Los anuncios de reabrir la estación de Metro y rediseñar el área rebautizada, tras el estallido social, como Plaza Dignidad, reanudaron los debates sobre el espacio, los símbolos, la memoria. Tema evidentemente actual y relevante, prueba de ello: una base vacía y blanca, “cuidada” permanentemente por Carabineros, en el mismo sitio.
Fue justamente a través del uso de distintos símbolos que surgieron en las calles y en los cuerpos que habitaron esas calles tras el “estallido social”, “levantamiento”, “revuelta”, “rebelión” de octubre, que se manifestó también el descontento social frente a la habitualidad del abuso, exigiendo dignidad. Dichos símbolos, presentes en los propios cuerpos de los manifestantes, así como en paredes, cartones, calles, puentes, estatuas, se “escribieron” o construyeron, se borraron, para intentar destruirlos y “re escribieron” o volvieron a levantar muchas veces. Hasta el día de hoy, se siguen intentando borrar y, algunos porfiados, vuelven a dibujarlos. A “dibujarlos” para no olvidarlos, para mantenerlos presentes, porque la lucha por los símbolos es también la lucha por la memoria de este acontecimiento. ¿Cómo recordarlo? ¿Cómo asumirlo? ¿Cómo permanece en el presente? ¿Cómo afectará nuestro futuro?
De todo esto se conversará durante la presentación del libro Tejer y (des)tejer símbolos: Disputas y representaciones en el espacio público, recientemente publicado por editorial LOM. El encuentro, gratuito y participativo, que convocará al colectivo LASTESIS, Marcel Solá y los autores del libro, será en la Plaza de la Libertad de Prensa (Estación República del Metro de Santiago), el jueves 19 de enero, a las 19 horas.
Este libro reúne el trabajo de siete autores e investigadores, quienes, desde sus experiencias, propias y colectivas, muchas veces en la misma calle, desde el 18 de octubre de 2019, obtuvieron el material de sus textos. Quisieron publicarlos porque reconocen la importancia de seguir hablando y manteniendo en el tapete la discusión sobre estos símbolos en el espacio público, palimpsesto de mensajes, no solo por lo inscripto sino también por todo lo implícito en esta lucha constante por qué es lo que permanece; visible, audible, presente.
Así, el escritor e investigador Jorge Montealegre abre Tejer y (des)tejer símbolos. Disputas y representaciones en el espacio público, con un prólogo en el cual reflexiona sobre el momento en que éste surge, en un paréntesis, entre el estado de emergencia y el estado de catástrofe; ahonda también en las palabras que son fundamentales, como pandemia y emergencia. Yael Zaliasnik, por su parte, escribe sobre el universo sensible en la movilización social, refiriéndose a las estrategias y resistencias en este ámbito; cómo el poder hegemónico buscó atacar los órganos sensibles, intento de “percepticidio”, mientras que el pueblo, en las calles se defendió a través de los afectos, plasmados muchas veces en distintos actos y/o símbolos. Iván Insunza construye un texto conciso y poético vinculado a su experiencia y sentimientos durante ese período, denominado “Volver a llamarse Pueblo: diez apuntes sobre antagonismo, violencia y performatividad”, y Macarena Andrews une su experiencia en Occupy Glasgow, en el 2011, con la performance de LASTESIS y la experiencia del estallido, profundizando en las relaciones insoslayables entre política, Estado, arte y feminismo.
Patricio Rodríguez-Plaza, a su vez, reflexiona sobre determinadas expresiones urbanas que ubica -y explica en su texto- más cerca de lo estético que de lo artístico, de la mano con la discusión del límite de lo que es y no es arte en las manifestaciones en el espacio público. La historiadora e investigadora Adriana Palomera comparte su estudio sobre representaciones simbólicas anarquistas tras la revuelta de octubre, contextualizando acerca del imaginario ácrata en el presente y aludiendo también a la criminalización que tuvieron y tienen de distintos actores, culpándolos de daños y delitos. Por último, Jorge Sánchez se refiere al uso de imágenes kawaii en el mismo contexto, como un rescate de una política visual que, en opinión del autor, se articula con un imaginario afectivo mayor.
De esta manera, siete investigadores, desde distintos ámbitos y experiencias, buscan dialogar con la extensa producción simbólica de Octubre, dejando en evidencia que el “estallido” o “revuelta” fue también, y en gran medida, cultural. El arte y los símbolos jugaron y juegan un papel clave en la acción colectiva, donde los espacios urbanos son mucho más que soportes y escenarios, son también testigos, parte fundamental de los guiones y, a la vez, actores, de dichos procesos. Actores presentes y vigentes hasta el día de hoy.