Los resultados electorales de este domingo en Chile muestran, más allá de lo puntual, un panorama crítico para un país que no logra encontrar su camino. La votación se ha convertido en un diagnóstico que causa alarma y mucha preocupación, incluso en toda la región, porque abre paso a que una eventual nueva Constitución, tan luchada por sectores progresistas, sea finalmente escrita a sus anchas por sectores conservadores y de ultraderecha que elogian la dictadura de Augusto Pinochet.
Tal situación representa además, que la actual realidad chilena puede ser el prefacio de la planificación de un aparato sistemático ultraconservador que aspira a instaurar un régimen extremista, autoritario, de carácter neo fascista que no solo heredaría vestigios de la dictadura militar, sino que traería sus propios mecanismos supremacistas para rematar las aspiraciones del pueblo llano, el más detestado por ellos, que en los últimos años demostró ser su principal enemigo, y de esa manera reprimir todas sus demandas, por tan solo querer un modelo y un rumbo distinto para Chile.
La radiografía también muestra una profunda depresión de una inmensa mayoría que se movilizó por lograr reformas transversales en el país suramericano y que tomaron las calles para hacerse sentir. Los síntomas muestran a un paciente aletargado, con los hombros caídos, cabizbajo, ensimismado en el desconcierto de no sentirse representados por un gobierno que votaron con grandes esperanzas y en el que confiaron para lograr los grandes cambios que demandaron en recias jornadas de protesta que parecían marcar un quiebre en la historia neoliberal del país.
Esa inmensa mayoría, que eligió a Gabriel Boric como su presidente, y decidió dejar en manos de ese joven, que constituía una promesa del anhelado cambio y que, además, prometió enfrentarse contra los que siempre fueron los opresores del pueblo, para lograr las profundas reformas exigidas por el país, ahora parece que no cree, que está desconcertado, desmotivado y perdido de aquel sueño de cambio que estuvo tan latente en la multitud.
Los síntomas generalizados muestran a un paciente robado, ultrajado por la desesperanza, hundido y caído en manos enemigas, la ultraderecha, que ahora sonrientes pueden aprovechar tal escenario para hacer un Chile a su imagen y semanjanza, a menos que el pueblo despierte de semejante letargo.
¿Pase de factura?
Hay quienes critican al hombre en el Poder, Boric. Alegan que es «tibio», incluso «frío» y hasta lo comparan con personajes nefastos de la historia reciente latinoamericana como el ecuatoriano Lenín Moreno. Le dicen «traidor», de haber negociado las reformas constitucionales que exigía Chile con la derecha conservadora y la oligarquía que siempre ha tenido el control del país. Que le falta valentía y apretarse los pantalones para tomar las decisiones por las que el pueblo lo eligió, que no ha cumplido con la esperanza de la ciudadanía que lo votó, que no va a lograr ninguna reforma y que todo es su culpa.
Pero esos que critican a Boric y a su gabinete de Gobierno, no parecen hacer algo más por el cambio que anhelan para Chile, ni siquiera a través de los votos para promulgar la nueva Constitución que tanto ansían y así dejar atrás el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, que aún sigue vigente y latente, precisamente en la ultraderecha y sectores convervadores que con amplia mayoría se llevaron las elecciones por la reforma constitucional el fin de semana.
¿Qué está haciendo el pueblo por conseguir las reformas que tanto demandaron en el estallido social? ¿Es responsabilidad única de Boric y sus ministros el futuro de Chile? ¿Qué hacen los ciudadanos por el Chile que tanto sueñan? ¿Van a dejar que la extrema derecha y un personaje como José Kast tomen la batuta de una lucha que ellos mismos intentaron detener?
Parece que Chile vive una especie de pesadilla con trastorno bipolar incluido en el que la oligarquía saca provecho y se ríe a carcajadas mientras las clases populares se dejan llevar por retóricas antigubernamentales que le dan aún mayor fuerza a la ultraderecha mientras el tiempo y las circunstancias se vuelven cada vez más adversar para el verdadero cambio que por años han luchado los pobres y la clase trabajadora chilena. ¿Es justo que Chile y, sobre todo, el futuro de Chile dependa de una situación tan deleznable?
¿Cómo se lee la victoria de la ultraderecha en Chile?
La elección del Consejo Constitucional de Chile representó un nuevo golpe para el Gobierno del presidente Gabriel Boric, quien parece quedar debilitado rumbo a lo que resta de su gestión. Además, los resultados de los comicios incrementaron la posibilidad de que, por segunda vez consecutiva, la ciudadanía rechace en un plebiscito una nueva Carta Magna, aunque surgen dudas.
Un personaje que parecía haber quedado en el olvido como José Antonio Kast, ahora renace como líder de la oposición más radical, esto a pesar que el exdiputado y excandidato presidencial perdió en 2021 frente a Boric.
El perfil de Kast, que ha defendido el legado de Augusto Pinochet y se ha posicionado como el referente de la extrema derecha chilena, encaja perfectamente en este nuevo escenario y cobra mayor protagonismo, porque se perfila como posible aspirante para 2026, otro asunto notablemente preocupante.
Estos escenarios forman parte de las repercusiones que hay en el país sudamericano luego de la jornada del domingo, en la que el Partido Republicano que lidera Kast obtuvo el 43 % de los votos, lo que le permitirá tener 23 de los 51 consejeros que redactarán el borrador de una nueva Constitución. A ellos se sumarán los 11 consejeros que alcanzó la alianza conservadora Chile Seguro.
