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El fiscal Ricardo Traipe vinculó el atentado sufrido por un camión forestal el fin de semana pasado a una eventual represalia por los operativos de recuperación de madera robada desde predios de Forestal Mininco


Autor: Mauricio Becerra

El fiscal Ricardo Traipe vinculó el atentado sufrido por un camión forestal el fin de semana pasado a una eventual represalia por los operativos de recuperación de madera robada desde predios de Forestal Mininco. El Mercurio recalca que fueron robados por mapuche, claro está, y el representante judicial lo asume en sus declaraciones: “En principio, estaríamos vinculando este atentado a las diligencias realizadas recientemente al interior de algunas comunidades, en Chequenco y San Ramón, donde hay cinco órdenes de detención por robo de madera”- dijo el fiscal.

Largos tramos distancian las oficinas de prensa mercurial del territorio de los sucesos, sin embargo el lunes 20 de julio todo Chile se enteró de la verdad impuesta: continúa el conflicto del Estado contra el pueblo mapuche. Pocos saben eso sí, que si no son tanquetas, las chequeras rompen la resistencia. Y a pesar de ello, existen hombres y mujeres que se organizan.


TERRITORIO LAFKENCHE

Nos adentramos en territorio lafkenche y florecen paisajes, olores y sabores condimentados con historias. La carretera entrega nombres, la historia refresca la memoria. En la ruta 160 que une Lota con Curanilahue recordamos a Rodrigo Cisternas;  cerca de Cañete, pasamos por el sitio de captura del invasor Pedro de Valdivia. Hoy la militarización denunciada es evidente. Los muros albergan escritos de necesidades transformadas en demandas. Los pinos y eucaliptos se apropian del entorno natural. La señalética vial nos recuerda la llegada al lafkenmapu.

El lago Lleu Lleu, que en voz mapuche significa derretirse o desmoronarse, está localizado a 14 kilómetros al suroeste de Contulmo. Ubicado en plena cordillera de Nahuelbuta, se le considera el lago más puro de América Latina. Sus 4.300 hectáreas son de aguas apacibles aún cuando posean comunicación con el mar.

Las guías de turismo indican que entre los atractivos más importantes del lugar se encuentran el Sector Puerto Choque, Lolcura, Huillinco así como el nacimiento del río Lleu Lleu. Precisamente en Lolcura se encuentra la comunidad Lorenzo Pilquimán, lugar que acogió durante el 10 y 11 de julio a representantes de diversas radios comunitarias del país, actores de la comunicación social de base, reunidos en busca de la unidad potenciada por la creación de la Red de Medios de los Pueblos.

Las Radios Werken Kvrruf, de isla Huapi, Rekiduam, de San Ramón, Placeres de Valparaíso, Konciencia de Rosario, Encuentro de Peñalolén, Wekeche de Contulmo, Alternativa de Chiguayante y Canelo de Nos, formaron parte del equipo que daría vida a una escuela de formación radial.

La iniciativa fue gestionada por la ONG Educación y Comunicaciones  ECO, a través del proyecto Kaskawilla, buscando fortalecer los trabajos de formación radial, a través de talleres que abordaron temas estéticos, técnicos, de gestión organizacional, línea editorial  y agenda programática.

Lo que no todos sabían es que cuando comenzaba un nuevo ciclo de la naturaleza, Wiñol Tripantü, comenzaba también un nuevo proceso de recuperación territorial en el Wallmapu.


RECONSTRUCCIÓN NACIONAL MAPUCHE

Las comunidades de la ribera del Lago Lleu Lleu iniciaron un proceso de recuperación territorial enmarcado en una estrategia desarrollada por la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco, mas conocida por sus siglas, CAM.

Los Fundos La Puntilla de Tranaquepe y El Canelo,  que bajo la “legalidad chilena” pertenecen a la Forestal Mininco y Volterra, son parte de las tierras reivindicadas por las comunidades del sector de Puerto Choque y Las Huellas.

Cerca de allí, los asistentes al encuentro interactuaban generando instancias con intercambios de conocimientos relativos a la comunicación, definiendo poco a poco el escenario desde dónde nacen las propuestas de radiodifusión.

Si la tierra hablara, de este sector se desprenderían relatos y recuerdos de usurpación y violencia, impuestos con el robo del Territorio Mapuche y la dominación colonialista del Estado de Chile. La batalla de imaginarios, el campo de los sentidos. El tiempo demuestra que sólo cambian las escenas, creando un cotidiano reflejado en las plantaciones de monocultivos que secan y contaminan las fuentes de agua y poco a poco van horadando la vida, desarrollo y proyección del pueblo Mapuche.

Es paradójico. Son miles las hectáreas en manos de poderosos personajes que de tanto en tanto develan sus pasos para el resto exigiendo respeto a la propiedad, el orden, la libertad. Tres generaciones atrás, el pueblo Mapuche controló más de 10 millones de hectáreas. Hoy la presencia en territorios ancestrales es poca y ésta es asediada.

