La guerra en Ucrania se desarrolla desde 2014, como ya ha sido reconocido tanto por Rusia como por la OTAN. El último año, desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, el 24 de febrero de 2022, este conflicto se ha transformado en el más importante a nivel mundial y las tensiones han comenzado a recaer sobre los países para que tomen posición.
Los países de “Occidente”, liderados por Estados Unidos, en un primer momento han presionado para que se apliquen sanciones económicas en contra de Rusia y ahora ya lo hacen en pos del envío de armas a Ucrania. La primera solicitud a seis países de América Latina consistió en que enviaran su equipamiento militar de origen ruso a Ucrania, el cual sería reemplazado con arsenal de Estados Unidos. Esta solicitud no tuvo éxito, negándose Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.
La posición más sólida fue la de Gustavo Petro, quien en la Cumbre de Celac en Buenos Aires, manifestó que, en su conversación con la jefa del Comando Sur del Ejército de EEUU, le señaló que “nuestra Constitución tiene como orden en el terreno internacional la paz, y así quedará como chatarra en Colombia, no entregábamos las armas rusas para que se llevaran a Ucrania a seguir una guerra».
Esta digna posición de no tomar partido y promover la paz adoptada por presidentes de América Latina, debiese ser la misma que adopte el Presidente Gabriel Boric, quien ha sido sindicado (erróneamente o no) como uno de los más cercanos al presidente ucraniano Volodímir Zelenski en la región. Y esta supuesta cercanía no sólo se explica por sus críticas a la operación militar especial o invasión rusa (según se le mire), sino también por los envíos de ayuda humanitaria que ha canalizado desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y el compromiso de realizar una misión de desminado.
Es posible que en estos momentos desde Estados Unidos y Alemania le estén presionando para que adopte un rol más activo en la guerra, considerando que uno de los principales pedidos de armas en este momento es el envío de tanques Leopard 2, de los cuales el Ejército de Chile posee 145.
En esta línea de presión se explica la visita del canciller alemán, Olaf Scholz, durante este verano, como también la reunión que sostuvo el Presidente Boric con Zelenski hace dos semanas y la sesión conjunta telemática celebrada entre el Congreso Nacional y el Presidente de Ucrania este martes 4 de abril. Chile está siendo la puerta de entrada de la OTAN en la región.
La defensa de la no intervención en esta guerra no es una posición “nostálgica de la URSS”, sino que dice relación con el respeto básico del derecho internacional. Si Chile quisiera estar a la vanguardia por la lucha de la liberación de los pueblos contra el opresor, tendría que enviar armas a Palestina para combatir al Estado de Israel, al pueblo saharaui para combatir al Reino de Marruecos. Pero no lo hace y tampoco debe hacerlo en el caso de Ucrania.
América Latina es un territorio de paz y no debe convertirse en el vagón de cola de la OTAN. El derecho internacional en estos momentos está siendo infringido tanto por Rusia como por la OTAN (Estados Unidos). Los ataques a civiles no sólo son realizados por Rusia, sino también por Ucrania, la cual bombardea cotidianamente y desde hace nueve años las ciudades del Donbás. El Presidente Gabriel Boric no debe ceder a las presiones para jugar un rol en una guerra que no nos pertenece. El rol de Chile debe ser promover la salida negociada y pacífica a este conflicto.
Sigue leyendo: