Luego de que el pasado 15 de noviembre se registró la caída de dos misiles en territorio polaco, país miembro de la OTAN, Ucrania aseveró, sin prueba alguna, que se había tratado de «misiles rusos» y llamó a la Alianza atlántica a responder a la supuesta agresión. Pero ¿qué hay detrás de estas acusaciones?
A pesar de los señalamientos de Kiev, este 16 de noviembre el presidente de Polonia, Andrzej Duda, declaró que no hay indicios de que la caída de un misil en Polonia fuera un ataque deliberado contra su país y aseveró que no hay pruebas de que este fuera lanzado por Rusia.
Por el contrario, Duda indicó que «es muy probable» que se trate de un misil antibalístico utilizado por las fuerzas de defensa de Kiev, país que tras los hechos en Polonia se apresuró a culpar a Moscú del ataque.
En entrevista con Sputnik, Imelda Ibáñez, especialista en Historia Diplomática de Rusia y Política Exterior por la Universidad Estatal de San Petersburgo, aseveró que los señalamientos hechos por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, buscan un agravamiento del conflicto que se vive en Europa del Este desde el 24 de febrero pasado.
«El objetivo, obviamente del presidente Volodímir Zelenski, es querer escalar el conflicto para no llegar a una negociación [entre Rusia y Ucrania]», sentenció la también académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Varios medios polacos informaron el 15 de noviembre del impacto de dos misiles en la localidad de Przewodów, a unos siete kilómetros de la frontera con Ucrania, que causaron dos muertos, pero más tarde las autoridades de Polonia hablaban de un solo misil. El Ministerio de Exteriores polaco se limitó a decir que el proyectil era de fabricación «rusa», denominación usada para referirse a la antigua producción soviética.
De acuerdo con la experta, Zelenski se encuentra bajo la presión de Washington, su principal aliado y fuente de ayuda; sin embargo, al interior, el Gobierno de Kiev enfrenta una mala economía y la presión de los líderes ultranacionalistas.
Estos factores, considera, impiden que el mandatario ucraniano se siente a negociar de forma organizada con el Kremlin para poner fin a las tensiones armadas. En cambio, dice, le resulta más práctico que haya una escalada del conflicto y que la OTAN, liderada por Estados Unidos, ingrese al problema.
Este 16 de noviembre, el embajador ruso ante las Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, aseguró que Zelenski pretende desatar un conflicto entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con sus declaraciones sobre los misiles caídos en Polonia. El Gobierno ucraniano insiste en que esos misiles son rusos y que Occidente debe defender sus intereses.
«No se trata solo de un intento intencionado de desinformación, sino más bien de un intento consciente de involucrar a la OTAN, que está llevando a cabo una guerra híbrida contra Rusia en Ucrania, en un conflicto directo con nuestro país», dijo el funcionario ruso.
Al respecto, la alianza atlántica, igual que Varsovia y Washington, indicó que carece de pruebas de que los misiles fueran un ataque intencionado, declaró el secretario general, Jens Stoltenberg. Asimismo, precisó que la OTAN no ve señales de que Rusia esté preparando un ataque contra el grupo.
Sobre este tema, Imelda Ibáñez señaló que, actualmente, la OTAN no se encuentra del todo cohesionada ni fortalecida, pues al interior algunos de sus miembros permanecen neutros o como aliados de Rusia. Ejemplo de ello son Hungría y Turquía.
«La Alianza Atlántica en sí no tiene una gran cohesión en el momento de pretender, como lo pide Zelenski, favorecer la estrategia de él contra Rusia. Es una OTAN endeble, internamente tiene muchas fisuras», concluyó la internacionalista.