La policía chilena enquistada en las zonas de Lleu Lleu, en el Huairao, Tranaquepe y Alto las Huellas, mantienen en estado de sitio a las comunidades en conflicto, mediante controles de identidad e interrogatorios a cualquier persona, incluso niños. Muchos de estos habitantes participan de algún medio de comunicación mapuche  y dan cuenta de los excesos cuando se realizan violentos allanamientos por parte de agentes de Investigaciones y del GOPE de Carabineros, junto a los recién estrenados Equipos de Reacción Táctica (ERTA), que apoyados con tanquetas de guerra, maltratan niños y ancianos, sin siquiera inmutarse frente a sus atropellos contra los pueblos originarios.

Sumemos el fuerte contingente de policías civiles y de inteligencia apostados en Arauco. Su fin es defender al gran capital forestal y latifundista de quienes tampoco dudaron en encañonar a niños, ancianos y mujeres, matando y destruyendo casi un siglo atrás.

Como antes de ese tiempo no existían expresiones anticapitalistas mediatizadas por las herramientas de difusión masiva,  se sabía sólo que la gente resistía con su trabajo aún cuando se presumía sus demandas fueran acalladas a plomo. Sin libre circulación de información, pocos se enteraban y el genocidio continuaba. Y continúa.

COMUNICACCIÓN

Las voces comunitarias en la actualidad son constantemente hostigadas para cesar sus emisiones. Vital entonces es la implementación de equipos que sistematicen los trabajos efectivos en el área, para socializar experiencias, potenciar las acciones y no situarse en la precariedad de antaño.

Hoy frente a la censura y manipulación mediática, sabemos que nuevas generaciones decidieron terminar con la usurpación de tierras históricas a manos de una casta de latifundistas.  Poco a poco se rompe el cerco comunicacional y se posibilitan las transformaciones.

Gracias al diálogo, se reconstruyen los lazos territoriales. Los trabajadores y trabajadoras de la comunicación reunidos a las orillas del Lleu- Lleu llegan a ciertos consensos. El estilo o modelo de comunicación es vital para fortalecer el sentido de pertenencia colectivo. Si todos los mensajes fueran explícitos y puestos a disposición gracias a un lazo emprendido por los abuelos y concretado por los jóvenes, la instancia comunicativa no precisaría generarse.

Como los canales de difusión pocas veces son concebidos en una cosmovisión, el desafío de la formación de la identidad nace por la necesidad de mejorar la comunicación al interior del territorio. Más de alguno entendió la consigna rayada en algún muro. Tal vez  él o ella lo escribieron. Y ahora sintieron preciso difundir el mensaje por otra vía.

La radio, aún sin apoyo ni capacidad técnica, es uno de los únicos medios que pueden potenciar las comunidades para reforzar su accionar político. Planteado como un objetivo la necesidad de informar lo que sucede en su realidad, se ejercita en el día a día el cómo comunicar y se logran vincular los acontecimientos de otros territorios que luchen por recuperar sus tierras, restando sólo definir niveles y formas para identificar un público objetivo, gracias a una estética definida por su propio contexto.

De ahí a la apelación de “terroristas” o “violentistas” poco queda. Hoy, encarcelar, destruir y deslegitimar las expresiones avanzadas de la lucha Mapuche configura la alegría de los medios tradicionales y el Gobierno, que trabajan a dos frentes. Acostumbrados a “dar con uno de los líderes” y con ello la pretendida “desarticulación de la resistencia”, el bombardeo constante con frases e imágenes  pretende convertirse en una fuerza desmoralizadora para las comunidades que siguen luchando y controlando sus territorios ancestrales. Sino es suficiente, el asedio judicial mediante los más variados montajes configura un catastro difícil de sostener sin perjuicios.

De violentadas, pasan a ser acusadas. Las comunidades  María Colipi, Benancio Ñeguey y Esteban Yebilao  del sector Puerto Choque, en la comuna de Tirúa. El lof Yeupeko-Filkun, la Comunidad Autónoma Mapuche Temucuicui o el fundo Tranaquepe, más al sur. La comunidad Mapuche Newen Mapu José Millacheo, en el sector de Chequenco, Ercilla.  Asociaciones ilícitas, homicidios frustrados  son los cargos. Héctor Llaitul, Mauricio Waikilao, Luis Millacheo, Mireya Figueroa, Miguel Tapia, José Huenuche, Javier Navarro, Ramón Llanquileo, José Llanquileo, Luis Menares,  Juan, César y Norberto Parra y tantos otros, inculpados e inculpadas.

El mensaje es claro: donde el Capital es quien gobierna, incluso a costo de la vida de un Pueblo, a este Pueblo no le queda más que abrir los ojos, seguir resistiendo y luchando.

Se escuchan ecos llamando a la libertad de todos los prisioneros políticos Mapuche, la expulsión de las transnacionales del territorio Mapuche. Contra la criminalización y la usurpación, se levantó una lucha de liberación. Y como rezan los epew o relatos orales: nuestros ancestros nos dan la fuerza, recuperaremos nuestras tierras. MARRICHIWEW
WecheKeche Ñi Trawun «Newen Pei Katrileo» Rap Mapuche

Wu Ming

El Ciudadano

*Esto no es una crónica o un reportaje, la única intención es KIMEL DUNGU
(Dar a conocer la noticia)


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