Los grandes proyectos, esos que están para perdurar en el tiempo, suelen tener siempre inconvenientes. No es un recorrido fácil levantar una candidatura presidencial, no es cosa de todos los días. La izquierda no es muy generosa que digamos, tiene sus ambiciones y cláusulas muy concretas. Y cuando sucede esto, se levantan los apetitos, y más de alguno saca alguna ambición del ropero, se cambia la camisa, se coloca perfume nuevo y sale a buscar alguna mesa donde poder negociar algo, una foto al lado del famoso, un nombre en alguna lista, una esquina en algún salón. Normalmente es para sobrevivir en el tiempo, en lo mediático, podríamos llamarlo: figuración, que es en lo que se ha convertido, una parte de la política chilena, especialmente en ciertos candidatos. Es tiempo de promesas, de cumplirlas… eso ya es otra cosa.
Hemos constatado este fin de semana, cómo un pequeño sector del pensamiento progresista -aliado en algún momento- abandona el proyecto de la izquierda. No cumplirá lo que prometió, subido incluso arriba del escenario del Caupolicán. Quedaron por lo menos en la foto.
Este sector progresista se va para apoyar, sustentar la refundación de la Concertación, se acercan y se quedarán junto a los que sostienen que aún es posible seguir privatizando Chile, que aún es posible vender algo al capital foráneo. Que aún queda el mar, las montañas, la Antártica. Esto no es nuevo, lo inició la dictadura militar. No es una coincidencia que ellos, los refundadores de la Concertación, sean los continuadores, allí están como una muestra, la Constitución de 1980, o el intacto sistema educacional: clasista y excluyente.
Lo que está en juego es hacer de Chile un país que pueda iniciar la construcción de un proyecto para un tercer milenio. Se firman Tratados de Libre Comercio con medio mundo, pero los índices de pobreza, marginación siguen siendo enormes. Se reafirma que la Concertación trabaja para una clase social, para un determinado sector de la sociedad, se habla de Chile Solidario, algo para los pobres, pero el paternalismo y medidas parches son recursos electorales, no significan los cambios que una sociedad requiere en estos casos. No es condenable ayudar a paliar la pobreza en períodos críticos y malos como los actuales, pero ha habido épocas mejores y muy buenas, claro… que para el empresario y la banca.
Este sector progresista que por un tiempo caminó con la izquierda, vuelve al lugar en que nació: la Concertación. Fueron parte activa y apoyo del presidente que salió a golpear la puerta de los cuarteles militares, y dijo esa frase que nos llena de vergüenza a todos; “justicia en la medida de lo posible”. Este mismo sector tuvo un diputado y un embajador, y eso no es tan poco que digamos.
Abandonar la Concertación, para estos “progresistas”, fue un paso muy positivo, daba una señal al pueblo que algo andaba mal, fue por eso que se marginaron. Pues bien, el pueblo está en el mismo lugar, no se ha cambiado de bando ni ha cruzado la calle, está esperando que alguien diga las cosas claras y en conciencia votará, o anulará, pero ese es su derecho. El pueblo sabe que la Concertación está agotada, los deudores habitacionales, la huelga de gendarmería, todas las leyes que duermen en el Congreso Nacional, la corrupción, el problema mapuche entre algunos casos, son una clara expresión de Chile.
De lo mismo, y los mismos… no es posible. Dos candidatos en la Concertación: Frei y Enríquez, son el signo inequívoco del miedo a estar en la oposición, el pánico es extremo, la pérdida de beneficios y figuración los tiene al borde de un ataque de nervios, y a ellos se suman “estos progresistas”.
Allá ellos y acá nosotros donde siempre, eso es lo mejor que puede suceder. No hay que hacer mayor drama, es bueno dejarlo establecido, constatado y a dar vuelta la página, a seguir trabajando. La izquierda vive tiempos en que tiene más enemigos y adversarios que durante la dictadura, pero está de pié. Lento es su recorrido, pero avanza.
Los procesos sociales, ese enorme esfuerzo de juntar voto tras voto, de sumar conciencias, de hacer que el pueblo luche por sus derechos, que sea capaz de conquistar reivindicaciones a partir de las movilizaciones, es una enorme responsabilidad, de personas y de orgánicas. Allí en esos pasos, en ese programa se están creando los gestores de los cambios que un país necesita, allí al parecer “ellos” no quieren estar, y es entendible, eso es cosa de principios.
Esta tarea de estar y vencer, es en algunos sectores del pensamiento progresista, difícil y duro, pero claro…, su recorrido político es aún breve y muy alejado de los verdaderos problemas de un país. No es su culpa. No es una cosa de falta de historia. Su muy escasa presencia en el movimiento popular, entre los profesores y estudiantes, en el mundo sindical, en el mundo obrero, en los sectores mineros, poetas y trabajadores de la cultura, entre los pescadores artesanales y los jornaleros. Puede que sea eso lo que les impide ver las reales necesidades de la gran mayoría de chilenos. No obstante, mucho respeto merece su porcentaje obtenido, y sus votantes en las últimas elecciones.
Los hombres que están levantado la campaña de Jorge Arrate han luchado bastante para aunar voluntades, para vencer desconfianzas, para construir un proyecto de futuro, concreto y necesario, y para algunos, les fue muy difícil, debieron abandonar su partido, su fuente de inspiración para sostener que el socialismo es una respuesta necesaria e inevitable, para los problemas del mundo actual y para Chile. Enfrentarse a los neoliberales del socialismo del siglo XXI, significa quedarse para volver a ganar casi desde cero, el pan y el agua.
Jorge ARRATE sigue. Ellos allá, nosotros acá… donde siempre.
En su contra se han conjurado todos, cadenas de periódicos, radios, hay un cerco informativo evidente, hay una máquina que se oculta tras el nuevo profeta de los renovados: Enríquez-Ominami, a Frei ya se le conoce, y desde los tiempos de su padre.
La izquierda no se baja en esta carrera presidencial, se llegará hasta el último día, y al día siguiente estará de nuevo, bajo la forma de una mesa de izquierda, o haciendo nacer un nuevo referente, necesario, indispensable, inclaudicable, para alentar absolutamente todas las esperazas, y puede que casualmente le toque ser testigos de algún entierro en una muerte anunciada.
Será difícil una nueva foto con todos juntos arriba del escenario.
Por Pablo Varas