Una molécula omnipresente en todas las células vivas, que puede responder a la sensibilidad magnética si está presente en cantidades suficientemente altas, funcionaría como el “sexto sentido” que ha sido denominado magnetorrecepción.
Los científicos identificaron que cada animal en la Tierra puede albergar la maquinaria molecular para detectar campos magnéticos, incluso aquellos organismos que no navegan o migran, para orientarse a partir de sí mismo.
Se trata de una molécula presente en todas las células vivas, llamada Flavina Adenina Dinucleótido (FAD), que puede facilitar la sensibilidad magnética en un sistema biológico, siempre y cuando se encuentre en las cantidades adecuadas.
El grupo de investigadores de la Universidad de Manchester, la Universidad de Leicester y el Laboratorio Nacional de Física, en el Reino Unido, concluyó que la capacidad de muchos animales para detectar el campo magnético terrestre puede estar más extendida de lo que se pensaba.
Según las conclusiones del nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Nature, los hallazgos en torno a este “sexto sentido” permiten avances significativos en nuestra comprensión de cómo los animales perciben y responden a los campos magnéticos en su entorno. Además, los nuevos conocimientos harían posible el desarrollo de nuevas herramientas para estimular de forma selectiva la actividad de las células biológicas, incluso las de los seres humanos, aprovechando los campos magnéticos, reseña Levante.
El descubrimiento podría significar que las moléculas biológicas necesarias para detectar los campos magnéticos están presentes, en mayor o menor medida, en todos los seres vivos.
El “sexto sentido” o magnetorrecepción es mucho más difícil de detectar que los cinco sentidos tradicionales, o sea la vista, el olfato, el oído, el tacto y el gusto. Este se debe a que un campo magnético transporta muy poca energía, en comparación con los fotones de luz o las ondas de sonido utilizadas por los otros sentidos. Este menor impacto dificulta su identificación.