Las desigualdades “racistas” están socavando el progreso para acabar con el Sida, especialmente en África, así lo advirtió la directora de ONU-SIDA, Winnie Byanyima, al criticar duramente a las grandes farmacéuticas por priorizar las ganancias por encima de salvar vidas.
“Donde hay varios factores de desigualdad, ahí es donde se ven los casos más altos (de VIH) (…) Se combinan para aplastar a la gente”, dijo al remarcar que África sufre de manera desproporcionada por la enfermedad, y su respuesta aún depende en gran medida de la financiación internacional.
Las barreras para el acceso a la tecnología de la salud en el sur global también han empeorado las desigualdades en salud. El fármaco inyectable cabotegravir, por ejemplo, que se administra cada dos meses y se considera la forma de prevención más eficaz, solo está disponible en países de ingresos altos como el Reino Unido y los EE. UU., e incluso allí sigue siendo en gran medida inasequible, reseña The Guardian.
Después de meses de presión de ONU-SIDA y otras organizaciones de salud, la compañía farmacéutica británica ViiV, que posee una patente para el medicamento, aprobó el año pasado desarrollar versiones genéricas a ciertos fabricantes en 90 países de ingresos bajos y medianos.
“El [tratamiento] inyectable cambiaría las reglas del juego, particularmente para las personas en países donde hay estigma y donde existen leyes penales contra ciertos grupos”, resaltó Byanyima al subrayar la falta de incentivos para la innovación y regulación de las ganancias que las empresas pueden obtener de los medicamentos que salvan vidas.
En este sentido, señaló al empresario farmacéutico Martin Shkreli, quien se convirtió en un símbolo de la “codicia farmacéutica” tras su controvertida decisión de aumentar el precio del fármaco salvavidas Daraprim, utilizado en el tratamiento de pacientes con sida, en un 5.000 % en 2015.
“Las reglas de la Organización Mundial del Comercio permiten que los medicamentos que salvan vidas se comercialicen de la misma manera que podríamos comerciar con artículos de lujo. Permiten que las compañías farmacéuticas fijen el precio donde quieran, atesoren sus tecnologías y cosechen miles de millones a costa de vidas”, por ello exponen las desigualdades raciales y la discriminación en la salud.
“Para mí, eso es racismo, aunque la gente no quiera llamarlo: valorar las ganancias de unas pocas personas, que resultan ser blancas, por encima de las vidas de las personas negras y marrones en todo el mundo”, agregó al tiempo que instó a los gobiernos africanos a reservar fondos para investigación y desarrollo y explorar asociaciones equitativas sur-sur.