Por Jorge Hernández Aguilera
“Hay que estar orgulloso del dolor; todo dolor es un recuerdo de nuestra condición elevada.”
El Lobo Estepario, Hermann Hesse
La única certeza de todo nacimiento reside en que algún día, en algún lugar; lo que da inicio, tendrá un inevitable fin. El tránsito de asimilar el final de una vida individual; que repercutía inmensamente en la vida social, resulta sumamente complejo.
Redacto el presente texto con el dolor temprano que germina el trance del lamento incompleto, de no asimilar un hecho, aún atestiguando los actos en ojos propios, que dan por finalizada la etapa del plano presente.
Mi convivencia personal con Don Miguel Barbosa tuvo profundidad en la segunda campaña que disputó hacia la gubernatura de Puebla. En enero del 2019 asumí la Secretaría de Derechos Humanos del Comité Ejecutivo Estatal de Morena en Puebla; meses después pude integrarme plenamente a la campaña de quien, en ese momento, fue el candidato.
Participé en el proyecto de gobierno; que a la postre fueron las bases para el eventual Plan Estatal de Desarrollo. Fue una especie de campaña sin candidato en la que a partir de foros temáticos se involucraban las demandas y necesidades ciudadanas, mismas que se registraron y formalizaron en propuestas concretas para el plan de gobierno.
En el ocaso de la campaña, tuve oportunidad de organizar un evento en materia de Derechos Humanos. Ahí fungí como orador. Terminando mi participación me dio un abrazo fraterno y me preguntó ¿Dónde estabas? Respondí que llevaba más de un mes en los trabajos de campaña. Él en respuesta me dijo que me buscaría. En ese momento estábamos a dos días de la elección.
El triunfo electoral era inminente. Se consumó e inició la Cuarta Transformación en nuestra entidad.
Pasado el tiempo recibí la invitación para incorporarme al Gobierno del Estado. Con alegría puedo difundir que no fueron pocos los jóvenes que nos incorporamos a las actividades gubernamentales en tareas que históricamente estaban relegadas para las juventudes.
Don Miguel Barbosa tenía una genuina confianza hacia los jóvenes, la apuesta de su gobierno fue transformar el ejercicio gubernamental. Vaya que resultó.
El gobierno que desarrolló fue cercanísimo a la gente. Por primera vez en la historia política, cualquier ciudadano podía conversar en audiencia pública con el gobernador. La ejecución se llevó a cabo desde los llamados “Martes Ciudadanos”, en los que la gente se formaba desde la madrugada para exponerle sus problemáticas de viva voz al gobernador. Cualquiera que fuera la situación, el gobernador escuchaba e instruía a sus colaboradores para atender la demanda planteada.
El estilo de gobierno estuvo definido por múltiples cambios en el gabinete. Fue implacable y determinante en remover funcionarios que desarrollaran algún tipo de corrupción. Inclusive exfuncionarios de su gabinete se encuentran procesados por delitos relativos a su desempeño público. El combate a la corrupción fue un eje fundamental. Frontalmente, se desplegó, sin titubeo, contra las arbitrariedades y desfalcos de las pasadas administraciones; haciendo rendir cuentas a funcionarios de los más altos niveles.
Contrario a la histórica parafernalia del poder, donde se realizaban obras de relumbrón; el gobernador se concentró en obras sociales; carreteras intermunicipales e interregionales de municipios que nunca habían tenido ningún apoyo del Ejecutivo Estatal. Haciendo valer la máxima Obradorista: Por el bien de todos, primero los pobres.
Las palabras serán escasas con mi afán descriptivo de un ser humano al que tuve la fortuna de conocer y me dio la posibilidad de convivir con él. Disfrutaba tanto la inmensa responsabilidad de gobernar, que las bromas eran parte de su lenguaje.
Queda un gran vacío y una infinita gratitud. Mis afectos siempre.
Gracias Don Miguel.
@JorHeAguilera
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