Enfrentarse al poder de la cúspide de la pirámide luego de alcanzar el sitial de manera vertiginosa por vía democrática, es parte de la historia del presidente más joven del mundo: Gabriel Boric Font.
El joven ahora se ve enfrentado de cara no solo al poder económico al que hizo frente siendo dirigente estudiantil y diputado a temprana edad en defensa de los derechos humanos y las regiones.
Ahora es el jefe de las policías, ahora debe negociar con el poder corporativo cara a cara que con certeros ataques de sus brazos de poder mediático, resistente a la transformación, le pone en jaque a diario.
Gabriel puede ver el tablero, pero no puede jugar y mover piezas como él quisiera. El tablero tiene cuadros y un juego que le tocó tomar en curso. Es todo un pasado y un presente al que debe hacer frente.
Debe defenderse una y otra vez, sus equipos están desplegados y los jóvenes partidos que componen el Frente Amplio, intentan cuidar sus posiciones ante quienes vivieron la transición anterior y están regresando.
Se nominan cuadros más y menos experimentados como siempre ha sucedido, para sumarse al aparato de funcionarios públicos con el desafío de que la gran empresa que es el Estado de Chile, o como se le ha querido concebir, funcione bien.
Pero si la música de Gabriel es continuidad sin política transformadora la obra habrá pasado como un continuismo más de la historia del saqueo a los pueblos de Chile y para que ello no se repita se requiere nuclear fuerza política.
Se requiere audacia, y demostrar con acción directa ejemplificadora, que desde la Presidencia se va en solución de los dolores más urgentes para la población.
El Presidente debe hacer anuncios en esta dirección pues no se puede esperar al resultado de reformas tributarias y el debate parlamentario, no se puede esperar a que cese de un día para otro la crisis en los corazones del sistema financiero internacional, y la guerra desatada. El pueblo de Chile requiere de paz, de respuestas urgentes y audaces, conscientes y realizables hoy y no mañana.
El triunfo de Ignacio “Lula” da Silva en Brasil, el de Petro en Colombia, sumado a las fuerzas progresistas que han recuperado el poder del Estado en Iberoamérica, abre las puertas una vez más a la construcción de una integración regional, que realmente haga un contrapeso a los intereses del neocolonialismo en nuestro continente. Por separados no habrá equilibrio de fuerzas.
Presidente Gabriel Boric, ahora es con guitarra y la banda está completa con Lula electo.
Llegó la hora de recuperar su popularidad como un Presidente, hacedor, rockero, estadista y latinoamericanista. No es solo su mandato y obra la que está en juego, sino es toda una generación que ha luchado para que las injusticias cambien, que sale victoriosa junto a usted o se hunde frente a las pifias de una multitud molesta con el “espectáculo”.
Por Bruno Sommer
Fundador El Ciudadano