El actor, productor y periodista venezolano Carlos Daniel Alvarado debuta como director de cine con su ópera prima ‘Venite pa’ Maracaibo’, un largometraje que a través de la comedia y el melodrama, busca reflexionar sobre temas polémicos en la vida los artistas y homenajear al talento del estado Zulia, al noroccidente de Venezuela.
Alvarado, quien desde niño ha trazado una larga trayectoria en teatro, cine y televisión, conversó con RT para contar los detalles del largometraje.
«Es la primera película venezolana que se preproduce, produce, postproduce y se estrena en menos de un año. Lo estamos haciendo en siete meses, algo antes nunca visto en la historia del cine venezolano», explica Alvarado, quien —entre risas— dice que los maracuchos son «los más vergatarios (sobresalientes)» y, por tal motivo, debía hacer la película «más vergataria«.
«Todo lo planificamos muy bien para disminuir posibles inconvenientes y riesgos, eso fue fundamental. Además de un guión muy claro, con un equipo y organigrama estilo militar», dijo.
El rodaje se inició a mediados de año. Más del 90% de la película se grabó en Maracaibo, en homenaje al artista maracucho y a talentos de otras regiones que dejan la provincia para ir a Caracas, la capital de Venezuela, en busca de oportunidades, como lo hizo su padre, Daniel Alvarado, un reconocido cantante y actor venezolano que falleció en 2020 y a quien también le dedicó un libro póstumo.
Los actores debían ser «100 % maracuchos», dijo. «No podían ser caraqueños o merideños, porque eso ha sucedido mucho en la cinematografía y en la televisión, y el maracucho siente que se están burlando y no hay afinidad, se ve falso».
¿Cómo se preparó la película?
Tras escoger como protagonista a Mario Sudano, un actor, dramaturgo, mimo y director venezolano que comenzó su carrera a los 12 años de edad en Maracaibo, Alvarado decidió buscar al resto del talento en grupos teatrales de la capital zuliana.
En total realizaron cinco castings. De allí salieron la mayoría de los personajes de la película, que integra a talentos nóveles junto a intérpretes de más de 30 años de carrera.
«Ensayamos estilo teatro durante cinco semanas seguidas, luego otras cuatro semanas en estudio y después una semana en los escenarios reales. Nos llevamos al editor a pleno rodaje, porque decidimos grabar y editar inmediatamente, eso nos permitió acelerar procesos», destaca Alvarado, sobre todo porque trabajar en Maracaibo es un poco más difícil por el fuerte calor que ronda los 40 grados.
Alvarado resalta que aunque la grabación empezó hace menos de un año, la historia de ‘Venite pa’ Maracaibo’ se inspiró en un cuento del historiador maracucho Amilcar Briceño, que leyó unos cinco años atrás.
La historia de Eladio Morillo
El largometraje se centra en la vida de un provinciano que busca éxito en la capital de su país, pero tras décadas de lucha fracasa y retorna a su ciudad natal. «Ahí nos planteamos qué hubiese sido de un Daniel Alvarado, un Gustavo Aguado (cantante), o un Daniel Sarcos (animador) si no hubiesen tenido éxito. Incluso un Aroldo Betancourt, que aunque no es maracucho, también viene de la provincia», comenta el director.
Eladio Morillo es el personaje principal, un actor maracucho que se instala en Caracas y aunque consigue un trabajo en una importante televisora, nunca entra en escena. Con los años surgen una serie de circunstancias que lo obligan a regresar a Maracaibo, donde debe hacerse cargo de una sobrina rebelde.
«Él le hace creer a sus amigos en Maracaibo y a sus familiares que sí tuvo éxito como actor, pero les dice que sus novelas solo las pasan en el extranjero. La realidad es que trabajaba como personal de mantenimiento en una televisora», explica Alvarado.
«Decidimos contarlo como una comedia con melodrama, porque los venezolanos tenemos mucho humor y el maracucho igual, aunque le pasen situaciones dramáticas. Esa fue la necesidad artística que nació en mi corazón, un enfoque que aprendí de mi madre, la actriz Carmen Julia Álvarez, que es un humor sano, para toda la familia, sin groserías, que no busca el chiste fácil y con humor inteligente».
