El cientista político y profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica, Juan Pablo Luna realizó un análisis sobre la situación actual de la sociedad chilena y las críticas de la ciudadanía ante la falta de respuestas a sus necesidades y problemas.
“Estamos en un sistema muy metido en su lógica interna, cada vez más orientado al corto plazo, enfocado en el escándalo y la cuña del día. Y en ese proceso se ha perdido capacidad de solucionar los problemas estructurales que tiene Chile, como las grandes reformas –pensiones, salud, seguridad–, que terminan siendo bastardeadas y no procesadas, por actores que juegan todos contra todos a muy corto plazo y sin capacidad de generar soluciones a nivel de política pública”, afirmó en una entrevista concedida a El Mostrador.
Al ser consultado sobre si el Gobierno y los distintos sectores políticos están contribuyendo a resolver los problemas de fondo del pañis, el reconocido académico uruguayo señaló que es un show, bien livianito, un payaseo permanente». Por ejemplo, lo que pasó», y se refirió a la aprobación y promulgación de la criticada Ley Naín-Retamal que se dio la semana pasada.
«Las únicas reformas que se tramitan y pasan, son las que tienen apoyo masivo en la opinión pública y donde todo el sistema político queda más o menos arrinconado del mismo lado. Es la misma lógica que vimos con los retiros de las AFP. Una mala política pública, legislada a la rápida, a la que es imposible oponerse, termina siendo lo único que el sistema logra tramitar. Y, por otro lado, se los ve entrampados en una pelea que a la gente le hace muy poco sentido, que genera descontento y distancia», dijo.
Señaló que concuerda con varias de las críticas realizadas por expertos al referido instrumento legal y planteó que su debate requiere de «templanza, de una profundidad, de cierta parquedad necesaria, que no he visto en la discusión pública hace rato».
«Pienso que parte importante del problema de seguridad hoy tiene que ver con cuestiones operativas, la formación de los carabineros, aumentar el control civil sobre la institución, dotar de dientes a las divisiones de asuntos internos, construir un sistema de datos e inteligencia que permita ejercer ese control civil de forma razonable. Todo eso tiene bastante que ver con la implementación de la política pública, no necesariamente con legislación», indicó Luna en la entrevista.
A juicio del analista, las grandes mayorías están alejadas y poco interesadas en la política, ya que «con el estallido se dio un periodo de politización de la sociedad y, luego, con los años de pandemia, la crisis económica, la experiencia muy mala de la constituyente, la irrupción del tema seguridad, la gente se volcó nuevamente hacia lo privado, hacia sus problemas», explicó.
También fue consultado sobre el respaldo a Carabineros que otorgan cierto sectores polñiticos y medios de comunicación.
«Apoyar a Carabineros, si eso se quiere plantear de forma seria, también supone aceptar que la institución requiere reformas y mejoras significativas. De lo contrario, lo que hoy vemos como apoyo terminará probablemente siendo un búmeran. Carabineros es sin duda una parte clave de la solución a los problemas de seguridad, pero es y ha sido también una parte del problema», señaló.
El académico uruguayo aseguró que las deficiencias del sistema político más convencional permitieron que el actual Gobierno llegara antes de tiempo al poder, por lo que se ha visto obligado a hacer un aprendizaje forzado.
“Si el sistema de partidos tradicional hubiese estado funcionando bien, tal como parece pensar buena parte de los viejos elencos políticos del país, el Frente Amplio no hubiera crecido tan rápido. Habría tenido que crecer de a poco, perdiendo elecciones, teniendo que construir una organización potente. La victoria de Apruebo Dignidad en la elección pasada tiene que ver con el espacio que deja un sistema político en crisis. Y esa crisis persiste. Esa condición de origen, lo fácil y rápido que llega el Frente Amplio al poder, tiene como contrapartida su inmadurez».
«Hoy veo un Gobierno en proceso de aprendizaje, que ha sido muy rápido, aunque también lleno de ambigüedades. Hay que reconocer, no obstante, que el Gobierno, al menos en la figura presidencial, ha cambiado radicalmente su agenda, para adaptarse a condiciones que no previó antes de llegar al poder», advirtió.
