Por Andrés Piqueras
Parte III
5. Por qué estas batallas de la Guerra Total no son una lucha entre imperios
Rusia está intentado frenar la desestabilización de sus fronteras y en sus fronteras, causada por la OTAN,[1] y busca marcar su posición en el mundo como potencia soberana a respetar. Entre otras muchas opciones, promoviendo el proyecto multipolar frente a la dominación unilateral norteamericana, en estrecha unión con China para el desarrollo, entre otras variadas opciones, de la Ruta de la Seda.
Pero, en contra de tanta obstinación por parte de los centros de inteligencia de la OTAN de presentar a esta formación socioestatal como un imperio más, y a su pugna con la OTAN como una “lucha entre imperios”, consignas que siguen tan acrítica como absurdamente buena parte de las izquierdas integradas europeas [la mayoría de ellas financiadas, infiltradas o cooptadas para ello (ver al respecto, por ejemplo, Michael Hudson: «La guerra es contra Europa y Alemania» | Burbuja.info; pero especialmente de interés es la entrevista a Frances Stonors: «LA CIA Y A LA GUERRA FRÍA CULTURAL» [1999]» Entrevista a la Autora: Frances Stonors Saunders – Bing video, así como la conferencia de Gabriel Rockhill, Gabriel Rockhill, “Critical and Revolutionary Theory» – YouTube); además: Slavoj Žižek y la izquierda como defensores del capitalismo de guerra OTAN-Occidente | Geopolitica.RU (geopolitika.ru)], -sobre todo agresivas las provenientes del mundo del trotskismo, el anarquismo, el “verdismo” y las del ámbito “post” o neosocialdemócrata-[2], Rusia está lejos de poder ser calificada como “imperialista”. Veamos algunas razones[3].
Rusia viene de una URSS disuelta y vencida en una guerra que duró unos 45 años tras la ya previa agresión masiva contra la URSS desatada como 2ª Guerra Mundial. Brutalmente empobrecida y condenada a una reprimarización (a exportar de nuevo sus recursos básicos y la producción del sector primario), con una altísima destrucción del tejido productivo y de los pilares sociales[4].
En la actualidad, y a pesar de su proceso de re-soberanización, no forma parte del grupo económico dominante del capitalismo mundial. No tiene apenas importancia dentro del mundo financiero. En la década pasada contaba con una sola entidad entre los principales 50 bancos del mundo (en términos de activos) y sólo dos entre los 100 mayores.
Arrastra, además, un bajísimo desarrollo del circuito crediticio interno. Al contrario de lo que ocurre con las potencias imperiales, Rusia ha venido sufriendo una permanente fuga de divisas (la primera formación socioestatal del mundo en fuga de divisas, acometida por la nueva oligarquía que EE.UU.-OTAN propiciaron en el país y cuyos fondos están centrados en inversiones inmobiliarias o paraísos fiscales, además de especulación financiera global: nada que ver con inversiones de corte “imperialista”). A continuación, algunos datos de Katz:
“La economía rusa tampoco es influyente en la exportación de capitales. En este plano se ubica apenas por encima de Finlandia y por debajo de Noruega.
Esa reducida incidencia es coherente con la baja gravitación de sus exportaciones de mercancías. En 2017 el país ocupó el puesto 17 en el volumen de las ventas mundiales, detrás de varias economías que nadie situaría en el club de los imperios (México, Emiratos Árabes Unidos, Singapur).
El petróleo y el gas representan el grueso de los productos comercializados en el exterior, que están integrados en un 82% por materias primas. Este perfil primarizado no se amolda con el retrato de una economía imperialista.
El país cuenta con un PIB inferior a la mitad del prevaleciente en Estados Unidos y la productividad de su mano de obra se ubica también en la mitad de la media europea. La producción manufacturera no dista de India, Taiwán, México o Brasil y suele lidiar con serios escollos para ascender a un escalón superior de la división global del trabajo.”
Fijémonos en lo que nos dice otro solvente autor sobre el tema:
“El papel de Rusia en ‘la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales que se reparten el mundo entre ellas’ puede medirse por la posición de las corporaciones del país entre las 2.000 corporaciones internacionales más importantes.
Forbes hizo una lista de las 2.000 empresas más importantes del mundo basándose en las ventas totales, los beneficios, los activos y el valor de mercado. De las 10 primeras empresas, cinco son chinas y cinco estadounidenses. China alberga 291 empresas del Global 2000 (frente a sólo 43 en 2003). Estados Unidos está a la cabeza con 560. Canadá tiene 50, Australia 39, India 58.
Rusia sólo tiene cuatro entre las 100 primeras, en los puestos 43, 47, 73 y 98. Sólo tiene seis entre las 500 primeras y 25 entre las 2.000 primeras.
Su cuota empresarial total muestra una ligera tendencia descendente, no ascendente: en el periodo 2008-2013, entre 29 y 30 empresas rusas entraron en la lista Global 2000. Las 2.000 empresas de esta lista representan 39,1 billones de dólares en ventas, 3,2 billones en beneficios, 189 billones en activos y 56,8 billones en valor de mercado. Las ventas de las 252 empresas rusas ascienden a 568.000 millones de dólares, apenas un 1,45% del total. Sus activos colectivos ascienden a 1.757.300 millones de dólares, lo que supone algo menos del 1% del total. Entre los monopolios internacionales, Rusia es un actor muy minoritario.” [Stansfield Smith, EsRusiaImperialista.pdf (lahaine.org) (recomiendo su lectura completa)].
Si nos vamos al gasto militar, las razones sobre su condición imperial tampoco se sostienen.
Reconocido oficialmente (los gastos militares siempre son mayores de los que se admiten en las cuentas del PIB), EEUU representaba en 2019 un 38% del gasto militar total, con 732.000 millones de dólares (más de 800.000 en 2021 y superará el billón en 2027: dos terceras partes del dinero público de Estados Unidos pasa por los bolsillos de los militares –El presupuesto del Pentágono superará el billón de dólares dentro de 5 años – mpr21). Por su parte, el conjunto de la UE [Unión Europea] gastó en 2020, 198.000 millones de euros. Es decir, entre ambas entidades políticas sumaron cerca de 1 billón de dólares. Teniendo en cuenta que el gasto militar total en 2019 fue de 1,91 billones de dólares, quiere decir que entre las dos reúnen casi el 50% del gasto militar mundial [El gasto de los países de la OTAN en defensa, estadísticas, datos y gráficos (epdata.es)].
Si terminamos de incluir ahí al conjunto de la OTAN, en 2021 el total del gasto militar de los 30 países que integran la OTAN ascendió a 1.048.511 millones de dólares constantes de 2015, y representa un incremento del 2,11 % respecto a 2020. Presupuesto que financia a 3.317.000 militares que integran los ejércitos de los países OTAN (120.000 son los efectivos que corresponden a España) [El gasto en Defensa de los países OTAN – Noticias Defensa Opinión]. Es decir, la OTAN da cuenta de alrededor del 56% del gasto militar mundial.
Frente a toda esa monstruosa suma armamentista, Rusia destinó 65.000 millones de dólares a defensa, lo que representa alrededor del 3% del gasto mundial. El 3% contra el 56%. Mala situación para ser “imperialista” [Lista de países por gastos militares – List of countries by military expenditures – abcdef.wiki; Rusia – Gasto público Defensa 2020 | Datosmacro.com (expansion.com); Rusia: gasto militar | Statista].
Eso sí, sus necesidades de defensa ante el acoso occidental obligan a Rusia a emplear en gasto militar en torno al 3,9 por ciento de su PIB, lo que proporcionalmente es muy alto, impidiendo que más parte de esa suma sea destinada a fines productivos o sociales (proceso recurrente que está detrás de las agresiones del Eje Anglosajón más la red mundial sionista (rms) para obligar a los países, como ya se hizo con la URSS y como se viene haciendo desde más de medio siglo con Cuba y Corea del Norte, a gastar más de lo que sería “económicamente sano” al esfuerzo militar)[5].
En cuanto a la activación de organizaciones defensivas regionales, como la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), lejos de indicar una expansión imperial rusa, viene urgida por los mortíferos intentos de desestabilización que el Eje Anglosajón-rms ha acentuado en las dos últimas décadas -como acabamos de ver en el apartado anterior-, ya sea en territorios de exrepúblicas soviéticas, en la más estrecha zona de seguridad rusa, junto a sus mismas fronteras, o incluso en el propio interior de Rusia.
Otro test todavía digno de tomar en cuenta, para que una formación socioestatal pueda ser considerada imperialista, como sostiene Smith siguiendo a Lenin, es que debe cumplir con los siguientes cinco criterios, o al menos con alguno de ellos añadiría yo a las izquierdas europeas (pero Rusia no cumple ninguno):
- la concentración de la producción y del capital se ha desarrollado a un nivel tan alto que ha creado monopolios que juegan un papel decisivo en la vida económica [¿dónde están los monopolios rusos dominando nuestras vidas hoy?];
- la fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital financiero’, de una oligarquía financiera [los capitalistas más ricos de Rusia están involucrados predominantemente en la industria, no en las finanzas; solo uno de los 100 principales bancos del mundo es ruso, el estatal Sberbank];
- la exportación de capital a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una importancia excepcional [Las mayores exportaciones de Rusia son materias primas, no capital; ¿Dónde están los fideicomisos y monopolios de capital financiero ruso que explotan el trabajo del mundo y repatrían su riqueza a Rusia?];
- la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales que se reparten el mundo entre sí [esos cárteles, por supuesto, existen, pero no incluyen a los monopolios rusos];
- Se completa la división territorial de todo el mundo entre las mayores potencias capitalistas. [tal división efectivamente ha tenido lugar, pero Rusia no fue parte de la división y no recoge el botín de la dominación imperialista y la guerra; de hecho, su principal delito es salir en defensa de los que luchan contra el ataque imperialista (Siria, el este de Ucrania) y tratar de mantener su propio territorio libre de dominación y superexplotación imperialistas][6]. ¿Quién se beneficia al etiquetar falsamente a Rusia como ‘imperialista’? – La otra Andalucía (laotraandalucia.org)
El caso de China, que examinaré con más detenimiento en un próximo escrito[7], es mucho más singular. Aquí estamos ante el segundo gasto armamentístico del mundo (unos 293.000 millones de $, frente a más de 800.000 de EE.UU., al finalizar 2021), pero a diferencia del Occidente Colectivo, China no tiene ninguna expansión militar y cuenta sólo con una base militar externa (“contra la piratería” en el estratégico paso del índico por el cuerno de África, en Djibuti). Es decir, que su ejército es clara y palmariamente defensivo (frente al hostigamiento y la envoltura de bases estadounidenses que padece). En cuanto a sus empresas, es cierto que se benefician del juego capitalista de explotación del trabajo en unos y otros lugares, pero no forman parte del entramado de dominación económica-financiera que hoy rige el Sistema.
