Por Patricio Medina
Los jóvenes del 2019 crecieron sin conocer el miedo, no arrastran consigo los traumas de los años 70 y 80, pero ven a sus familias tratando de salir adelante con malos sueldos, acudir sin esperanza a la salud pública, acceder a la educación pública sin recursos y esperar una jubilación miserable; a la vez que son testigos de que el agua potable, la electricidad, los recursos naturales, incluso la salud y la educación, son el negocio de otros ciudadanos, que son en realidad “super ciudadanos”, dueños de la mayor parte de la riqueza de Chile. Estos “super ciudadanos”, controlan más de ⅔ de la riqueza del país, monopolizan el mercado mediante la integración vertical, en la que una persona o una familia es dueña de la cadena productiva de un determinado bien o servicio. En salud, por ejemplo, tenemos grupos empresariales que son dueños de la clínica, la isapre y la farmacia, es decir, tienen poder sobre el precio, ya que establecen los diagnósticos médicos, generan la prestación previsional y, además, venden los medicamentos. Cuando hablamos de que en Chile tenemos una inflación más alta que el promedio de nuestros vecinos, es en gran parte producto de la falta de competencia en los mercados.
Hoy, a enero 2023, cuatro años después, el panorama no ha cambiado. En la última prueba de transición PAES, de los 100 colegios con mayores puntajes, el promedio de estudiantes de colegios municipales en Competencia Lectora y Matemática fue de 611,2 y 528,8 respectivamente, mientras que en particulares subvencionados fue de 643 y 552,9, y en particulares pagados de 749 y 700,5 puntos. Estos resultados dejan en evidencia que, por ejemplo, en Matemática, los colegios particulares lograron hasta 171,7 puntos promedio más que sus pares de establecimientos municipales.
Si bien es cierto, los temas más relevantes hoy en día son la delincuencia y el alza del costo de la vida, ambos temas están conectados transversalmente por la desigualdad.
Las balaceras, los barrios con hacinamiento de personas se encuentran en las comunas más pobres del país, la inflación no es más que una constatación de la falta de competencia en los mercados, no puede ser que exista inflación si el 53% de los chilenos gana menos de $500.000. El miedo se transforma en un elemento sabroso para los medios de comunicación, los políticos y los actores económicos.
Ya no hay miedo, sí hay cansancio. Vamos a comenzar un tercer proceso constituyente, luego de Bachelet, la Convención Constitucional y el nuevo proceso de Consejo Constituyente. Cuando hay cansancio, desesperación, y decepción, surgen los populismos de lado y lado.
La única forma de luchar contra esto, es con pensamiento crítico, conciencia y acción. El miedo inmoviliza, nos recluye, nos aísla y nos desconecta de nuestro entorno. Nos convierte en seres más individualistas, más competitivos y menos conectados con el entorno.
Sin duda, los jóvenes también están transversalmente afectados por la desigualdad que atraviesa toda una sociedad. Hoy emerge una nueva generación política, que en muchos casos, como planteó Jaume Perich: “La gente joven está convencida de que posee la verdad, desgraciadamente, cuando logran imponerla, ya ni son jóvenes ni es verdad”.
El poder hoy está en manos de otros pocos, el poder ronda los círculos universitarios y empresariales de Chile. El rol de una nueva generación que represente a las mayorías, que represente el propio vivir diario de un pueblo, esa nueva generación, la generación sin miedo, está pronta a venir, es una necesidad y también una responsabilidad para combatir los populismos negacionistas de ultraizquierda y ultraderecha.
“La historia se vuelve a repetir, la generación sin miedo viene a combatir.
Es momento de luchar para vivir, derrotar la injusticia, el lucro deje de existir.
Chile es como una fruta confitada, sus colores, muy bonitos, linda y preparada.
Todo cambia cuando le das la mascada, está podrida, tú la escupes y no dices nada.
Así estuvo mi gente todos estos años, mendigando los recursos que eran necesarios.
Siempre con lo justo como todos en mis barrios, viendo que ellos roban y se hacen millonarios.
No somos los de antes, estamos más maduros, no levantamos de nuestra pena, no hay temor alguno”. (Mc. Pulga. Generación sin miedo)
No hay temor alguno, la llama sigue viva y sin duda la conciencia de las nuevas generaciones es una tremenda fuerza de esperanza para el futuro de nuestro país.
Jóvenes activistas medioambientales, jóvenes comunes y corrientes, jóvenes que están preocupados de la salud mental de su generación, jóvenes que luchan por la libertad de información y en contra de las fake news o noticias falsas, jóvenes de la generación sin miedo.
¡No hay temor alguno!
Patricio Medina, militante FREVS de Pudahuel, economista y parte de Juventudes FREVS
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