Recorrió el país y algunas naciones de América del Sur y también escribió libros.
Domingo Zárate Vega nació en Río Hurtado, el 24 de diciembre de 1898 y falleció en Santiago, en noviembre de 1971. Más conocido como el «Cristo de Elqui», fue un campesino chileno, quien en 1927 modificó su vida al afirmar que frecuentemente se le aparecían diversos personajes divinos. Pronto comenzó a tener seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Pasó sus últimos años de vida olvidado.
La Historia Secreta de Chile: El Cristo de Elqui
“De rostro delgado, ojos serenos, una barba nazarena y una melena chascona que apenas le cae sobre los hombros”, así era descrito en apariencia el Cristo de Elqui, quien en la década del 30 del siglo pasado recorrió el norte de Chile predicando sobre teología y sabiduría popular.
Domingo Zárate Vega – nació en la localidad de Morrillos, en la comuna de Río Hurtado, en la Región de Coquimbo. Sin embargo, llegó a vivir a Vicuña a temprana edad, allí hacía de todo para ganarse la vida: fue carpintero, minero, zapatero y artesano.
Decía que su primera “revelación” la tuvo en 1927, cuando declaró haber visto “una figura divina del Mesías”. De ese momento se hizo tradición que, a orillas del río, entre rocas y por los cerros, se le viera realizando sus primeras prédicas, en las que mezclaba aforismos, teología y sabiduría popular.
En cada una de sus intervenciones, lo seguía centenar de feligreses y lo acompañaba un grupo estable de “apóstoles” integrado, entre otros, por su hermano y su padre.
“Él no era un revolucionario ni un reformista. Era un predicador que hablaba sobre múltiples asuntos, y eso molestó sobre todo a la Iglesia, que presionó a las autoridades para que se hiciera cargo”, afirma Juan Guillermo Prado, autor del libro Los iluminados del Valle de Elqui.
La escritora Lucía Escobar del Choapa, describe un hecho: “La mañana del 26 de febrero de 1931, más de 3 mil personas desbordadas esperaban la llegada del tren Longino a la Estación Mapocho. Sólo un puñado de artistas internacionales había logrado tal expectación. En términos actuales, habría sido como el revuelo que provoca un famoso youtuber, con carabineros conteniendo a unos agitados fanáticos, periodistas, fotógrafos… sólo que entonces, la estrella se llamaba Domingo Zárate Vega, un campesino de Río Hurtado con aspecto de Rasputín, que se hacía llamar el Cristo de Elqui”.
Pero bajaron todos los pasajeros y el místico no estaba. La muchedumbre, se mantuvo hasta la llegada del siguiente ferrocarril, en la tarde. Nada otra vez. Los reporteros corrieron a consultar al conductor por el desaparecido. Si la frustrada espera ya había sido asombrosa, la razón de su ausencia la superaba: “el Cristo de Elqui había sido víctima de una compleja operación urdida por las más altas autoridades políticas y religiosas de Coquimbo”, destaca Escobar.
Intentaron hacerlo prisionero y de encerrarlo por “loco”. Escobar señala: “ Pero lejos de someterlo, los carabineros que estuvieron a su cargo terminaron convencidos de los poderes sobrenaturales o desmintiendo las acusaciones en contra del elegido. El propio gobernador de Elqui, que ordenó su arresto, reconoció el magnetismo de Zárate: “si se conversa mucho con él, uno concluye también por volverse loco” le dijo a un reportero.
José María Caro, obispo de La Serena, el 25 de abril de 1931, escribió una carta pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los que hay muchos en el manicomio, y al cual los fieles…lo han acogido como el enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado su comitiva de apóstoles y creyentes”
Durante su paso por la antigua Casa de Orates de Santiago, Zárate “se resistió con patadas e insultos a que le cortaran el cabello y la barba. Había dejado también el ayuno y renunciado a sus vigilias”, detalla la prensa de la época. Llevaba casi cuatro meses recluido y los médicos no veían avances en su recuperación.
Un informe emitido por el doctor Jerónimo Letelier, subdirector de la institución, señaló que el diagnosticado “delirio místico con ideas de grandeza era “incurable”. Al quinto mes de encierro, y como varios otros internos, fue liberado y devuelto a las calles.
“En 1932, en un contexto de caos, miseria y crisis, ya sea nivel local como nivel de país, se asoma por Tocopilla un pintoresco y controvertido personaje de connotación nacional llamado Domingo Zárate, alias el “Cristo de Elqui”. Este era un predicador que comenzó a recorrer Chile y algunos países vecinos, como Bolivia y sur peruano, después de enterarse de la muerte de su madre en 1922”, publicaba un medio nortino de la época.
Domingo Zárate Vega vivió en Santiago hasta sus últimos años. Sus familiares cuentan que estaba desahuciado y un hermano se lo llevó a Valparaíso. Murió el 12 de diciembre de 1971 de una insuficiencia hepática. El funeral fue hermético y su deceso fue en el anonimato.
La tumba del Cristo de Elqui se encuentra entre los cerros del cementerio N°3 de Valparaíso, comúnmente llamado Cementerio de Playa Ancha.
En 1977 Nicanor Parra publicó Sermones y prédicas del Cristo de Elqui. En este libro el antipoeta recrea elementos dramáticos para desarrollar los poemas. La voz protagónica es un predicador ambulante, visionario y extraviado, asertivo.
Esta voz está inspirada en el discurso apócrifo del Cristo de Elqui, Domingo Zárate Vega, quien deambulaba por el país a mediados del siglo pasado. A través de él, el antipoeta encuentra el medio para proyectar su nueva forma de expresión: el sermón y la prédica. Por medio de estas herramientas aborda temas de la cultura y sociedad.
Ver también:
Descarga Sermones y prédicas del Cristo de Elqui de Nicanor Parra