Por el contrario, la coalición oficialista Unidad para Chile obtuvo un magro 28 % de los votos, lo que le permitirá tener solo 16 consejeros. El Gobierno, con un perfil actual más centrista que de izquierda, aspiraba a contar con un mínimo de 21 para poder ejercer el derecho al veto e impedir que la derecha y la ultraderecha impongan su visión en el debate de los artículos constitucionales. Ahora no podrá hacerlo, ya que la derecha suma una amplia mayoría de 34 votos.
Este desenlace electoral impacta negativamente en Boric, quien desde que comenzó a gobernar en marzo de 2022 arrastra bajos niveles de popularidad que, en sus mejores momentos, apenas han alcanzado el 30 %. El mandatario, de momento, ha llamado a los ganadores de la contienda a «actuar con sabiduría y templanza» para redactar un texto constitucional «que interprete a la gran mayoría del país».
Segunda derrota constitucional en Chile
La integración del Consejo representa la segunda derrota del oficialismo en el proceso constitucional, ya que en septiembre de 2022 el 62 % de los votantes rechazó el primer borrador de una nueva Carta Magna, que había sido redactada por una Convención integrada en su mayoría por dirigentes de izquierda o progresistas, cuyas propuestas no lograron convencer a la ciudadanía.
Ahora, en cambio, la redacción correrá a cargo de un Consejo con amplia mayoría de políticos de derecha y ultraderecha, lo que anticipa tensiones en el debate de los próximos meses y que, según algunos analistas, podría desembocar en que, ante la falta de acuerdos, la ciudadanía sienta un hartazgo y rechace otra vez la propuesta constitucional en el plebiscito previsto de diciembre.
De esta forma se complica uno de los principales objetivos de Boric, que era promulgar una Constitución que sustituyera a la que rige actualmente y que es herencia del fallecido dictador Augusto Pinochet.
La eliminación de esa Carta Magna fue también uno de los principales reclamos del estallido social de 2018, que desembocó en el plebiscito de octubre de 2020 en el que un contundente 78 % votó a favor de redactar una nueva Constitución. Entonces parecía que el giro político de Chile sería radical, lo que luego se ratificó con el triunfo de Boric en las presidenciales.
Pero solo dos años después, el apoyo al progresismo se evaporó. Analistas atribuyen el fenómeno, en parte, por la decepción que implicó el rechazo al primer borrador constitucional y porque en la agenda pública se impusieron otros temas más concretos, como la seguridad y la migración, en los que la mayoría de los chilenos apuestan por soluciones conservadoras y Boric, de forma sorprendente, se ha sumado a la agenda de la derecha en esos temas y no ha propuesto una alternativa más progresista.
¿Qué puede pasar con temas como aborto, pensiones, salud?
Octavio Avendaño, analista político de la Universidad de Chile, aseguró en una entrevista con El Mercurio que, con estos resultados, el presidente ya no tiene margen para avanzar en sus programas.
«Podríamos decir que el Gobierno de Boric terminó, claramente«, dijo al coincidir con el tono catastrofista que rodea al oficialismo. «La fuerza con la que el Gobierno pueda proponer sus reformas se ve fuertemente disminuida», agregó José Francisco Lagos, director ejecutivo del Instituto Res Publica.
El diario La Tercera, por su parte, realizó un sondeo entre los 51 consejeros electos y ratificó el perfil conservador del nuevo órgano. El 60 %, por ejemplo, está en contra del aborto, en tanto que un 88 % no cree que la salud deba ser un servicio totalmente público, ya que apoya la existencia del sistema privado; y un 35 % prefiere que el sistema de pensiones permanezca en manos de las privadas Administradoras de Fondos.
Las posiciones comenzarán a quedar claras el 7 de junio, cuando asuman los 51 consejeros electos y comiencen a redactar la propuesta constitucional. No empezarán de cero, ya que recibirán el borrador que en marzo comenzó a delinear una Comisión Experta formada por 24 especialistas, que fueron elegidos por los partidos políticos.
Los consejeros tendrán de plazo hasta el 7 de noviembre para entregar la propuesta definitiva, la cual antes será revisada tanto por la Comisión Experta como por el Comité Técnico de Admisibilidad, un órgano de 14 juristas que evaluará la pertinencia legal de las propuestas.
Una vez terminado el borrador, comenzará la campaña de promoción del plebiscito que se realizará el 17 de diciembre y en el que la ciudadanía tendrá que responder a la pregunta: «¿Está usted a favor o en contra del texto de Nueva Constitución?».
Sin embargo, antes de ese momento, los ciudadanos también tendrán que hacerse otras preguntas, incluso más importante por el contexto actual: ¿Se perdió el legado del estallido social? ¿Se encamina Chile hacia un Estado fascista y de ultraderecha? ¿Hace falta otro estallido? ¿Chile despertó?
De momento, Boric tiene muchas facultades para cambiar el rumbo y despertar a los que se sienten vencidos, aún es el Presidente y en sus manos están vestigios de la esperanza que le depositó el pueblo. ¿Podrá Boric tomar valor y dar un paso definitivo hacia un auténtico liderazgo de izquierda?
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