Brechas en aprendizaje, falta de infraestructura, deserción y ausentismo: los problemas que detectó el Informe Anual 2022 en acceso a la educación
El documento sostiene -entre varias conclusiones- que los efectos de la pandemia en la educación son una incógnita. Hasta la fecha, dice el INDH, se carece de evaluaciones de impacto sobre el aporte educativo de los materiales y recursos educacionales para la formación a distancia.
Existió falta de diligencia por parte del Estado para enfrentar algo que ya en septiembre de 2021 había sido diagnosticado y que apuntaba a que miles de niños y niñas quedarían fuera del sistema escolar a medida que el impacto de la pandemia se fuera asentando. Así lo indica “Derechos humanos de niños, niñas y adolescentes en el entorno escolar post pandemia”, el capítulo donde el Informe Situación de los Derechos Humanos en Chile 2022 profundiza en cómo es la vida de los estudiantes en un mundo post Covid.
Lieta Vivaldi, consejera del INDH, se refirió sobre las problemáticas educativas abordadas en el informe. “El INDH analizó cómo luego de la instauración de sistemas de educación a distancia para enfrentar el Covid-19, las comunidades escolares volvieron a la presencialidad con medidas de resguardo físico y psíquico. Justamente estas iniciativas se analizaron a la luz del derecho a la educación, indagando en las desigualdades durante y después de la pandemia y conociendo variables como el retorno a la presencialidad en casos donde los profesionales de la educación no disponían de herramientas para abordar el impacto psicosocial”, sostuvo la abogada.
El informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) le dedicó 70 páginas a explorar esta realidad, con cifras de cuántos estudiantes estuvieron lejos de sus salas de clases durante los días más duros de la pandemia, entre 2020 y 2021, y cómo ha sido su retorno a las aulas. Cuánto les está costando retomar la dinámica de aprendizaje que buscó ser amortiguada con las clases virtuales —una medida que debido a las brechas sociales no impactó a todos de igual modo— y cuáles son las políticas restauradoras de la educación.
En cuanto a la pandemia, el informe dice que la Unicef ha advertido que la vuelta a la presencialidad no debe enfocarse solamente en los aprendizajes académicos y, en este sentido, es también muy importante apoyar el bienestar socioemocional de la comunidad educativa en su conjunto.
Ahora bien, durante estos dos años en que las clases tendieron a ser virtuales, ¿cuáles fueron los efectos? De partida no todos tenían acceso a un computador para ver las clases. Según estimaciones de los establecimientos escolares, en el segundo semestre de 2021, el 25% del estudiantado no contaba con conectividad suficiente. Los establecimientos públicos fueron los que en mayor medida se vieron carentes de conexión (33%), según dice la Encuesta de Monitoreo de Escuelas en Pandemia 2021.
Los efectos son una incógnita. Hasta la fecha, dice el informe del INDH, se carece de evaluaciones de impacto sobre el aporte educativo de los materiales y recursos educacionales para la formación a distancia. Peor aún, durante el período de la pandemia se suspendió la aplicación de pruebas estandarizadas, en particular el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), que permiten comparaciones. Sólo hay mediciones indirectas, tal como el Diagnóstico Integral de Aprendizaje (DIA), que no permiten establecer la situación nacional ni orientar una decisión de política pública.
A pesar de su alcance limitado, los indicios que entrega este instrumento no son buenos. El director ejecutivo de Belén Educa, Pedro Larraín, dice que “tomamos el DIA a inicio de año y tenemos 70% de rezago, o sea, sólo 30% de nuestros estudiantes manifestó aprendizajes adecuados al nivel (…) La diversidad dentro de una sala de clases, la dispersión entre los más avanzados y los más rezagos es muy muy grande. La pérdida de la cultura escolar, del clima escolar, de la bien entendida normalización para poder entenderte dentro de una sala de clases, retrocedió muchísimo y eso ha sido difícil”.
Infraestructura y deserción
Ahora bien, los dos años más duros de la pandemia nos legaron otras huellas. El informe dice que, según estadísticas del Centro de Estudios del Ministerio de Educación, 126 establecimientos dejaron de funcionar entre 2020 y 2022 y hubo otros que no estaban en condiciones de recibir alumnos cuando ocurrió el retorno. En julio de 2022, un 27% de los establecimientos requería mejoras en infraestructura para aumentar la asistencia. En su mayoría son de los Servicios Locales de Educación Pública (54%) o municipales (40%).
Junto a los temas de infraestructura, hubo aspectos no diagnosticados a tiempo como la movilidad interna de la gente a sectores menos densamente poblados por la pandemia; el traspaso de estudiantes desde establecimientos particulares al sistema público por la crisis económica; y el alza de población migrante.
El sistema de admisión no generó una respuesta que permitiera dar acceso a matrícula a toda la población de acuerdo con su territorio, generándose un problema que afectó a niños, niñas y adolescentes y que causó mayor rezago en sus aprendizajes y un complejo escenario para su reingreso al sistema.
Se sabía en septiembre
A modo de evaluación, el informe plantea que “si bien las cifras fueron mejores a las proyectadas, la falta de diligencia para atender a una situación diagnosticada en septiembre de 2021 —a través de acciones públicas que permitieran ampliar y mejorar la infraestructura escolar disponible, o implementar las medidas recomendadas por la Mesa de Prevención de la Deserción Escolar— redundó en que miles de niños, niñas y adolescentes quedaran total o parcialmente fuera del sistema escolar en 2022, incumpliéndose el derechos fundamental a la educación”. El informe además lamenta “la falta de datos oficiales y públicos para establecer la magnitud y profundidad del problema, y que otros actores no gubernamentales puedan contribuir a reducir estas brechas de acceso y permanencia en las escuelas”.
Al momento de confección del capítulo no estaban disponibles los números de deserción escolar para el 2022. Pero los datos de los años previos si permiten dar una idea de una tendencia. En la última década, las tasas venían bajando hasta el inicio del 2020. Ese año el número global de deserción llegó a 27 mil 768 estudiantes. Iniciado el año 2021, volvió a aumentar y llegó a 39 mil 498 niños, niñas y adolescentes en edad escolar que no se matricularon en ningún establecimiento.
A este problema en alza se suma el ausentismo. Durante 2022, 37% de los y las estudiantes de educación básica, 33% de la educación media científico humanista y 39% de la de técnico profesional presentan una asistencia menor a 85% en el primer semestre de 2022. Dicho margen se considera inasistencia o ausentismo grave. La cifra se ha duplicado en 11 regiones desde 2019 y llegó a más de 988 mil estudiantes en esa condición, correspondiente a 36% de la matrícula total. Desde el Ministerio de Educación, dice el informe, se indica que la situación se liga al aumento de enfermedades respiratorias diferentes al Covid, pero el Centro de Estudios del Ministerio de Educación ha analizado también otros factores como el de la empleabilidad de los jóvenes.
Para las organizaciones de la sociedad civil y centros de estudios vinculados a la educación, junto a los factores mencionados, la inasistencia grave se estaría explicando por la pérdida de la rutina escolar, el cumplimiento de otros roles del estudiante dentro de la familia, y el aumento de los problemas de salud mental que generó el encierro y su consecuencia en la desmotivación y pérdida de sentido o valoración de la educación formal.