy cerca, unas mujeres estregan ropa contra en el cemento de un patio interior. Alrededor, cintos de prendas se secan en barandillas y cuerdas improvisadas. Los niños juegan en los pocos espacios desocupados.
«Muchos dirán que son terroristas los padres y madres indígenas que han visto morir de hambre, de VIH, de epidemias, de falta de atención a sus propios hijos. Yo creo que hoy he visto una de las mayores injusticias sociales. Un estado que vuelve víctimas a las víctimas», escribió Petro en Twitter.
Fuente La Razón
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