Como no podemos extendernos aquí en este punto, voy a proporcionar sólo dos citas para la comprensión de por qué esta formación socioestatal está alejada de tener una política imperial. De nuevo Katz [Página Oficial de Claudio Katz » China: Tan distante de imperialismo como del Sur Global (lahaine.org)]:
“La preeminencia de los monopolios en su territorio sólo confirma la incidencia habitual de esos conglomerados en cualquier país. Lo mismo ocurre con la influencia de los capitales financieros, que gravitan menos que en otras economías de gran porte. A diferencia de sus competidores, el gigante asiático escaló posiciones en la globalización prescindiendo de la financiarización neoliberal. No mantiene, además, ninguna semejanza con el modelo bancario alemán de principio del siglo XX que estudió Lenin. (…)
China es un imperio en formación tan sólo en términos potenciales. Gestiona el segundo producto bruto del planeta, es el primer fabricante de bienes industriales y recibe el mayor volumen de fondos del mundo. Pero esa gravitación económica no tiene correlato equivalente en la esfera geopolítico-militar que define el status imperial.
En China convive la ausencia de subordinación a otra potencia, con una gran cautela en la injerencia sobre otros países. No se verifica la dependencia, ni el imperialismo.
La caracterización de China como una potencia que completó su maduración capitalista -sin poder saltar al escalón siguiente de desarrollo imperial- supone que el primer curso no brinda soportes suficientes, para consumar avances hacia la dominación mundial.”
Sobre lo dicho en los dos últimos párrafos, veamos esta otra constatación expresada por Elbaum:
“La Estrategia para la Asociación Económica, conocida como BRICS 2025, se propone como una plataforma para la conformación de un escenario multipolar capaz de respetar las particularidades nacionales y las soberanías. El programa, que fue recalcado por Xi Jinping en la inauguración de la Cumbre, consta de tres ejes centrales: la seguridad concertada, el desarrollo global sostenible y el comercio justo sin proscripciones ni sanciones.
Respecto a la primera dimensión, se propone instaurar un concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible que respete la integridad y autonomía territorial de todos los países. El proyecto, que se titula Iniciativa para la Seguridad Global (ISG), pretende establecer modelos multilaterales de negociación, ajenos a la lógica vertical impuesta por el G7, y refiere a la solución de conflictos –entre ellos el de Ucrania– en los que ningún país puede garantizar su seguridad a costa de una tercera entidad nacional soberana. Ese ha sido el designio de Kiev: insistir en el emplazamiento de aparatología bélica en la frontera con Rusia financiada por Washington y la OTAN.
El segundo eje remite a un desarrollo global sostenible y está basado en la exitosa experiencia china de crecimiento e inclusión. Propone reforzar la coordinación de las políticas macroeconómicas con la ayuda del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y el aporte de los Acuerdos de Reserva de Contingencia (ARC). El ARC buscará garantizar un esquema de protección financiera mundial para contener la volatilidad de los mercados ante la retirada de inversiones, fuga de capitales o ataques especulativos sobre monedas nacionales. Por su parte, el NDB buscará paliar los déficits de infraestructura. Su esquema para los próximos cuatro años contempla la asistencia financiera para los países miembros por un total de 30.000 millones de dólares, o su equivalente en una potencial canasta de monedas de los países miembros.
La tercera dimensión es la del comercio, orientada a superar los esquemas de discriminación basados en sanciones unilaterales y consideraciones político-ideológicas. ‘Los hechos han demostrado una y otra vez –señaló Xi Jinping durante la Inauguración del Foro Empresarial de los BRICS el último 22 de junio– que las sanciones no son más que bumeranes y espadas de doble filo. Los que politicen, instrumentalicen y armamenticen la economía mundial, e impongan a su antojo sanciones valiéndose de su posición predominante en los sistemas financiero y monetario internacionales, sólo terminarán perjudicando los intereses propios y los de los demás, y harán sufrir a todos’.
El cuarto eje se relaciona con la institucionalización y la expansión del bloque que incluye la incorporación de nuevos Estados, mediante una hoja de ruta aprobada durante la conferencia, y la configuración de áreas de cooperación en ciencia, tecnología, innovación productiva y problemáticas ligadas al medio ambiente.”
BRICS, G7 y OTAN como expresiones de la reconfiguración geopolítica global (observatoriocrisis.com)
El respeto entre países, sin imposiciones políticas, ni financieras, sin extorsiones económicas, en dinámicas de ganar-ganar, es lo que ha caracterizado hasta ahora a la internacionalización china[8]. Rasgos antitéticos con la globalización unilateral anglosajona. Razón de más para que se presente como el enemigo sistémico a batir.
Hoy por hoy EE.UU. sigue siendo todavía el único país que puede emprender una ofensiva bélica en varios puntos del mundo a la vez, y en cualquier lugar del mundo, por la disponibilidad de efectivos para actuar, el poderío de sus armas, la capacidad logística o la geografía militarizada que acompaña a su liderazgo mundial y su domino financiero-monetario, económico-tecnológico y comercial, con pleno control de las instituciones de gestión del orden global (que Washington utiliza, sin contrapesos, para imponer la privatización de la infraestructura mundial, controlar la tecnología, el petróleo, el gas, los alimentos, los minerales, los recursos básicos y un largo etc.), y porque tiene más de 173.000 tropas en todo el planeta desplegadas en 254 bases e instalaciones militares (según informe del Conflict Management and Peace Science Journal; ver también Secret Wars: El ejército de EEUU interviene directamente sin Autorización en más de 77 países – Responsible Statecraft • (kaosenlared.net); y por supuesto, el libro de Daniele Ganser, Los ejércitos secretos de la OTAN. El Viejo Topo. Barcelona, 2010). No hay “imperio” que pueda surgir bajo este Imperio Mundial (más allá de una condición subimperial subordinada al hegemón), no hay lugar para más “imperios” mientras él exista.
6. El fin del orden mundial del siglo XX
“Tan pronto como desapareció la URSS, el Occidente colectivo abandonó sin contemplaciones la pretensión de que no intervendría en los asuntos de otras naciones. Se embarcó en su agresivo programa de expansión de la OTAN. Intervino militarmente en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Haití, Siria, y convirtió las sanciones económicas en armas políticas y a las agencias internacionales en instrumentos de su poder; haciendo del cambio de régimen un objetivo explícito y público.” (Alan Freeman: Dicho al oído de Putin: el capital actúa globalmente, los pueblos del mundo también deben actuar unidos a nivel mundial – Observatorio Crisis).
Hoy, en su creciente delirio unilateral, EE.UU. emprende también un trabajo de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales, de desconocimiento y hasta el repudio de las decisiones de Naciones Unidas (y de su Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional. En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, del conjunto del entramado mundial que el mismo hegemón moldeó en su fase ascendente [la ONU, el FMI, el BM, la Unesco, el G7, el G20, la OMC, el Foro de Davos, etc., están todavía bajo su control, con sedes repartidas por el Occidente Colectivo] y que ya le incomoda en la actual fase degenerativa, de acumulación militarizada y reestructuración de la dominación mundial (ver cuadro 2).
A través de los pasos geopolíticos que va dando el hegemón en decadencia puede apreciarse, en cualquier caso, que el mundo que salió de la Guerra Fría llega a su fin. Muere definitivamente el largo siglo XX, y con él muchas de sus certezas. La excepcionalidad de Israel, la alianza energético-militar de EE.UU. y Arabia Saudita, la singularidad de Corea del Norte, la subordinación continental de “NuestraAmérica” a EE.UU., pueden estar viendo el principio de su fin tal como se han manifestado hasta hoy. Por el contrario, junto con la subordinación y marginalización de Europa, la apertura de los mares del Pacífico en torno a China, el surgimiento de una nueva África interconectada y el nacimiento de nuevas instituciones económicas y políticas internacionales[9], pueden comenzar a tener visos de verosimilitud. El nuevo mundo multipolar que comienza a construirse (OCS, Nueva Ruta de la Seda, OTSC, Unión Económica Euroasiática…), bien podrá en breve empezar a levantar también nuevas instituciones mundiales y cuanto menos reformar democráticamente la ONU (no lo que entiende el Occidente Colectivo que es “democratizarla”, expulsando a Rusia –y quizás a China- de la permanencia en el consejo de seguridad, para así quedarse ellos solos o con algunos países satélites en torno suyo).
A todo ello intenta EE.UU. oponerle diversos Bloques de Poder Regionales Tutelados para aparentar multipolaridad[10], así como la ya mencionada estrategia de Guerra Total permanente, “guerra sin fin”, en la que parece dispuesto incluso a la opción nuclear[11] (mientras que la UE ha pasado a ser algo entre oficina administrativa de la OTAN y su agencia de mensajería).
Entramos, pues, en una nueva era de inestabilidad, incertidumbre y riesgo sistémico, de pugna sin tregua por mantener el dominio mundial unipolar, que conlleva la posibilidad de seguir apropiándose de unos recursos cada vez más escasos; de tensión bélica generalizada y de destrucción de sociedades y franco peligro de todo el hábitat planetario; pero también de apertura a otro mundo posible a partir del desmoronamiento económico o de la ya no tan inalcanzable superación del capitalismo y el consiguiente derrumbe de todo su orden mundial; del fin de la globalización unipolar anglosajona, que viene a significar también la desoccidentalización del mundo. De momento, ya lo estamos viendo, el fin de la era neoliberal viene acompañado del ocaso del orden político que la precedió: la democracia liberal. El capitalismo actual va despojándose de sus adornos reformistas y ha entrado ya en una fase abiertamente postdemocrática.
No podrá haber una contratendencia de esta guerra sin fin “hasta que se establezca una alternativa al conjunto de instituciones internacionales centradas en el poder de Estados Unidos” (Michael Hudson, El Nuevo Orden de Estados Unidos y la posición de Alemania*** – Observatorio Crisis).
El mundo entero está pendiente, por ello mismo, del pulso que se juega en Ucrania y, en general, entre el Occidente Colectivo (con el Eje Anglosajón-rms al mando de su brazo armado de la OTAN) y la dupla chino-rusa que lidera el proyecto de Eurasia como embrión de un nuevo mundo en gestación, al que cada vez se acercan más formaciones socioestatales del Oriente y el Sur Globales. Porque este conflicto se extiende al planeta entero[12], marcando la línea de fractura entre dos épocas y el probable final de una era dominada por el Occidente Colectivo, una dominación que tras la caída de la URSS dio paso a un mundo unipolar de imposición y salvajización social en buena parte del planeta.
Todo parece indicar que esta guerra es la antesala de una gran transición civilizatoria[13].
