Chile se abocó este año a ordenar su economía tras los choques macroeconómicos generados por la pandemia; sin embargo, la elevada inflación y el estancamiento de la actividad anticipan un crecimiento negativo del país sudamericano en 2023.
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El Banco Central chileno revisó recientemente al alza el crecimiento económico en 2022, que situó en 2,4%, aunque profundizó la caída para 2023 de entre 0,75 y 1,75%, para luego retomar el avance de entre 2 y 3% en 2024, según el último Informe de Política Monetaria.
El documento señaló que la economía local tendrá «varios trimestres de contracción» entre este año y el siguiente, mientras que «la brecha de actividad se tornará negativa hacia inicios de 2023, manteniéndose en esos valores hasta finales del horizonte de política» para rebajar la inflación.
Desde el gobierno se ha expresado que la economía chilena es «resiliente» y atraviesa un periodo de «ajuste», tras un alza excesiva del consumo en 2021.
Las ayudas estatales a la población durante la emergencia sanitaria y el retiro optativo de fondos de jubilación por casi 50.000 millones de dólares, aumentaron el dinero circulante y la demanda en ese período.
Expertos sostienen que el incierto panorama global es ahora una importante fuente de preocupación para el Estado chileno.
La prolongada crisis en Ucrania, las persistentes trabas en transporte y logística, junto con las deterioradas perspectivas de crecimiento mundial, representan un problema para la nación sudamericana altamente dependiente del comercio exterior, según analistas.
«Estamos en una situación complicada de manejo de la realidad económica», dijo a Xinhua el economista y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Víctor Salas.
Para Salas, «las presiones inflacionarias y estancamientos medio recesivos se van a mantener en Chile por lo menos de aquí al tercer trimestre del próximo año», debido a factores internos y externos.
En septiembre y octubre pasados, el Índice Mensual de Actividad Económica retrocedió por primera vez desde febrero de 2021, con bajas consecutivas en el comercio y la industria manufacturera, según datos del Banco Central.
Salas mencionó al respecto el nulo avance de la minería del cobre, principal producto de exportación chileno, además de importantes caídas en el sector de la construcción.
Con todo, la inflación continúa y traspasa la barrera de las últimas tres décadas, con una variación anual del 13,3% en noviembre anterior.
La canasta básica ha subido de precio en 23% en 12 meses, con marcadas alzas en alimentos y combustibles, lo que ha mermado el poder adquisitivo de las personas y devaluado los salarios.
Se estima que la inflación retroceda en 2024, al rango meta de 3%, lo que «aún está sujeto a riesgos», según advirtió el Banco Central, que informó que mantendrá la tasa de política monetaria en 11,25%, su mayor nivel desde 1998, con altas tasas de interés para contener la inflación.
Expertos anticipan que la combinación entre alta inflación y desaceleración de los principales sectores productivos impactará el empleo, en el contexto actual de bajo dinamismo del mercado laboral y aumento del trabajo informal.
El gobierno anunció recientemente que presentará un paquete de medidas económicas dirigido a los sectores más pobres de la población antes del cierre de 2022, lo que abultaría el gasto fiscal.
Para el economista Salas, las menores estimaciones de crecimiento, sumado al mayor gasto público, podrían afectar las ambiciosas reformas tributaria y previsional, comprometidas por el presidente Gabriel Boric al inicio de su mandato, en marzo pasado.
Chile se encamina además por segunda vez en dos años a redactar una nueva Constitución, tras ser rechazado el primer borrador en un plebiscito.
El acuerdo sobre qué mecanismo se utilizará en esta nueva oportunidad mantiene entrampados a partidos políticos y agrega incertidumbre.
Foto: Agencia Enfoque
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