Un estudio recientemente publicado en la revista de divulgación científica Science Advances encontró evidencia de que el calendario maya sería más antiguo de lo que se creía.
Los investigadores Ivan Šprajc, del Instituto de Estudios Antropológicos y Espaciales de Eslovenia; Takeshi Inomata, de la Universidad de Arizona; y Anthony F. Aveni, de la Universidad Colgate en Nueva York, descubrieron que varias estructuras mesoamericanas fueron construidas con base en una orientación solar específica, coincidiendo con amaneceres de fechas concretas.
Al analizar las características y la alineación de los complejos, que datan de los años 1.100 y 750 a.C., los especialistas encontraron que los monumentos presentan patrones coincidentes con los 260 días, 13 números y 20 símbolos que utiliza el calendario maya para medir el tiempo. Lo que significaría que el cholq’ij, como se dice ‘orden de los días’ en maya, tendría al menos 3.000 años de antigüedad.
El año pasado, investigadores de la Universidad de Texas informaron del hallazgo de vestigios de un calendario maya de al menos 2.000 años de antigüedad en una excavación en el sitio arqueológico de San Bartolo, al suroeste de Guatemala.
Sin embargo, los nuevos descubrimientos harían retroceder otro milenio la fecha prevista por los investigadores de la Universidad de Texas, que hasta ahora era considerada la más antigua.
De acuerdo con el profesor David Stuart —quien descubrió los vestigios en San Bartolo— los nuevos resultados presentan «pruebas buenas y sólidas de que el calendario maya tuvo sus orígenes mucho antes de que tuviéramos la evidencia escrita real«, indicó el experto a Science.
Los detalles del hallazgo
A finales de 2021, Takeshi Inomata publicó el estudio arqueológico de detección y rango de imágenes láser más grande hasta la fecha, conocido como LiDAR 3D, por sus siglas en inglés.
El escáner permite encontrar vestigios y cartografiar lugares gracias a cientos de destellos de luz, que son recopilados y reconstruidos como mapas tridimensionales.
En aquel entonces, Inomata analizó zonas de la costa sur del Golfo de México, donde se encontró con 478 monumentos mesoamericanos, la mayoría de ellos inexplorados.
Intrigado por el hallazgo, Šprajc contactó al profesor Inomata, con la intención de colaborar en el estudio de 415 de las estructuras halladas.
Tras meses de estudio, los expertos –en colaboración con Anthony F. Aveni– descubrieron que en en la mayoría de los casos, la orientación de los complejos estaba vinculada a los amaneceres de fechas concretas y que en el 90 % de las estructuras había puntos de referencia arquitectónicos, que permitieron ubicar los amaneceres con el 11 de febrero y el 29 de octubre del calendario gregoriano, cuyo rango de espaciado se ajusta a los 260 días del calendario maya.
«El más antiguo de estos complejos data de alrededor del año 1100 a.C., en una época conocida como el periodo Formativo, lo que sugiere que el calendario de 260 días es al menos tan antiguo», explica la publicación en Science.
Los antiguos mayas se basaron en la alineación de las estrellas, las características arquitectónicas de los edificios y otros puntos de referencia naturales para poder construir los instrumentos de medición temporal.
Otros de los monumentos estudiados por los investigadores también presentaron patrones regulares. En algunos casos, la orientación de los complejos coincidió con amaneceres con intervalos de 130 días, es decir, la mitad del calendario maya. Mientras que otros presentaron espacios de 13 o 20 días, como la cantidad de números y símbolos utilizados por el cholq’ij.
Otras estructuras se construyeron siguiendo la orientación de los ciclos de Venus y la Luna, asociados con la temporada de lluvias y el cultivo del maíz, en tanto que en otros casos no fue posible identificar una referencia.
«Lo que me fascina», dijo a Science el profesor Stuart, «es que existe esta regularidad y un patrón constante (…) desde el principio y duran siglos a lo largo de la historia de la arquitectura maya».
Las estructuras más antiguas estudiadas por los investigadores se remontan a la época en la que la población mesoamericana estaba transitando de un estilo de vida de cazadores-recolectores a uno agrícola, explicó al medio estadounidense Ivan Šprajc.
En aquella época, el cultivo de maíz apenas ganaba relevancia entre las civilizaciones, por lo que el calendario de 260 días podría haber sido útil para indicar cuándo serían abundantes ciertos recursos, aseveró el investigador esloveno, quien considera que el cholq’ij está íntimamente relacionado con el ciclo de crecimiento de esa planta.
Fuente: RT.
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