En ese cauce de vorágine, de esta corriente histórica plena de torbellinos, va adquiriendo verosimilitud que se puedan trazar las bases de un nuevo orden con mayores posibilidades de estar basado en normas de respeto mutuo, soberanía y democracia social, aunque para ello resulte imprescindible, antes o después, rehacer caminos más allá del capitalismo y emprender de momento, al menos, algunas medidas claras vinculadas a procesos de soberanía estatal, y, poco a poco, popular, como insistió Samir Amin. Entre ellas resulta condición imprescindible levantar sistemas industriales autocentrados e integrados, en los que las diferentes ramas de la producción se conviertan en proveedoras y puntos de venta entre sí, orientadas ante todo al consumo interno. Hecho que requiere de una creciente planificación y de la propiedad estatal y nacional de la moneda, el sistema impositivo, el comercio exterior, los recursos, infraestructuras y servicios estratégicos; amén de la nacionalización de los monopolios y la iniciación de los medios de socialización de su gestión.
Es ineludible procurar, así mismo, la soberanía alimentaria, lo cual conlleva una apuesta por un sector agrícola destinado a satisfacer las necesidades de la propia población, con reformas agrarias que aseguren el acceso a la tierra y otorguen los medios para trabajarla adecuadamente. Controlando así también los flujos migratorios del campo a las ciudades, para ajustar el ritmo al crecimiento del empleo urbano.
La articulación del progreso en cada uno de estos dos campos ha de ser el foco principal de las políticas estatales, de cuyo éxito depende a su vez la consolidación de amplias alianzas populares de trabajadores/as y campesinos/as. Lo cual crea un terreno favorable para los avances de la democracia de base, participativa,y de la soberanía popular.
A todo ello habrá que ir sumándole más pronto que tarde las claves entrañadas en el concepto estratégico de “civilización ecológica”, pergeñado en la URSS y asumido hoy por China a través de un marxismo ecológico (tal como nos explica Bellamy Foster en Civilización Ecológica, Revolución Ecológica – Observatorio Crisis).
Las mayores o menores posibilidades de emprender esos grandes y decisivos procesos dependerán de cómo se diriman las luchas de clase internas (verticales y horizontales) en las principales formaciones socioestatales en liza[14].
También de cómo se combata el “Gran Reset” del capitalismo, como veremos en la próxima entrega.
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Cuadro 2
Convenciones, Protocolos y Acuerdos no firmados por EE.UU. o firmados pero no ratificados (listas no exhaustivas)
No firmados
Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena;
Protocolo de Kyoto;
Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción (Tratado de Ottawa);
Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la Pena de Muerte;
Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid;
Pacto Mundial para la Migración, de Marrakech;
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar;
Resoluciones condenatorias de la violencia neofascista en Europa (sólo EE.UU. y, sospechosamente, Israel y Ucrania, se niegan sistemáticamente a suscribir esas condenas);
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad;
Convención Internacional contra el reclutamiento militar, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios…
Pactos firmados por EE.UU. pero no ratificados (por lo que se exime a sí mismo de su cumplimiento)
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) (sólo Santo Tomé y Príncipe y Afganistán tampoco lo ratifican);
Convención sobre los Derechos del Niño (sólo EE.UU. y Somalia no lo han ratificado);
Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados;
Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía;
Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes;
Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación;
Convenio sobre la diversidad biológica;
Tratado de prohibición completa de todos los ensayos nucleares;
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales;
Convenio relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación;
Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva;
Convenio sobre la edad mínima de admisión al empleo;
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados;
Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional…
Por si todo esto fuera poco, sólo desde 2017 hasta el final del mandato de Trump en enero de 2021, EE.UU. ha desmontado diferentes pactos o espera romperlos. El 1 de junio de 2017, anunció la retirada de su país del acuerdo climático de París, firmado en 2016.
El 23 de enero de 2017 se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés); un pacto suscrito en febrero de 2016 por 12 países que, juntos, representan el 40 % de la economía mundial y casi un tercio de todo el flujo del comercio internacional.
EE.UU. también ha salido del Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Migración y Refugiados, así como de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
También ha modificado unilateralmente el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial entre este país, Canadá y México. Y aun así, impone aranceles a las importaciones mexicanas.
27 años antes, en 1994, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó un acuerdo con Corea del Norte para desmantelar el programa nuclear de este país asiático. Casi una década más tarde, al cambiar el mandato, el presidente George W. Bush, calificó a Pyongyang de “eje de mal” y preparó el terreno para romper el acuerdo.
Después de eso ha tenido lugar la profundización del desconocimiento y hasta el repudio norteamericano de las decisiones de Naciones Unidas (y del Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional.
En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, EE.UU. reconoció a Jerusalén como capital de Israel (otro país que se jacta de no cumplir resolución alguna de la ONU).
Seguidamente, anunció que se retiraba del Plan Integral de Acción Conjunta firmado con Irán, así como también del Tratado sobre armas nucleares con Rusia.
Además, el 25 de marzo de 2019, Estados Unidos reconoció la “soberanía” de Israel sobre el Golán ocupado, lo cual equivale a aceptar la adquisición de territorios mediante la guerra.
Todo indica que últimamente no se detiene ni ante la manifiesta violación sin tapujos de embajadas, como la norcoreana en Madrid o la de Venezuela en Washington.
Un trabajo, en suma, como se indicaba más arriba, de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales.
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Parte IV
7. El Gran Reinicio y las luchas de clase horizontales intercapitalistas y entre élites
Habíamos dado indicios en el primer apartado sobre el atolladero en el que está empantanado el capitalismo, que aquí sintetizamos muy brevemente con:
a) una permanente eliminación y deterioro de la relación salarial y del valor;
b) un gigantesco proceso de concentración monopólica que prácticamente ha acabado con la economía de mercado;
c) unas cada vez más poderosas élites desconectistas que viven de rentas fuera del contacto con el mundo del trabajo y que por tanto han perdido cualquier hipotética función histórica;
d) el desmoronamiento de las sociedades sobre las que se implanta este orden económico
Ante tamaña degeneración sistémica, y teniendo en cuenta ante todo que sin sociedad no hay economía, mucho se ha hablado del Gran Reinicio o “Reset Económico” en los términos empleados por las propias elites del capital global, desde que se enunciara por primera vez en el Foro de Davos de 2020.[15]
Para calibrar mejor sus condiciones y consecuencias, convendrá que atendamos al menos a algunas claves básicas.
Primer punto a tener en cuenta: los posibles objetivos
El pretendido “reseteo” del capitalismo bien puede estar buscando una contracción forzada de cierta “vieja economía” (trasporte, turismo, agricultura, industria manufacturera, inmobiliaria, alimentaria, textil, fosilista en general…), en su transición a una nueva con miras a garantizar su “sostenibilidad” para unos pocos, ante el fracaso del acople progresivo que ha venido expresándose como “lucha contra el cambio climático”, “transición ecológica” o “transición energética” y que ha compendiado en la Agenda 2030 buena parte de esas pretensiones[16]. Miremos algunos de sus pasos:
En 2015 la ONU/EEUU publica la Agenda 2030, de «desarrollo sostenible» capitalista. La gran mayoría de países acepta su puesta en marcha y comienzan a legislar sobre el hábitat.
En 2016, después de las campañas de Afganistán, Irak, Libia y Siria, Donald Trump vence las elecciones con el programa MAGA (“Make America Great Again«), una suerte de Fortress América que de por sí suponía un intento incompleto e infructuoso de reindustrialización.
En 2019 la UE plantea el Fit for 55 (FF55), cuyo objetivo es la reducción de la emisión de CO2 en un 55% hasta 2030. Los ajustes industriales planteados son tan profundos que son adjetivados por los funcionarios de Bruselas como draconianos, y anticipan la desindustrialización europea según es diseñada por EEUU.
Ese mismo año EEUU plantea el Green New Deal (GND), la versión anglosajona del Plan de Ajuste Estructural tercermundista, orientado a los requerimientos ecológicos, cuyo eje central fue la “economía verde” de derivados financieros y una política dirigida por sanciones, incentivos y cupos.
En 2019 se produce también la 1ª Guerra del Litio (en Bolivia) patrocinada por Tesla.
En 2020 se desata la “pandemia”. Las potencias centrales del Sistema -el “Occidente Colectivo”-, aprovechan la coyuntura para poner a punto una Nueva Normalidad de Descenso. Las economías hibernan, en mínimos productivos y de consumo.
En 2020 Biden vence las elecciones con el programa Built Back Better (BBB), lo que de por sí supone la fusión del nacionalismo MAGA por su empeño en la reindustrialización, y el GND por su incidencia en la sostenibilidad del capitalismo.
El primer revés para el proyecto de contracción económica basado en el “Cambio Climático”, sin embargo, fue que el Sur y el Oriente Globales se negaron a secundarlo (los presidentes de China y de Rusia ni siquiera estuvieron presentes en el encuentro llamado a dar carta de legitimidad a todo ello: el COP26, en Glasgow, 2021). Sabían claramente que no podían hacer funcionar sus economías sin carbón, petróleo y otros combustibles fósiles, y mucho menos desarrollar cultivos y aliviar la pobreza.
El Sur Global y el Oriente Global –buena parte de cuyas formaciones estatales participan ya de la Nueva Ruta de la Seda multipolar- encabezados por India, China, Sudáfrica e Irán, no se han mostrado dispuestos a un desmantelamiento de su desarrollo industrial-tecnológico, más o menos incipiente o más o menos avanzado según los casos, pero siempre con enorme esfuerzo conseguido frente al histórico colonialismo y neocolonialismo occidental. Por ello, el “Acuerdo” perdió respaldo y fuerza. De hecho, se reconoció que las emisiones seguirían aumentando hasta 2030 (el programa de “civilización ecológica” de China –al que aludimos en el apartado anterior- se perfila como lo más revolucionario puesto en juego, que empezará a notarse verdaderamente a partir de entonces). Pues mientras no cambien las coordenadas de capitalismo depredador a que el Occidente Colectivo tiene sometido al mundo, todo su discurso “verde” no es más que parte de su geopolítica de dominación.
Al no lograr imponer su Economic Reset desde la economía, ni políticamente a través de las Cumbres de Cambio Climático[17], ni tampoco a partir de la guerra biológica o “pandemia” –en 2021/2022-, la élite globalista -con su brazo armado OTAN- ha ido recurriendo a distintos episodios bélicos contra el proyecto multipolar y por el control mundial de las fuentes energéticas. Pero en su urgencia ha decidido dar un paso más en esa escalada bélica, como hemos visto más arriba: por primera vez acosa a una gran potencia nuclear (posiblemente el segundo ejército del mundo y el primero en términos defensivos), miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Este nuevo paso en la acumulación bélica conlleva ya sí una interrupción generalizada (con tendencia a cronificarse) de las cadenas del valor, que entraña a su vez una destrucción acelerada de capital mediante distintas pero entrelazadas dinámicas de Guerra.
