Este viernes murió Augusto Góngora, destacado periodista, documentalista y cineasta, a los 71 años de edad, tras librar una dura batalla con el Alzheimer. Tras la difusión de la noticia, diversas figuras políticas, periodísticas y del ámbito cultural han destacado su trayectoria profesional.
Góngora estudió periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y durante la dictadura militar de Augusto Pinochet participó de medios de comunicación opositores al régimen.
Fue editor de la revista Solidaridad, quincenario creado por la Vicaría de la Solidaridad en 1976 y posteriormente integró el equipo del noticiero Teleanálisis, de difusión clandestina, donde ejerció como editor general entre 1984 y 1986 y como director entre 1986 y 1989.
Con el retorno a la democracia, en octubre de 1990, Góngora se sumó a las filas de la Televisión Nacional de Chile (TVN) para presentar el concierto Desde Chile… un abrazo a la esperanza de Amnistía Internacional y el programa cultural Cine video, que se mantuvo al aire hasta 2002, bajo el nombre Cine video + teatro.4
En 1993 asumió como encargado del área cultural de TVN (posteriormente como productor ejecutivo de TVN Cultura), cargo que ejerció hasta su salida del canal en 2010.
También se destacó como realizador y productor de varios programas culturales en TVN, entre los que figuran: El mirador, El show de los libros (ambos a través de su productora Nueva Imagen),7 Bellavista 0990, Perdidos en la noche,8 Revólver, Chile íntimo,9 y Frutos del país, entre otros,1 y también fue presentador de Coyote (2003) y Hora 25 (2006-2010).
En 2011 ingresó a estudiar a la escuela de coaching Newfield, donde trabajó entre 2012 y 2015 y en agosto de 2016 asumió como miembro del Directorio de TVN —tras ser propuesto por la presidenta Michelle Bachelet y aprobado por el Senado—, cargo que mantuvo hasta abril de 2017, cuando anunció su renuncia por motivos de salud.
Talleres de TV en poblaciones, parte del legado de Góngora
Desde el Partido Igualdad recordaron la labor y el gran legado, un tanto desconocido, que dejó Augusto Góngora en las poblaciones de distintas regiones del país al dictar talleres de periodismo audiovisual a las comunidades.
A continuación el texto que compartieron desde la colectividad en sus redes sociales:
Unos años después entendimos que habíamos estado con alguien importante porque comenzamos a verlo en la tele, ese espacio reproductor de mentiras infames en dictadura, comenzaba a ser colonizado por un hombre de trato agradable, y recordamos que se llamaba Augusto Góngora.
Eran los años 90, época compleja de retrocesos, rendiciones y nuevas formas de resistencia. Éramos adolescentes, otros simplemente jóvenes, todos pobladores, que gracias a este amigo medio cuico pero simpático nos abrimos a otro tiempo.
¿Qué hacía Góngora en las poblaciones de Conchalí?, ¿qué hacía en El Cortijo, en la Juanita Aguirre o en la Arquitecto O’herens?. Nos mostraba literalmente otro mundo para que el nuestro fuese mejor, más humano, más organizado, más hermoso.
Góngora llegaba a nuestras poblaciones con un proyecto precioso que ponía en nuestras manos equipos profesionales que jamás habríamos visto de cerca. Eran talleres en los que aprendíamos a grabar, a editar, a comunicar. Íbamos haciendo la memoria de nuestra población.
Íbamos reconstruyendo, nos íbamos reconectando con nuestros vecinos y vecinas y en ese proceso iba apareciendo la dulzura de ese Góngora que tantos años después, ya viejos muchos de nosotros, nunca olvidamos y aún hoy agradecemos.
Llegaba el momento de cierre de los procesos y la población se encendía: instalaban equipos de sonido, escenario, una pantalla gigante y cientos de pobladores comenzaban congregarse para verse en esas pequeñas cápsulas realizadas por sus propios hijos e hijas.
Aprendíamos lo básico, lo rudimentario, pero éramos nosotros mismos, contando nuestro mundo a nuestra gente. Y eso pasaba en varias poblaciones más. Nos “graduábamos” de reporteros populares, Góngora amable, cercano y fraterno, se nos graduaba de compañero.
Esto queríamos contarles, a la gente buena, mucho más que a la gente mala, no la olvidamos. Un abrazo al cielo tremendo compañero.
Sigue leyendo: