Decenas de personas provenientes del archipieálago de Chiloé de Chile fueron fusiladas en la Patagonia de Argentina entre 1921 y 1922.
“Los soldados argentinos fusilaron a decenas de chilotes; hoy en Chiloé, la patria de los obreros fusilados, nada ni nadie recuerda esta matanza”
Escritor chilote Luis Mancilla
Los hechos de la “Patagonia rebelde” o “Patagonia trágica” se refieren a la persecución, represión y masacres entre 1921 y 1922 contra obreros trabajadores rurales que realizaban protestas en el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz, quienes requerían condiciones básicas para el trabajo. Se habla de 1,500 fusilados, entre ellos, decenas de personas provenientes del archipiélago de Chiloé de Chile, cuyos casos poco o nada se sabe.
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Comenzó a visibilizarse los hechos ocurridos en la Patagonia (provincia argentina de Santa Cruz), al cumplirse el centenario de estas masacres el 2021, desde allí, la Secretaría de Derechos Humanos y la gobernación provincial se presentaron como querellantes para que se inicie la investigación que va en curso.
Por otro lado, la senadora Ana María Ianni (Frente de Todos – Santa Cruz) presentó un proyecto de ley para que se declaren estos fusilamientos crímenes de lesa humanidad. La iniciativa contempla la creación de una comisión investigadora bicameral, para que se determine qué grado de responsabilidades tuvieron las instituciones del Estado y de la sociedad civil en aquella masacre.
El mismo ejército argentino que masacró a pueblos originarios a fines del siglo 19 en la denominada «Campañas del Desierto» con decenas de miles asesinados, es responsable también de esta masacre contra obreros trabajadores, hechos que siguen sin justicia y reparación.
Los chilotes fusilados.
Ver programa Los Chilotes de la Patagonia Rebelde – Luis Mancilla Pérez (Historias de Quellón)
El escritor historiador chilote, Luis Mancilla, publica al respecto: “En Chile se desconoce la matanza de los obreros de las estancias del territorio de Santa Cruz, Patagonia Argentina, que entre noviembre de 1921 y enero de 1922 realizó el ejército argentino reprimiendo la huelga promovida por la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Fue en otro país, y las víctimas desconocidas de aquella matanza fueron los obreros oriundos de Chiloé, a quienes se fusilaba y sepultaba en tumbas masivas, sin siquiera darse la molestia de anotar sus nombres. Ni el gobierno de la época preguntó por ellos. Esos fusilamientos para el teniente coronel Héctor Benigno Varela fueron enfrentamientos donde por extraña casualidad del destino solo morían obreros, en su mayoría chilotes. Los soldados no sufrían ni un rasguño”.
También indica: “En los primeros días de esta cobarde guerra los soldados argentinos fusilaron a decenas de chilotes; hoy en Chiloé, la patria de los obreros fusilados, nada ni nadie recuerda esta matanza”
Mancilla también indica: “En los lugares por donde pasó el destacamento del teniente coronel Héctor Benigno Varela, por donde pasó la muerte que trajo el capitán Pedro Viñas Ibarra, por donde anduvo el capitán Elbio Anaya con su decena de soldados y la guardia blanca de la Liga Patriótica Argentina; quedaron las tumbas de los obreros chilotes fusilados por pedir no dormir amontonados en camarotes, teniendo como colchón y frazadas cueros de ovejas, tener un lavatorio para asearse después del trabajo, no trabajar más de diez horas diarias ganando un salario de hambre. No se descansaba ni los domingos, ni había seguro por accidentes en el trabajo, y del salario se descontaba hasta las velas que alumbraban piezas mal ventiladas; pedían que el almuerzo no siempre fueran trozos de carne de los corderos encontrados muertos en el campo, carne recalentada una y otra vez. Por esas simples peticiones el ejército argentino, con la complicidad de los estancieros patagónicos, fusiló a más de mil obreros. La mayoría de esos trabajadores eran chilotes de la isla de Chiloé, no chilotes por ser chilenos y otorgarle un sentido peyorativo y discriminador a ese gentilicio”.