Tal contracción de la economía puede albergar también la intención de rebajar la enorme y perniciosa montaña de capital ficticio que hoy pone en peligro la continuidad del sistema capitalista, y que podría ir acompañado del despliegue de una infraestructura digital global para la toma de posesión tecnocrática. Pero lo que resulta patente es que de momento lo que se está generando es una lucha a muerte por el acaparamiento de los últimos recursos y fuentes de energía fósil, con la consiguiente “desposesión energética” de la mayor parte de la humanidad, al tiempo que se contrae también el Centro del Sistema (las formaciones socioestatales que lo han venido dominando hasta ahora), por reducción de la riqueza real restante y eliminación de competidores, donde EE.UU. cada vez está menos dispuesto a compartir algo de aquélla, como veremos en el tercer punto de este apartado.
Segundo punto a tener en cuenta: qué facciones del capital emprenden el Gran Reinicio o pugnan por imponer su proyecto del mismo, y a quiénes se enfrentan globalmente
Nunca, pero aún menos en la geopolítica actual, pueden verse las formaciones socioestatales como monolíticas decantaciones políticas. Antes al contrario, en periodos de crisis generalizada las tensiones internas entre las clases dominantes se agudizan (puede decirse más vulgarmente: cuando el pastel se va achicando se hace más perentorio conseguir las porciones que van quedando).
Asistimos hoy a una cruenta y agudizada pugna global entre sectores del capital, donde el capital a interés especulativo parasitario (CIEP) parece haber tomado la delantera, con redes globales de control que persiguen la definitiva abolición de la soberanía de los Estados, así como el desleimiento de las sociedades para su conversión en dirigidas masas amorfas (recordemos que a diferencia del CIEP, el capital productivo sí necesita de ciertas formas de sociedad, a las que contribuye a su manera a sostener).
Así por ejemplo, en el caso de la principal potencia que comanda el capitalismo global, tenemos tres tendencias pronunciadas, con claras extensiones a escala global. La globalista, la continentalista unipolar imperial, y la continentalista de repliegue.
El globalismo financiero busca, posiblemente, un Estado global sin barreras al flujo financiero; plataformas de servicios financieros conectadas con empresas transnacionales (ETNs); control de los Bancos Centrales independientes de gobiernos estatales; pérdida de entidad de lo estatal-nacional; posibilidad de una fuerza armada global, como la OTAN; una moneda independiente de cualquier país; adueñarse y/o fragmentar el complejo financiero-militar-industrial USA y su Reserva Federal. En esa Red financiera global tenemos a Wall Street – City London – Bolsa de Hong Kong – S & Poors – los Rotschild – Cargill – Monsanto – Citigroup – Barclays – HSBC – Lloyd’s – ING Barings – Santander – CH… y la mayor parte del Partido Demócrata.
El continentalismo financiero imperial persigue fortalecer el poderío de USA y de su dólar, potenciando el complejo industrial-militar-petrolero-farmaceutico (aquí se asientan los “halcones”). Es la base del unipolarismo estadounidense continuador de la Trilateral para “un nuevo siglo americano” y se expresa a través del desarrollo de lo multinacional bajo el dominio de Estados-continentes liderados por EE.UU. Aquí se encuentran actores como Moody’s – Rockefeller – Goldman Sachs – Warren Buffet – Esso J.P. Morgan – The Washington Post – Halliburton (Dick Cheney) – Bank of America – Kraft Food, más el capital estadounidense de Clarín, El País y otros periódicos globales…
El continentalismo nacional productivo (“America First”), por su parte, busca la reindustrualización de EE.UU. y un mayor centramiento en sí mismo para poder salir de su aguda crisis, y especialmente la conectada a su mundo financiero-especulativo de capital ficticio y dinero inventado sin valor, lo que se traduce en una reubicación de las ETNs, un repliegue militar a cambio de la venta de tecnología armamentística. También en la contención migratoria. Bajo este epígrafe se encuentran parte del Partido Republicano – Tea Party – Trump – la gran industria, en clara minoría frente a los otros dos.
Como quiera que Trump no está interesado en la guerra contra Rusia ni en el mantenimiento de una muy cara OTAN, ni en la exacerbación ficticia-financiera ni en la expansión militar de USA[18], las otras dos facciones le han desplazado del gobierno mediante un “golpe blando”, hostigándole mediática, política y judicialmente sin cesar. Proceso en el que los demócratas especialmente se han servido de algunas de las claves ideológicas destacadas de la Agenda 2030 (exhibiendo el “feminismo postmoderno”, el “verdismo”, el “antirracismo postural”, la supuesta preocupación por la inmigración, etc.), al puro estilo del neoliberalismo “progre”.
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Del otro lado, para Rusia la ofensiva de la OTAN a través de Ucrania se ha convertido en una guerra a vida o muerte (como hemos dicho, el Eje Anglosajón hace décadas que alberga planes de desmembración de Rusia -como ya hiciera con la URSS-, para apoderarse sin obstáculos de sus enormes riquezas y alinear bajo su órbita al mayor país del mundo). Sin embargo, no todos sus sectores dirigentes o con peso en esta formación socioestatal ven las mismas salidas. Distingamos al menos, para entender un poco el entramado de fuerzas, entre tres grandes sectores políticos:
a) Sector pro-occidental, donde se sitúa la mayor parte del gran empresariado -eso que los medios otanistas llaman “oligarcas” y que ellos mismos crearon con el destrozo del mundo postsoviético y su “doctrina del shock”; así como ciertas elites tradicionalmente vinculadas por interés al Occidente Colectivo, aunque también pesan en ellas razones culturales e históricas[19].
En este sector se apoyaría la ofensiva del Eje Anglosajón para lograr un cambio de gobierno claramente dócil a los intereses del hegemón y sus subordinados de la OTAN, no sólo haciendo que la Rusia que quedara se distanciara de China, sino dejándola lista para sumarse al Bloque Occidental contra ella.
b) Sector ultranacionalista, marcadamente conservador (con tendencias incluso fascistas entre ciertos ámbitos) y expansionista, que ve en la guerra un buen momento para reafirmase dentro de la sociedad rusa.
c) Sector soberanista, que defiende la independencia de Rusia y que sabe que tiene que enfrentar la gran ofensiva a muerte del Occidente Colectivo o formaciones socioestatales centrales del Sistema Mundial capitalista.
Aquí a su vez, pueden señalarse cuanto menos dos importantes subfacciones:
c.1./ Quienes enfrentan esta agresión con las reglas de juego del propio capitalismo, tal como está Rusia inserta en él (Putin y algunos de sus más cercanos, por ejemplo).
c.2./ Quienes saben y quienes van cobrando conciencia de que Rusia no podrá sobrevivir a semejante ofensiva si no rompe con esas reglas y emprende una reindustrialización tecnológica importante -superando la reprimarización de la economía a la que le condujo la derrota en la Guerra Fría-, así como acomete un giro hacia un capitalismo de Estado, con posibilidades de ir desbrozando un nuevo camino de transición al socialismo. [Aquí los niveles de gradación u objetivos en ese camino varían bastante de unas a otras organizaciones y agentes políticos, pero en conjunto podrían incluirse en esta subfacción a algunas figuras del actual establishment, sectores intelectuales y académicos[20], además de una todavía relativamente escasa pero creciente parte de la población, y amén de las entidades comunistas (PCFR, RCRP, Esencia del Tiempo)].
Si bien dentro del gobierno ha perdido fuerza el sector ultra liberal y prooccidental, su presión económica e ideológica continúa. Aun así, lo cierto es que la propia agresión imperial obliga a Rusia a reestructurarse profunda y perentoriamente, lo que sin duda abre las posibilidades para emprender una nueva transición postcapitalista.
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En cuanto a China, la línea de Xi Jinping de empezar a intensificar el avance hacia el socialismo tiene que enfrentar las tendencias “occidentalizantes” habidas no ya sólo entre el gran empresariado sino dentro del propio partido comunista. Asimismo tiene que vérselas con otras tendencias que promueven la continuación de una transición más lenta, como la que ha hecho China hasta hoy, con una convivencia más amoldada o dócil con el capitalismo. Todo indica que tras el XXº Congreso del PCCh la facción de Jinping ha salido claramente fortalecida (como se simbolizó con el apartamiento del expresidente Hu Jintao, que representa al sector liberal)[21].
Y esto es importante, porque del resultado de unas y otras de esas luchas internas chinas, de cómo se manejen las contradicciones entre el sector estatal y el privado-capitalista, más la presión de las propias luchas de la fuerza de trabajo hacia el socialismo, devendrá el futuro inmediato de la humanidad.
Lo que parece evidente, hoy por hoy, es que la plena subordinación europea (sumisa ya en todos los arcos parlamentarios de sus formaciones estatales, de izquierda a derecha[22]), deja a Europa como un actor político y económico cada vez más empequeñecido, perdiendo el papel en el mundo que creó con su expansión colonial a partir del siglo XV. Un mundo que se entrevé definitivamente post-europeo.
Tercer punto a tener en cuenta. Los resultados
Resumamos y concluyamos. Capitales que operan en sectores de alta tecnología y que incluyen en lugar destacado a las energías renovables, impulsan la aceleración de la transformación tecnológico-“ecológica”, al tiempo que buscan remodelar las relaciones sociales e internacionales.
Un nuevo modelo económico basado en la alta tecnología (aeroespacial, armamentística, financiera, informático-mediática, farmacéutico-biológica, “verde”) no es factible, para empezar, sin la base de las energías fósiles, pero tampoco sin grandes recursos públicos (sin el apoyo político e incentivos gubernamentales). Los cuales, a su vez, siendo bastante exangües en esta fase de capitalismo degenerativo, han requerido de dos causas concurrentes para desplegarse: la “pandemia” y la guerra.
Los Estados, con el concurso entusiasta de las izquierdas del Sistema, asumen los gastos de las operaciones, mediante “planes de recuperación”, fabricando dinero de la nada y endeudándose a mansalva. Dinero que, por supuesto, no se destina a resolver problemas sociales ni sanitarios (al revés, el deterioro de los sistemas de salud públicos se ha acrecentado desde la “pandemia”), sino a la digitalización[23] (incluso para la atención sanitaria, donde se eliminan profesionales y relaciones directas entre éstos y la población), la “economía verde”[24] y las nuevas tecnologías concomitantes. Todo dirigido desde los puestos de mando del Gran Capital Global (Foro Económico Mundial, Club Bilderberg, G7…).
Pero para ello se necesita también remodelar unas nuevas relaciones sociales en consonancia con el nuevo modelo de explotación global, que conlleva medidas de vigilancia, control y represión que desarticulan las movilizaciones obreras-ciudadanas, su capacidad de confrontación[25]. La “pandemia” cumple el papel perfecto para entrenarse y empezar con todo ello.