El nombre de la película está inspirado en una canción de gaita zuliana publicada en 1979 por la agrupación musical Guaco. Durante el largometraje se hacen guiños a distintos artistas nacionales, no solo maracuchos, que en la vida real protagonizaron historias como la de Eladio.
En un tramo de la película, por ejemplo, le hacen un homenaje a Augusto Pradelli, un reconocido creador, actor y teatrero de Maracaibo que hace 34 años creó la película «Joligud«, conocida como el primer largometraje venezolano «100 % zuliano». «Augusto actúa en la película, además nos abrió los espacios de su restaurante y hotel Caribe Concert para grabar varias escenas».
Irreverencia, reflexión y debate plantea Alvarado
Alvarado señala que su película representa una irreverencia para el cine, porque abordar una historia desde el regionalismo pudiera resultar una alarma para los estándares de comercialización.
«Esta película es una irreverencia porque bajo los estándares supuestos de comercialización nadie haría una película de Maracaibo, porque es regionalista y sería difícil de vender. Yo pienso totalmente lo contrario porque, basado en esa premisa, Cien años de Soledad y Macondo no existirían».
Alvarado comenta que en Venezuela se impuso una regla no escrita que reza que si el cine no se graba en Caracas, no se puede decir dónde rodó. Por ejemplo, si era una historia de los Andes o de otra región con un acento particular, los actores tenían que hablar con voz neutra.
En esta película, dice Alvarado, se abre también un debate para reflexionar sobre los temas a los que se enfrentan los realizadores y actores del cine, así como también sobre la importancia de contar historias de lo específico a lo universal.
«La historia de ‘Venite pa’ Maracaibo’ puede pasar en Argentina, España, EE.UU., Rusia, en cualquier parte del mundo, es una trama universal que contamos con humor, risas, llanto, reflexión, haciendo cine sobre cómo el talento se centraliza en las capitales y se ve al de la provincia como de menor calidad, pero resulta que ahí han salido grandes artistas y maestros».
Alvarado señala que además de entretener, la obra muestra una realidad sobre la vida de tantos artistas que no lo lograron y aún así desarrollaron su vida personal.
«¿Cuántos querían ser timbaleros, músicos, cantantes, trompetistas, bailarines, que llegaron con un sueño a Caracas y ahora son abogados, ingenieros, periodistas, comerciantes, ahí se genera el debate de Venite pa’ Maracaibo, de cuál es el verdadero éxito, el de la pantalla o el de la familia?».
Alvarado: Hay un bloqueo al entretenimiento
La película también plantea la polémica sobre la producción de telenovelas y programas de entretenimiento, que durante los últimos años ha sido prácticamente inexistente en su país.
En Venezuela, comenta, se abandonó la producción nacional, sobre todo para el entretenimiento con telenovelas, debido a «una política gerencial que decidió bloquearlas, porque no quisieron seguir invirtiendo«. No obstante, Alvarado considera que hay una nueva mirada.
«Está cambiando e inevitablemente tiene que cambiar, porque hay realizadores y talentos que quieren que la producción en Venezuela se reactive, todo depende de la comercialización. Yo creo en en eso y lo expreso en la película. Lo único que ha cambiado son los formatos, ahora hay streaming, series telenovelescas y novelas contadas en formato de cine».
En Venite pa’ Maracaibo la producción, por ejemplo, generó unos 60 empleos directos y otros 120 indirectos. «Revolucionó el centro de Maracaibo en lo económico. Se vio que el entretenimiento puede ser potenciador de la economía, porque no solo beneficia al artista, también al comerciante, al emprendedor, al heladero, al supermercado donde vamos a grabar».
Alvarado afirma que la película, que requirió grandes esfuerzos personales y familiares, también recibió el apoyo de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel), que le apostó como «un proyecto bandera para rescatar espacios de entretenimiento venezolano, bajo la premisa de que un pueblo que no se ve en su pantalla, es un pueblo que no existe«.
Aunque hacer cine en Venezuela implica grandes esfuerzos y desafíos personales, el cineasta considera que «hay mucho talento dentro de la cinematografía venezolana que apuesta a crear documentales, cortometrajes y películas». «Eso se ve en la cantidad de producciones que están saliendo, porque hay mucha necesidad de contar historias».
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