Comunicado / Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial, hay un 50% de probabilidades de que en uno de los próximos cinco años, la temperatura media anual del planeta supere transitoriamente en 1,5 °C los niveles preindustriales.
La guerra en Ucrania no solo ha dejado a millones de personas enfrentándose al hambre aguda, sino que la fuerte dependencia de las fuentes de energía rusas, especialmente del gas, ha sumido a Europa en una crisis energética que algunos países están utilizando como excusa para reinvertir en energías sucias.
En este contexto, se celebra la COP27 (Conferencias de las partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) del 6 al 18 de noviembre de 2022, en Sharm El Sheik, Egipto (país gobernado por el dictador Al Sisi). Lugar donde los Estados ricos toman acuerdos superficiales incumplidos, al mismo tiempo que los países del sur global reclaman un mayor financiamiento para enfrentar la crisis climática y reparar los daños, pero lo hacen reproduciendo falsas soluciones que solo profundizan la crisis.
Chile es un muy buen ejemplo de esto. El país ha basado las políticas climáticas y sus metas en industrias destructivas y depredadoras, como las plantaciones forestales a gran escala y la energía de biomasa, ambas parte de un modelo forestal nefasto que durante décadas de apoyo estatal ha devastado más de 3 millones de hectáreas, provocando la usurpación de territorios, el desplazamiento y empobrecimiento de comunidades y la vulneración de derechos indígenas.
Al mismo tiempo, diversos organismos del Estado están impulsando de manera irresponsable tecnologías perversas como la incineración de residuos («Waste to energy»), que perpetúan la extracción de elementos naturales y la injusticia ambiental o el hidrógeno verde, con el falso argumento de la mitigación climática.
El gobierno chileno también ha sido precursor y líder en el impulso de los mercados de carbono, beneficiando a grandes empresas conocidas por su impacto en vastos territorios del país, como Arauco o Agrosuper.
A su vez, es imposible dejar de mencionar el impulso a la expansión extractivista minera de Cobre, Litio y Tierras Raras con la excusa de alimentar una falsa transición del norte global (electromovilidad), profundizando así el impacto en los territorios, sus comunidades, fuentes de agua, salares, glaciares y ecosistemas frágiles.
Frente a estas falsas soluciones, desde los territorios, movimientos sociales, mujeres y organizaciones campesinas se han planteado alternativas reales para enfrentar la crisis climática y superar la sociedad del crecimiento y el consumo que lo han provocado.
Por eso, invitamos a las organizaciones socioambientales a denunciar las falsas soluciones promovidas por los gobiernos de Chile y Latinoamérica el día jueves 10 de noviembre a las 12:00hrs en la Plaza de la Constitución.
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