La guerra contra Rusia (y la UE) en Ucrania, por su parte, sirve a los capitales estadounidenses para acelerar el proceso de penetración de su capital “verde” y de tecnología punta en Europa, al tiempo que sus capitales “fósiles” (imprescindibles para los “verdes”) siguen lucrando también en el “viejo continente” a través de terceros.
Los Estados europeos, además, tendrán que devolver con creces en breve (cuando venzan sus títulos de deuda pública) ese dinero en forma de ajustes estructurales que terminarán de destrozar las condiciones sociales y laborales de la UE (aunque también esto es extensible a otros lugares del planeta). Y tengamos en cuenta que según aumenta el numerador en la relación deuda/PIB a cuenta de los planes de recuperación y “transición energética”, el denominador se achica debido a las medidas bélico-económicas contra Rusia, la crisis estructural que padecen las formaciones socioestatales europeas y la contracción económica debida a la gestión de la “pandemia”. Lo que da como resultado una relación deuda/PIB al borde del abismo. Si al tiempo se quiere salvar al conjunto de la Banca -que ha venido arrostrando tipos reales de interés negativos- disparando precisamente los tipos de interés, una mayor contracción económica y monto de la duda están garantizadas, y con ellas las posibilidades de precipitarse por ese despeñadero.
Por eso el Gran Reinicio del capitalismo se empeña en expresarse mediante una vuelta de tuerca a la pérdida de democracia, al control poblacional, a la precarización de los mercados laborales, al empobrecimiento generalizado, a la militarización, al deterioro ambiental, a la destrucción de lo social. De hecho, las mismas elites lo han anunciado como la convergencia de los sistemas económicos, monetarios, tecnológicos, médicos, genómicos, ambientales, militares y de gobierno.
También da como resultado un claro, persistente e intenso proceso de oligopolización y concentración de la riqueza, con la eliminación de grandes y medianos capitales, así como la desaparición de más y más de los pequeños. Bien claramente, esto se compagina no sólo con el empobrecimiento generalizado de las poblaciones (que podría paliarse tímidamente, en lo inmediato, para evitar mayores desestabilizaciones, a través de unas u otras modalidades de “renta” social), sino con la posibilidad de una creciente población sobrante. Procesos vinculados igualmente a la acumulación bélica de capital y a la procura del abortamiento de cualquier intento de soberanía.
El director del Foro Económico Mundial (FEM) o Foro de Davos, Klaus Schwab, ha sostenido hace poco que “nosotros construimos el futuro, una comunidad poderosa”. Para añadir seguidamente: “tenemos los medios para mejorar el estado del mundo, para lo cual son necesarias dos condiciones: la primera, es que actuemos todos como partes interesadas de comunidades más grandes, para que no sólo sirvamos a nuestros propios intereses, sino que sirvamos –arrastremos detrás nuestro- a la comunidad. La segunda es construir la legitimidad social que vaya más allá de la elite minoritaria que somos.”
Parece muy difícil decirlo más claro, pero no, las elites del Foro de Davos son capaces de hacerlo, insistiendo en que la crisis energética mundial es una “transición” que “será dolorosa” para la mayoría, pero que no debe ser resistida “por naciones tentadas a preservar su propia soberanía sobre la agenda global”.
Apresurándose en transitar por esa vía ideológica abierta destacan las izquierdas integradas de la institucionalidad europea. Así, el vicecanciller de los verdes alemanes, Robert Habeck, al hablar sobre la crisis energética advirtió que “los gobiernos de las naciones individuales no deberían buscar proteger a sus propios ciudadanos, sino seguir la regla de los mercados”. Por su parte, la CEO financiera de Noruega, Kjerstin Braather, describió la “agitación energética global” como una “transición”, admitiendo que habrá escasez masiva y dificultades económicas, pero afirmando que “el dolor valdrá la pena”. Curioso, misma frase que Joe Biden utilizó ese mismo día en otro foro.
“Las naciones no deben resistir la transición globalista dolorosa”, proclaman a los cuatro vientos las elites del FEM.
Por supuesto que dentro de esta ofensiva globalista antisoberana, el Eje Anglosajón tiene como principal objetivo (desde hace unos dos siglos al menos) imposibilitar que Eurasia se erija en actor político colectivo y que se vincule económica y energéticamente, para lo que resulta vital ante todo separar a Alemania de Rusia (la inyección de recursos a la Alemania derrotada y arruinada de los años 20 del siglo XX, y su rearmamento por parte del Eje Anglosajón, tenían como objetivo que fuera ella la que protagonizara la agresión a la URSS).
Como meta adjunta a la anterior se busca que al golpear económicamente a Europa se le quite a China su principal comprador o se le empequeñezca. Empobrecer a Europa debilita a un importante comprador de China y de otras partes de Asia (en un nuevo alarde de sumisión, Alemania ha dejado de financiar las inversiones de sus principales empresas en China y dice “estar diversificando” la dependencia de las importaciones de ese país; aunque el descalabro de la economía alemana parece haber impulsado finalmente a Scholz a viajar a Pekín, para “fortalecer la cooperación práctica”[26]).
Otro propósito que se realiza es que EE.UU. subordina aún más a Europa y la elimina como competidora en diferentes renglones de la economía y la tecnología.
Ya hemos visto en el apartado 3 la guerra judicial-económica que USA lleva a cabo contra Europa, por eso vienen especialmente a cuento aquí las declaraciones del que fuera presidente francés por bastantes años, François Mitterrand:
“Francia no lo sabe, pero estamos en guerra con Estados Unidos. Sí, una guerra permanente, una guerra vital, una guerra económica, una guerra sin muerte, en la superficie. Y sin embargo, una guerra a muerte.” (https://covertactionmagazine.com/2022/10/14/how-much-longer-can-the-u-s-continue-to-wage-economic-war-on-europe-and-much-of-the-world-without-a-major-blowback-effect/).
Macron (y diríamos que Scholz también), están empezando a aprender lo que esas palabras significan. Aun así la clase capitalista europea y sus “líderes” políticos parecen limitarse a seguir instrucciones, en un proceso de subordinación acelerada y acentuada de este pseudocontinente, a la que algún autor ha puesto el nombre de “puertorriquización de Europa” (Michael Hudson, Michael Hudson: «La guerra es contra Europa y Alemania» | Burbuja.info; La inminente ruptura global provocada por el choque entre distintos órdenes económicos – Observatorio Crisis; Entrevista al economista estadounidense Michael Hudson – Observatorio Crisis; también viene al caso el siguiente artículo de Najda Salson: https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/10/24/privatizacion-de-como-blackrock-o-deloitte-se-apoderan-de-los-gobiernos-de-europa-najda-salson/).
En ese proceso, Europa Occidental va dejando de recibir inversiones y sufre un verdadero plan AntiMarshall del que sólo parece ver la salida peleando por los recursos africanos contra Rusia y China, e intentando sustituir la energía que rechaza de Rusia a precios mucho mayores de intermediarios de los mismos recursos rusos o de EE.UU., que además lucra con la disparada venta de armas a sus subordinados y cada vez más especialmente a Europa Oriental.
Todo esto no podría ser entendido sin considerar primero que hay facciones de poder en Europa que pueden estar interesadas en desvincularse de las energías fósiles, para lo que están dispuestas a seguir al Eje Anglosajón en su guerra contra Rusia. Y es imprescindible tener presente también que Europa es un territorio ocupado o invadido por un ejército extranjero, el de EE.UU., con más de 80.000 efectivos militares repartidos en unas 118 bases en Alemania, 44 en Italia, 25 en Gran Bretaña y dos en España, además de tener tropas e instalaciones en Polonia, Rumanía y otros países, con cerca de 400 armas atómicas que posee en suelo europeo (150 de ellas en Alemania), bajo el mando directo del United States European Command o EUCOM[27].
Pero lo que no tiene ningún eximente histórico ni posibilidades de reparación de daños, es la plena colaboración de las izquierdas institucionales -y en general izquierdas integradas en el Sistema- con el proyecto de demolición social a medio plazo y, en términos generales, con el suicidio europeo. Esto quiere decir que el decurso de los acontecimientos terminará de barrerlas. El daño es ya prácticamente irreparable en casi toda Europa para lo que queda de los partidos y organizaciones de la III Internacional (no digamos ya de la IV, autoaniquilada en este contexto)[28], por su aceptación del marco dado de las cosas establecido por la UE-OTAN, cuando no por el seguidismo expreso de sus directrices globales y su alineamiento estratégico por pasiva o, sin más disimulos, por activa.
Por el contrario, en ambas Europas se da un proceso acelerado de renazificación, especialmente en la oriental. De ahí que no habrá que cavilar mucho para percatarse de que la situación se torna, en cualquier caso, más y más peligrosa para Rusia.
En conjunto, el Occidente Colectivo acentúa las políticas neocoloniales militaristas dando lugar a un rearme generalizado, como parte de la Guerra Total o guerra sin fin en la que hemos entrado, la cual conlleva también la partición del mundo entre quienes “están con él o contra él”, en un maximalismo político-militar que va evidenciando según se desarrollan los hechos la creciente soledad de ese “mundo occidental” (ver aquí, por ejemplo, https://www.legrandsoir.info/mohamed-hassan-sur-le-monde-multipolaire-le-neocolonialisme-est-mort.html).
Y no olvidemos que el objetivo último de esta guerra multiespectral, sin fin, es acabar con China (como ya se hiciera en el pasado reciente a partir de las guerras del opio -muy cerca de ella Japón es el país con más bases militares estadounidenses de todo el mundo, 120; con Corea del Sur albergando 15 de ellas también y unos 35.000 soldados que la propia Corea costea con $ 1.035 millones al año; y ahora EE.UU. planea hacer de Australia un portaviones nuclear contra China-), por ser la única potencia que puede asumir el relevo hegemónico en el mundo[29]. Se trata de reestructurar el control mundial de la energía y los recursos. Para poder seguir fungiendo de hegemón, EE.UU. necesita vitalmente mantener el dominio de los mercados energéticos y fijar el precio de los combustibles. El grupo euroasiático, en cambio, con los BRICS ampliados, no sólo planea comerciar en monedas nacionales, y no con el dólar, sino que quiere ligar esas monedas a los productos básicos (petróleo, gas, alimentos, materias primas…), en una suerte de “cesta de monedas” que alberguen un valor inherente, en contra de un dólar-papel cada vez más desligado del valor)[30].
Se trata también, como acabamos de ver, del control de las poblaciones del mundo. Porque no podemos pasar por alto que la guerra social (con el drástico disciplinamiento de la fuerza de trabajo que persigue)[31] es parte también de esta Guerra Total.
Entramos, en definitiva, en una nueva etapa del capitalismo global (que enciende un turboimperialismo) centrada en la disputa geopolítica y geoeconómica entre Estados Unidos y China (más Rusia), pero que afecta en la agresión imperial a todos y cada una de las formaciones socioestatales que se le oponen con algún mínimo de soberanía, y que podría prolongarse al menos por dos décadas, mientras el planeta obligará a la humanidad a experimentar una verdadera “transición ecológica” (y no la publicitada por el Sistema).