Luna cargó contra la oposición por su postura frente al Gobierno de Gabriel Boric.
«No deja de extrañarme, dada la gravedad de la situación, dada la imposibilidad que tenemos de solucionar los problemas estructurales del país, que al Gobierno se lo siga acosando por sus actitudes del pasado, se lo fustigue todo el tiempo por cuestiones livianas en este circo que tenemos configurado todos los días», expresó.
Planteó que el Gobierno ha hecho gestos de apertura, de entender dónde está parado y de abrir juego, que debería ser aprovechado y asumido por la oposición. «Entiendo la racionalidad de corto plazo y el cálculo electoral, pero creo que si la oposición democrática se obsesiona con competir con Republicanos y el PDG, haciéndole oposición a este Gobierno, terminará hundiéndose con él, porque el deterioro persistirá», alertó el cientista político.
Con respecto al contenido de la nueva Constitución, manifestó que le despierta dudas respecto a su impacto en cambiar la realidad.
«Los problemas fundamentales hoy pasan por la posibilidad de que la política logre tramitar reformas que son ampliamente ansiadas por la ciudadanía. También se trata de mejorar el funcionamiento del Estado. Sin esa capacidad, el cambio constitucional llegará tarde, porque la nueva Constitución funcionará en el contexto de un deterioro institucional al que no podrá contrarrestar».
Luna: «Necesitamos consensuar hacia dónde tiene que ir el país»
Según su opinión, los sectores políticos deben enfocarse en la posibilidad de «generar acuerdos básicos respecto a un futuro posible para Chile: cómo crecer, con qué criterios redistribuir, cómo avanzar hacia una sociedad de cuidados que logre aterrizar demandas fundamentales del movimiento feminista, en torno a un modelo de desarrollo que logre ser sustentable ambientalmente y en términos de su enraizamiento social»
«Siento que la política hoy se ha quedado sin la capacidad de ofrecer un futuro deseable a la sociedad. Lo que tenemos es un presente tortuoso, y nos estamos hundiendo debatiendo sin pausa quién tiene más la culpa de habernos traído hasta este presente», condenó Luna.
«Necesitamos consensuar hacia dónde tiene que ir el país, cómo vamos hacia allá, con qué costos y cómo los mitigamos. Necesitamos una serie de orientaciones generales que sean tratadas como políticas de Estado, como consensos básicos que escapan, por lo mismo, a este payaseo de la cuña diaria», afirmó.
En la entrevista se le preguntó por la posibilidad de que se produzca en Chile otro estallido social como el de 2019.
«Los estallidos son imposibles de prever. Sí sabemos dos cosas: primero, la historia chilena registra, cada cuarenta o cincuenta años, estallidos violentos. Entre ellos las elites dominan y generan orden, pero es un orden excluyente, que finalmente termina impugnado por un desborde social. Segundo, en el mundo contemporáneo, este tipo de desborde social de la institucionalidad se viene dando cada vez más seguido y en todo tipo de países. Por tanto, es probable que veamos eventualmente otros estallidos en plazos más cortos. No obstante, al menos a corto plazo hoy la gente parece estar refugiada en su esfera privada, tras las rejas», respondió.
Para Juan Pablo Luna, parte del problema de la clase política es que está muy pegada en evitar otro estallido, otra situación de desborde como fue en alguna medida la elección de convencionales y el proceso constituyente anterior. Y ese miedo la ha llevado a intentar controlar todo desde arriba, nuevamente.
«A corto plazo ese control puede generar la sensación de estabilidad, de haber recuperado el control. Para mí es una ilusión porque, con o sin estallido, hoy la clase política tiene menos poder para gobernar la sociedad del que tenía hace pocos años», explicó.
El académico lanzó una importante advertencia: «Si la lógica con que está funcionando el sistema político hoy no logra transformarse radicalmente, y de modo que logre reconectar con la ciudadanía, la mayoría de quienes ocupan posiciones de poder hoy van a salir trasquilados. Para ser claro, me refiero a los principales actores del sistema, en el Gobierno y en la oposición».
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