“Esto se vuelve crítico en tiempos en los que el neoliberalismo, como forma de acumulación capitalista y dominación político-cultural, dejará de ser conocido en su modo convencional, lo mismo que la hegemonía militar estadounidense, y comenzará una fase de dominación mucho más violenta y peligrosa”, donde paradójicamente agendas diversas emitidas por el eje atlantista entran cada vez más en juego.
“Es así como las agendas vinculadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados por la ONU se han imbricado en los distintos planes de gobiernos progresistas y mantienen patrocinio en la región [NuestraAmérica] a través de megacorporaciones ONGizadas como la Fundación Open Society, que financia a formaciones políticas de izquierda y derecha. Nancy Fraser se refiere al neoliberalismo progresista como una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQI) con sectores de negocios de gama alta «simbólica» y sectores de servicios (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood).” (los dos últimos entrecomillados en https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/10/28/muta-el-progresismo-latinoamericano-entre-ciclos-oleadas-y-agendas-mision-verdad/).
Así que el Gran Reinicio podría suponer incluso, finalmente, tanto el paso hacia un capitalismo final, barbarizado y definitivamente despótico, como incluso ser parte de un proyecto para pasar (ya sea tras ese escalón intermedio o no) hacia un modo de producción automatizado donde la relación salarial constitutiva del capitalismo se vaya extinguiendo por sí misma (quien posea las máquinas “humanoides” ya no precisará de asalariados/as: biogenética + inteligencia artificial + robótica permiten máquinas sustituidoras de humanos). “Islas” de automatización mundiales en determinados enclaves privilegiados, combinadas con formas de explotación precapitalistas para la mayoría del planeta, y una ingente cantidad de humanidad “sobrante”, puede ser un escenario probable a medio plazo, no sin antes haber experimentado la humanidad los terribles sufrimientos y muerte que acompañan a un sistema en abierta descomposición.
Hoy posiblemente, además de las luchas de clase en todos lados -que tendrán que resultar para ser efectivas del nacimiento de nuevas izquierdas capaces de estar a la altura de los tiempos (¿una V Internacional?)-, sólo China (con la mayor o menor ayuda de Rusia, ya veremos) puede alterar ese decurso histórico. Pero para ello deberá salir victoriosa de su propia pugna interna, con el imprescindible empuje de las fuerzas populares. Hacia el socialismo.
Las posibilidades de un mundo mejor a partir de la multipolaridad están por definirse y concretarse, pero de lo que no cabe duda es de que si el Mundo Anglosajón-Unipolar triunfa en esta guerra, a la humanidad le espera la versión del capitalismo más ficticia, irracional y al tiempo salvaje. Eso sólo puede significar la multiplicación del dolor, la precariedad social, las penalidades y la muerte.
Por eso mismo, cualquier encogimiento de hombros, “ninismo” o equidistancia (“todos son iguales” o “todos forman parte de lo mismo”) respecto de esta Guerra Total (bajo el pretexto de que el mundo bonito no existe en ningún lado), es no solamente soñar en las nubes con lo que eso significa para caer golpeados por la bestialidad unilateral en curso, sino que incapacita para cualquier análisis riguroso de coyuntura, para albergar cualquier estrategia digna de tal nombre y para poder transformar nada en absoluto (porque, por una parte, probablemente sólo hay algo más peligroso que equivocarse de enemigo, y es confundirse de amigo, y por otra, apelar a la paz abstracta -como a la bondad del mismo calibre-, sin partir –para transformarlas- de las condiciones reales que la impiden o de los procesos políticos que la pueden conseguir realmente, sólo conduce a perpetuar la guerra y el dominio de los poderosos). Saber distinguir entre agresores y agredidos, entre quienes llevan el Caos sistémico y la Barbarie social generalizada, y entre quienes pretenden defenderse e incluso combatir todo eso; ubicar dónde está el lado de la Muerte y dónde se sitúan las posibilidades de construir un mundo a partir de otros parámetros -por mucho que haya que luchar en él para sentar las bases mínimas de sociedades socialistas, como viéramos al final del apartado anterior-, resulta vital para las clases trabajadoras, y a la postre para el conjunto de la especie y la ecosfera toda.
Para que la guerra sin fin no se convierta en la guerra del fin.
Por Andrés Piqueras
NOTAS:
[1] Recomendaría emplear los 3 minutos veinte segundos de tiempo que dura este vídeo ruso hecho en 2014, para tener una mejor perspectiva del transcurso de los acontecimientos: https://www.youtube.com/watch?v=dzUHfAXMWBw
[2] Este tipo de izquierdas fue designado por la propia CIA como “izquierda compatible” -anti-marxista y anti-comunista-. “Compatible” con el capitalismo, claro está. Su labor consistiría en “un revisionismo permanente (…) una continua renovación del contrato con la gente, para modernizar la aplicación de nuestros valores”. Obsérvese la reiteración de semejantes expresiones en el vocabulario ideológico actual de nuestras izquierdas institucionales y en general integradas en el orden del capital. Ver LA CONSOLIDACIÓN DE LA “IZQUIERDA COMPATIBLE”: DE LA CAÍDA DE LA URSS A LA «POLÍTICA DE LAS IDENTIDADES» | Canarias-semanal I Digital informativo de ámbito internacional y actualización diaria. Ver también para lo que significa “el verdismo” en el caso de Alemania: nakedcapitalism.com/2022/11/washingtons-woman-in-berlin-how-germanys-foreign-minister-is-helping-the-us-crush-the-german-economy.html
[3] Sigo aquí muy de cerca a Claudio Katz ESRUSIAUNAPOTENCIAIMPERIALISTAII.ELLEGAD.pdf (lahaine.org). En lo que discrepo con él es en la caracterización que hace de Rusia como “un imperio no hegemónico en gestación”. Para nosotros, todos y cada uno de los pasos que Rusia está dando por el momento son estrictamente defensivos, a pesar de las apariencias, como espero quede claro en el desarrollo de este artículo. Nada que ver, hoy por hoy, con proyecciones imperiales.
[4] La derrota en la Guerra Fría dejó desvalidas a las poblaciones del conjunto de territorios que componían la URSS, incluida Rusia. La ONU calcula en más de 10 millones las muertes prematuras y los niños muertos en el pre-parto debido al deterioro de la sanidad pública, la malnutrición, el alcoholismo y la tensión asociada a la falta de recursos. Un rápido deterioro se experimentó también en otros indicadores de desarrollo humano: educación, esperanza de vida (disminuyó en más de cinco años), investigación y cultura, áreas en las que la URSS había alcanzado cotas punteras. El 40% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza, en comparación con el 1,5% antes de la caída de la Unión Soviética. La riqueza que había sido creada casi de la nada por el esfuerzo conjunto de toda la población soviética, fue parcelada en unos pocos años y acaparada por individuos que se convirtieron en oligarcas enormemente ricos de la noche a la mañana, y de la que también de una u otra forma se apropiaron las transnacionales extranjeras y el propio FMI. Entre 1992 y 1998 el PIB ruso cayó a la mitad, lo que no había ocurrido ni durante la invasión nazi (muy aconsejable seguir aquí a Klein, Noemi. La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Paidós. Barcelona, 2011).
Fruto de esas circunstancias, Rusia arrastra todavía en su interior formas del capitalismo salvaje y de desprotección de la fuerza de trabajo que el capital global reserva para sus zonas periféricas (eso que se suele llamar “Tercer Mundo”). Mucho de lo heredado de la derrota de la Guerra Fría perdura, como la precariedad y desprotección de su mercado laboral y hasta cierto punto el deterioro de sus servicios sociales. También presenta serios problemas con el tratamiento energético y el desarrollo social; cuenta con una escasa población para tan enorme territorio; su tejido industrial-tecnológico civil es aún débil y la economía experimentó un proceso de re-primarización (o predominio de la exportación de recursos primarios) costoso de revertir y más aún con la guerra económica desatada por EE.UU. y sus aliados subordinados, entre sus carencias más importantes. No obstante, gracias a sus enormes recursos energéticos, a su desarrollo humano y a haber conservado los avances técnicos de la URSS en campos clave, como el militar y ciertos ámbitos de la investigación científica, así como la herencia formativa de la sociedad soviética, ha podido recuperarse como formación social emergente e incluso convertirse en un referente mundial de re-soberanización y del multilateralismo. Estas condiciones le han permitido por primera vez comenzar a intervenir con éxito en algunos lugares donde EE.UU. y su brazo armado global, la OTAN, habían irrumpido para destruir, y muy especialmente en Siria (un auténtico puñetazo ruso en la mesa de la geoestrategia global), tras la contención que ya Rusia había hecho al Eje Anglosajón en Georgia.
[5] Sobre lo que representa el gasto militar como lastre de la economía, es de interés consultar el trabajo de Carcanholo, Reinaldo. “Interpretaciones sobre el capitalismo actual, crisis económica y gastos militares” y Apéndice I: “Los gastos militares y la transustanciación de la riqueza”, en Andrés Piqueras y Wim Dierckxsens (eds.), El colapso de la globalización. La humanidad frente a la gran transición. El Viejo Topo. Barcelona, 2011.
[6] Nos dice también Smith: “Para ser una potencia imperialista, no basta con dedicarse al comercio internacional o tener una capacidad de defensa importante. No es el comercio, sino la dependencia de las superganancias generadas por la exportación de capital por parte de los monopolistas financieros lo que indica que una economía pasa de la etapa inferior del capitalismo a la etapa superior del monopolio (imperialismo). Y no es una capacidad militar per se la que prueba la intención agresiva, sino el uso que se hace de ella.”
[7] Imprescindible para calibrar mejor su posición mundial, consultar al menos algunas referencias sobre este nuevo gigante, de nuestro equipo del Observatorio Internacional de la Crisis: Herrera, Rémy y Long, Zhiming, «Some Considerations on China’s Long-Run Economic Growth: 1952–2015 – From the Analysis of Factor Contributions to that of the Profit Rate », en Structural Change and Economic Development, vol. 44, n° 3, pp. 14-22, Nueva York, 2018. Herrera, Rémy y Long, Zhiming. ¿Es China capitalista? El Viejo Topo. Barcelona, 2021.
[8] Condiciones que incluso han llevado a bastantes autores, incluido al propio Katz (y que aquí sí comparto en alguna medida), a criticar su falta de espíritu internacionalista:
“Pero ese afianzamiento de la soberanía ha empalmado con el abandono de las tradiciones antiimperialistas. El régimen pos-maoísta se alejó de la política internacional radicalizada que auspiciaba la Conferencia de Bandung y el Movimiento de los No Alineados. También sepultó cualquier gesto de solidaridad con las luchas populares en el mundo. Ese viraje constituye la otra cara de su cautela geopolítica internacional. China evita conflictos con Estados Unidos, sin interferir en los atropellos que consuma Washington. La elite gobernante ha enterrado todos los resabios de simpatía con las resistencias al principal opresor del planeta.”
La situación de Cuba hoy no sería tan dramática, por ejemplo, si China hubiera desarrollado al menos un porcentaje mínimo del internacionalismo que aplicó la URSS. Todavía menos explicable esto (o explicable apenas por su ‘pasar desapercibido’ en el mundo capitalista) cuanto que China es mucho más poderosa económicamente que el país de los soviets. Dejo aquí enlace a un buen artículo del economista Alan Freeman, para sopesar lo que se perdió a escala mundial ya con la disolución del Komintern o Tercera Internacional: Dicho al oído de Putin: el capital actúa globalmente, los pueblos del mundo también deben actuar unidos a nivel mundial – Observatorio Crisis. Con una cita del mismo comienzo también el siguiente apartado.
[9] Cada vez más roto el consenso de Washington, las instituciones multilaterales se van liberando de las ataduras del Tesoro estadounidense, para dotarse de otros parámetros económicos y políticos.
[10] Así, el Bloque Turcomano, Bloque Intermarinum, Bloque Global Nato, “Horizonte Europa”: negociaciones con Armenia, Georgia, Israel, Moldavia, Balcanes Occidentales, Túnez, Turquía y Ucrania (ver EEUU acelera la formación de Bloques de Poder Regionales Tutelados para diseñar el Mundo Multipolar 4.7.2022).
[11] Estas son palabras de María Zajarova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso: “La OTAN continúa bombeando al régimen de Kiev con armas y municiones por un total de 42.300 millones de dólares, le suministra inteligencia, entrena a sus soldados, acercándose así a la peligrosa línea de la confrontación militar directa con Rusia” [Rusia califica de «militarización» de la UE el proyecto comunitario de movilidad militar | Diario Octubre (diario-octubre.com)].
En un texto de siete expresidentes de Nuestraamérica, firmada también por excancilleres, exministros, exparlamentarios y congresistas en ejercicio, dado a conocer el 15 de noviembre de 2022 y dirigido a 12 presidentes en funciones para justificar la recreación de Unasur, se señala que el mundo padece “una anomia en cuanto al respeto al derecho internacional” que “genera una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear”, por lo que “se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales, que hoy en día están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes.” El texto llama a conseguir soberanía sanitaria, alimentaria y energética.
[12] Con el AUKUS para asediar a China en todo el Pacífico y el Índico, y con toda África convertida en el frente sur de la OTAN, para propiciar la total desestabilización continental, de manera que sus recursos no sean aprovechados para sí mismos ni para el proyecto multipolar y se puedan seguir apropiando por el Occidente Colectivo (algunas consideraciones al respecto: https://thetricontinental.org/newsletterissue/africa-new-cold-war/). También la OTAN está abriendo un nuevo frente en el Sahel para el control de la región: Mali, Mauritania, Burkina Faso, Senegal, Níger, Nigeria… con algunos países convertidos ya en objetivos militares. Entre ellos, por supuesto, Argelia, a la que se busca desestabilizar y quizás a medio plazo aniquilar como se hizo con Libia. Además, USA invade de nuevo el Cuerno de África (mirando a Chad y Sudán) para cortar el avance chino y ruso en el área… Aquí el Reino de España se convierte en objetivo militar de primera línea al ser el único país europeo-africano (de mi cosecha: Madrid: la OTAN se hace global | Al Mayadeen Español).
[13] Es sin duda el momento de encrucijada histórica que vivimos el que hace proliferar las reuniones, cumbres, encuentros, foros y conferencias regionales e internacionales. En el momento de acabar estas páginas prácticamente coinciden en noviembre de 2022 las del ASEAN, el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico, la Alianza del Pacífico, la COP27, la RCEP, el G20 -donde además Sudáfrica pidió que la Unión Africana sea miembro permanente de este foro- y los BRICS, entre las más importantes “por arriba”; pero al tiempo se reúnen también los pueblos, como el Congreso de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños (Con declaración contra el imperialismo y por la paz concluye VI Congreso de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños – Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños) o el Foro de Sao Paulo. Se trata de dirimir las posibilidades de controlar las tendencias sistémicas o bien de ir sacudiéndose las dominaciones ancestrales. Saber posicionarse adecuadamente y formar bloques de defensa y mutua ayuda resulta vital para las posibilidades emancipatorias del Sur y el Oriente Globales.
[14] Es vital para constituirse en izquierda altersistémica eficaz saber posicionarse en esas luchas tanto a escala interna de cada formación socioestatal, como externa o internacionalista, para distinguir entre agresores y agredidos, entre actitudes y procederes imperiales y acciones reactivas propias de quienes están a la defensiva y en la pugna por un mundo donde el poder, los recursos y la riqueza social estén repartidos más democráticamente entre países (¿también entre clases?: a eso tiene que aspirar indispensablemente el posicionamiento internacionalista). Imprescindible, por tanto, discernir entre intereses de las oligarquías y los de las clases trabajadoras y sus posibilidades en cada una de esas batallas, como se intenta describir en la última entrega.
[15] El Gran Reinicio también llamado Gran Reseteo es una propuesta de economía planificada del Foro Económico Mundial (FEM) para reconstruir la economía tras la pandemia de covid-19. Fue presentado en junio de 2020 por Carlos, príncipe de Gales, y Klaus Schwab, el director del FEM. La inauguración del Gran Reinicio se dio en junio de 2020, donde se reunió toda la élite financiera, tecnológica y política mundial. El lugar de encuentro fue en Davos (Suiza), siendo el príncipe de Gales quien inauguró el gran evento global.
[16] Agenda a la que por cierto pretendidos comunistas españoles no han tenido empacho en ponerse al frente. Reproduzco en este primer punto en gran medida, por considerarlo merecedor al menos de tenerlo en consideración, lo señalado en Heraklio, TARCOTECA contrainfo: Occidente Acelera una Agenda Decrecentista y Neocolonial que No Entiende. Desmoralización previa a la Disrupción y en Dierckxens y Formento, La gran transición hacia el mundo multipolar. El Sur Global en la iniciativa estratégica. Acercándonos Ediciones. Buenos Aires, 2022.
[17] La COP27 termina con un plantón aún mayor del Sur Colectivo a la imposición de agendas de las potencias imperiales. Y es que de acuerdo con un estudio de la plataforma Our World in Data, que analiza el período entre 1751 y 2017, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea son responsables de alrededor del 50% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera en conjunto (25% EEUU y 22% los países de la UE), mientras que China habría contribuido con un 12,7% [sobre la estrategia de acoso a China a través del clima, por ejemplo: La jugada que hace EEUU para convertir el cambio climático en otro punto de confrontación con China – 06.11.2022, Sputnik Mundo (sputniknews.lat)]. Como parte de la dimensiones cognitiva y económica de la Guerra Total, hay desde hace algunas décadas todo un entramado imperial que bajo la excusa del “anti-cambio climático” propone al Sur Global y al Oriente Global la paralización, más la escalada del endeudamiento y de la dependencia [al tiempo que, por supuesto, no hace nada por eliminar al responsable máximo del desastre: el modo de producción capitalista con sus elites -parece ser que sólo 125 multimillonarios consumen un millón de veces más gases contaminantes que una persona promedio: Oxfam: multimillonarios emiten un millón de veces más gases contaminantes que una persona promedio – 08.11.2022, Sputnik Mundo (sputniknews.lat)– ni por dejar de trasladar la contaminación al Sur Global ( https://vk.com/wall-211725988_12325-; https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2022/11/21/occidente-utiliza-la-cop27-para-culpar-a-los-paises-mas-pobres-la-codicia-privada-prevalece-sobre-la-supervivencia-de-la-humanidad-prabir-purkayastha/; incluso desde algunos foros capitalistas se atreven a hablar de ello: https://www.zerohedge.com/news/2022-12-02/dark-agenda-behind-wefs-green-energy-push ]. Todo esto no es sino parte del imperialismo ecológico desplegado por “Occidente” (cuanto más urgente se vuelve la escasez de recursos naturales, más violenta resulta la política imperialista, nos advertía Marx).
Las campañas más recientes han sido financiadas por el Fondo de Emergencia Climática, un organismo estadounidense creado en 2019 por tres grandes oligarcas: Trevor Nelson, empresario y antiguo alumno de la Fundación de Bill Gates, cercano a Howard Warren Buffett, nieto del financiero más famoso de Wall Street. Pero también Rory Kennedy, hija del senador Bob Kennedy. Además, Aileen Getty contribuyó al Fondo con 600.000 dólares. Es la tercera generación del imperio Getty, fundado por su padre John Paul Getty, un magnate de los combustibles fósiles. Propietario de la Getty Oil Company, fue considerado en su día el hombre más rico del planeta.
En general, en cualquiera de los campos humanitarios, de desarrollo, derechos humanos o sociales en sentido amplio, las cifras de dinero proporcionadas a ONGs o empleadas directamente en la creación de las mismas por el Eje Anglosajón con la red mundial sionista, alcanza cotas astronómicas. Con ellas se ataca a gobiernos díscolos, se dividen movimientos sociales, se desvirtúan objetivos y se encauzan luchas hacia terrenos inofensivos para la acumulación de capital.
[18] Su continentalismo en cambio pretende un repliegue que abarca como propio todo el continente americano, por lo que es profundamente hostil a cualquier proceso de autonomía en NuestraAmérica.
[19] Conveniente seguir aquí la obra de Antonio Fernández Ortiz. Por ejemplo, Octubre contra El Capital. El Viejo Topo. Barcelona, 2016; La revolución de los ‘otros’. El imperialismo, Octubre, los bolcheviques y la ética soviética. El Viejo Topo. Barcelona, 2018. Agradezco también a nuestra compañera Sara Rosenberg sus apuntes en este pasaje.
[20] Véase esta carta que dirige un antiguo “occidentalista” ruso, Sergei Karaganov: https://rafaelpoch.com/2022/12/07/un-punto-de-vista-del-establishment-ruso-sobre-la-guerra-de-ucrania/
[21] Alberto Cruz “China: un mayor énfasis anti-occidental y el retorno al marxismo (si es que se fue)”: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2752. A diferencia de Rusia (y no digamos ya de EE.UU.), contar con un Partido Comunista al frente de la sociedad (un partido que nunca perdió frente al capitalismo ni el Occidente Colectivo), así como con una economía en gran medida planificada, otorga a China claras ventajas comparativas. Así, por ejemplo, China ha estructurado una economía de «bajo costo»: vivienda barata, educación, atención médica y transporte subsidiados, lo que permite aumentar el poder de compra de la población por fuera de las necesidades básicas y el consiguiente crecimiento del mercado interno, con lo que el país se hace más y más “competitivo”. En contraste, el modelo financiarizado de la deuda de “Occidente” tiene un alto costo, con economías en declive y sectores de la población cada vez más empobrecidos y privados de ingresos disponibles, después de pagar los altos costos del servicio de la deuda.
[22] Sólo ciertas ultraderechas (más o menos vinculadas a la facción trumpista estadounidense) ponen distintos peros de cosmética a esa hegemonía o, como algunas neopopulistas, se oponen a ella parcialmente en cuanto que afecta a la “nación” propia. Mientras que algunas izquierdas extraparlamentarias -no todas coincidentes en identificar amigos y enemigos- tienen posiciones más completas contra ella, pero sin apenas fuerza social.
[23] La digitalización persigue fines económicos, ciertamente, pero también militares, de orden público y de dominación. Con la moneda digital ya en ciernes, por ejemplo, se garantiza la vigilancia y control de la población, al tiempo que se asegura también el control total y directo sobre las cuentas bancarias; además de tener la capacidad de silenciar las voces disidentes al poder bloquear las cuentas de las personas e instituciones divergentes. La monitorización permanente de nuestras vidas va ligada a la potestad de controlar nuestra posibilidad de disponer de medios de pago (que ya no serán físicos).
[24] Desde 2008, como ya dije, se emprende un “New Green Deal” (con la fundación de un grupo que en Gran Bretaña recibe ese mismo nombre) para intentar volver a salvar la economía capitalista, rememorando el New Deal de los años 30, pero en realidad operando en sentido totalmente contrario. Nada tiene que ver, en esta ocasión, con un figurado “Trato” entre clases para aumentar la demanda y estimular la economía productiva o fortalecer el papel regulatorio del Estado en ella. Ahora de lo que se trata es de lo contrario: una ofensiva de clase desde arriba que contrae drásticamente la demanda, golpea la economía productiva, al tiempo que elimina capitales de la arena de la competencia y deja al Estado reducido a mero agente del capital a interés especulativo parasitario, para control y disciplinamiento de sus poblaciones. En cualquier caso, ese proyecto tiene tal influencia que es capaz de protagonizar el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
[25] Giulio Palermo, El conflicto ruso-ucraniano. El imperialismo estadounidense a la conquista de Europa. El Viejo Topo, 2022. Aquí están expresadas algunas referencias suyas. Recomendable de consultar.
[26] Circunstancia que no ha sido desaprovechada por Jinping para volver a hacer defensa del multipolarismo y la paz. Dijo: “En la actualidad, la situación internacional es compleja y fluida. Como potencias influyentes, China y Alemania deben unirse y trabajar juntos en tiempos de agitación, y hacer más contribuciones a la paz y el desarrollo mundiales”.
Sin embargo, contra ello, y por si fuera poco, EE.UU. acaba de aprobar la Ley de Reducción de la Inflación, según la cual el país reducirá los impuestos y ofrecerá incentivos energéticos a las empresas que se abran allí, con el fin de atraerse inversión y fuerza de trabajo cualificada europea (y de otras partes del mundo). De hecho, hace un tiempo que ha comenzado la salida de finanzas y producción de la UE hacia EE.UU., como país “energéticamente estable”. Las principales corporaciones manufactureras se están preparando para trasladar sus plantas a América del Norte, al tiempo que la agenda verde impuesta a los europeos está destruyendo su agricultura.
[27] Todo eso además de las redes de vigilancia y espionaje, como el Echelon (que se descubrió que espió a Merkel), que controla las propias comunicaciones internas europeas y que es gestionado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) con la colaboración de agencias de inteligencia y espionaje del Eje Anglosajón amplio (Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda) [Ver sobre asuntos tan escabrosos como estos, artículo de Rafael Poch: https://rafaelpoch.com/2019/08/27/bommeleeer-la-novela-negra-de-luxemburgo/]. No hay que perder nunca de vista, junto a todo ello, el permanente bombardeo mediático-ideológico a que están sometidas las poblaciones europeas, que ablanda sus conciencias y las hace interiorizar “la maldad” de los enemigos de “Occidente” (aquí da en el clavo John Pilger: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/silenciar-a-los-corderos/).
[28] De la II Internacional nada que añadir, pues hace tiempo que no es sino una facción de la burguesía.
Por lo que respecta a la “nueva izquierda”, “light”, perfectamente integrada en el Sistema o compatible con él, nada tiene que aportar cuando el mismo entra en declive degenerativo. En general, no sólo para los acólitos de Laclau, no estaría nada mal que no se perdiera de vista una reflexión “materialista” básica: ninguna propuesta, por ingeniosa o convincente que parezca, puede constituirse en contra-hegemonía a menos que ofrezca soluciones reales a los problemas sociales.
[29] Para ello EE.UU. activa también cercanas maniobras de provocación y permanente asedio contra Corea del Norte -a la que desde hace 70 años obliga a gastar en armamento sin cesar-, buscando su caída.
[30] Ya han postulado para la ampliación de los BRICS Irán, Argentina y Argelia. Otros que han mostrado interés en convertirse en miembros son Turquía, Arabia Saudita, Egipto y Afganistán. “Indonesia acaba de aplicar, en Bali. Hay una lista de espera con países observadores como Kazajstán, Emiratos Árabes Unidos –EAU-, Tailandia, Nigeria, Senegal y Nicaragua. Un nuevo G20, el viejo ya no le sirve a nadie. Luego, están los estrechos vínculos de los BRICS con un conjunto de bloques comerciales regionales: ASEAN, Mercosur, GCC (Consejo de Cooperación del Golfo), Unión Económica EuroAsiática (EAEU), Zona de Comercio Árabe, Área de Libre Comercio Continental Africana, ALBA, SAARC y, por último, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo comercial más grande del planeta. Esto conducirá inevitablemente a una segunda ola de 16 aspirantes al BRICS+, que incluirá en Asia a Azerbaiyán, Mongolia, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Pakistán, Vietnam y Sri Lanka” (Dierckxens y Formento, El neofeudalismo financiero global se empantana en Ucrania y Estados Unidos (observatoriocrisis.com)). También en NuestraAmérica encontramos a un considerable contingente, en parte aglutinado en torno a la CELAC.
Siempre interesante seguir también a Pepe Escobar en este ámbito: “Adiós G20, hola BRICS” https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2753. Respecto al dólar sin valor, la propia ex ministra austriaca de Asuntos Exteriores, Karin Kneissl, ha llegado a decir que en 2022 el dólar estadounidense ha impreso más papel moneda que en toda su historia.
[31] Mucha atención en las medidas que se están tomando por parte de las elites “occidentales”. En el Reino de España, por ejemplo, se ha tramitado la Ley de Seguridad Nacional del gobierno del PSOE-Unidas Podemos que prevé que el presidente del gobierno, por encima de la Constitución, pueda declarar sin más trámite una “situación de interés nacional” que permita adoptar medidas de excepción ante circunstancias que afecten a la ciberseguridad, la seguridad económica y financiera, la marítima, aérea y ultraterreste, la seguridad energética, la sanitaria y la “preservación del medio ambiente”; pero que además tiene un “numerus apertus” para crisis no previstas. Entre sus peligrosísimas disposiciones cito:
- «La aportación de recursos humanos y materiales, tanto públicos como privados, en una situación de interés para la Seguridad Nacional”.
- «En los casos de situación de interés para la Seguridad Nacional, cualquier persona, a partir de la mayoría de edad, estará obligada a la realización de las prestaciones personales que exijan las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, sin derecho a indemnización por esta causa, y al cumplimiento de las órdenes e instrucciones, generales o particulares, que aquellas establezcan».
- «Cuando la naturaleza de la situación de interés para la Seguridad Nacional lo haga necesario, las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, podrán proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes, así como a la intervención u ocupación transitoria de los que sean necesarios y, en su caso, a la suspensión de actividades».
- “El Catálogo de recursos del Sistema de Seguridad Nacional constituye la relación del conjunto de los recursos humanos, medios materiales, instalaciones y cualesquiera otros activos, bienes o derechos pertenecientes a las entidades integradas en el sector público, a las empresas privadas o a los particulares, que puedan ser de utilidad para el cumplimiento de las funciones asignadas en el artículo 19 de esta ley».
- «los documentos y la información manejada por el Sistema de Seguridad Nacional quedan excluidos del derecho de acceso a la información pública».
- «El Gobierno podrá acordar la suspensión del régimen de liberalización establecido en esta ley cuando se trate de actos, negocios, transacciones u operaciones que, por su naturaleza, forma o condiciones de realización, afecten o puedan afectar a actividades relacionadas, aunque sólo sea de modo ocasional, con el ejercicio de poder público, o actividades directamente relacionadas con la defensa o la seguridad nacional, o a actividades que afecten o puedan afectar al orden público, seguridad pública y salud pública».
Previamente, El Consejo de Ministros del 28 de diciembre de 2021 aprobó, anticipadamente, la modificación mediante Real Decreto de la Estrategia de Seguridad Nacional. Tal Real Decreto identifica como uno de los riesgos para la Seguridad Nacional las «Campañas de Desinformación», definiéndolas como sigue: «Las campañas de desinformación tienen clara repercusión en la Seguridad Nacional y deben diferenciarse de otros factores como la información falsa -fake news- o información errónea -misinformation-. De hecho, las campañas de desinformación no contienen necesariamente noticias falsas, sino que pretenden distorsionar la realidad mediante contenido manipulado». Es decir, el Estado se autoatribuye la potestad de identificar como «desinformación», no ya noticias falsas, sino informaciones que, a su juicio, pretendan manipular la realidad. Así mismo, se propone “hacer frente a las campañas de desinformación, que socavan la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y conducen a la polarización social, requiere hacer un uso sistemático de la detección, alerta temprana y notificación». Toda la información en A las puertas del estallido de la mayor crisis de la historia del capitalismo. Nuestras tareas – Coordinación núcleos comunistas (wordpress.com)
Estamos hablando tan sólo de un ejemplo de lo que prepara el capitalismo degenerativo del Eje Anglosajón-OTAN. En Canadá, otro ejemplo, ya se ofrece eutanasia a la población empobrecida (https://twitter.com/i/status/1599270657589530625). Y lo de enviar al ejército ya sea para contrarrestar manifestaciones o directamente para reprimirlas (https://nuevarevolucion.es/gobierno-britanico-recurrira-al-ejercito-para-enfrentar-huelgas-obreras/), así como impedir por vía judicial las huelgas (https://twitter.com/Reuters/status/1598805458155970565), comienza a hacerse algo extendido. Por eso, el tiempo para reaccionar, para emprender la propia transformación social, se va acortando.
Por Andrés Piqueras
Publicado originalmente el 5 y el 10 de diciembre de 2022 en Rebelión.