Enfrascados en una pugna, no sólo desde el punto de vista de la influencia que puedan tener en el resto de los miembros de esta Comunidad política, sino por su liderazgo político y económico, que abarca lo regional y más allá de sus áreas de influencia continental.
Una Europa que decidió, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (SGM) buscar soluciones conjuntas, como lo ejemplifica el nacimiento de la llamada Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) creada mediante el Tratado de París el año 1951, que reunió a Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Una entidad surgida bajo el impulso del ex ministro de relaciones exteriores de Francia, Robert Schumann, y Jean Monnet, negociador designado por el gobierno francés y quien sería el primer presidente del organismo rector de la CECA. Una organización supranacional promovida para consolidar un ambiente de paz, sobre todo entre Francia y Alemania, enemigos en la Segunda Guerra Mundial, que significase un contexto favorable al conjunto del espacio europeo, teniendo en cuenta que esa explotación del carbón y el acero se hacía en una zona de disputa e incluso ocupación, que desde el siglo XIX proporcionó a Alemania una superioridad en materias energéticas y productos para su desarrollo industrial (1).
El éxito de esa unidad económica generó nuevos pasos de encuentro, constituyéndose en el germen de lo que sería posteriormente la Comunidad Económica Europea (2) y posteriormente la actual Unión Europea. Una trayectoria que permitió pensar en el fin de los desencuentros pero, el propio devenir de la política internacional, los efectos de la Guerra Fría, el posterior derrumbe del campo socialista, la hegemonía estadounidense surgida al alero de lo que se denominó el Nuevo Orden Mundial, la constatación de que Europa, poco a poco, iba perdiendo su soberanía política, económica y militar bajo la égida estadounidense, fueron tensionando las relaciones entre los países más fuertes económicamente del espacio europeo, como han sido, precisamente, Francia y Alemania.
Tal situación se ha acrecentado pues lo que está en juego es poder acceder a un mercado monopolizado principalmente por su socio y padre putativo como es Estados Unidos, que había logrado mantener cierto desbalance del poder desde 1991 a la fecha pero que va a la baja producto de la irrupción con fuerza demoledora de potencias como China, la Federación Rusa, la República Islámica de Irán, India, Brasil, entre otros, que agrupados en organizaciones como el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, están obligando a potencias occidentales a extremar acciones, que los sitúen en la competencia global, pero ahora en el plano de la multilateralidad.
Es así, que, en el orden de la política internacional, Washington apuesta por modificar sus objetivos estratégicos, en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esto, en lo que refiere a intentar modificar la actual conformación de su Consejo de Seguridad Permanente (CSNU) tratando de imponer los nombres de Japón y Alemania como dos posibles integrantes. La idea es inclinar el poder de decisión, en forma absolutamente mayoritaria, a los intereses occidentales. Tal pretensión choca con la negativa, no sólo de la República Popular China y Rusia, sino que también de Francia, que no ve con buenos ojos una disputa geopolítica con Alemania. Más aún, cuando Gran Bretaña, socio incondicional de Washington ya es miembro del CSNU, dentro de sus cinco miembros permanentes, lo que dejaría a París en una situación de desmedro político.
París busca un derrotero más independiente, pero con liderazgo sobre Europa. Una Francia que hasta ahora ha demostrado su incondicionalidad absoluta al mandato de su padrino estadounidense, siguiéndolo en cuanta acción bélica, presiones, políticas de máxima presión ha ordenado el Tío Sam. Pero Washington no le ha dado, para frustración gala, el premio a tan supremo esfuerzo de fidelidad y ha obligado a Macron a buscar cierto grado de manejo internacional, dar algunas opiniones que lo muestren golpeando una mesa imaginaria, como aquella ocasión en que afirmó que “la seguridad de Europa no puede seguir dependiendo de la nación norteamericana”, tratando de marcar un camino propio allá por el año 2019, cuando Estados Unidos estaba bajo la administración del ex presidente Donald Trump. En abril de este 2023 la idea de autonomía de Macron fue revivida por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien sostuvo apoyar la “autonomía estratégica” propuesta por Emmanuel Macron: “Hay un gran apego que sigue presente por esta alianza con Estados Unidos, pero esta relación no debe suponer que debamos seguir ciega y sistemáticamente la posición de Washington en todos los problemas” (3), resaltando que gran parte de los líderes europeos simpatizan cada vez más con la postura del presidente francés.
Alemania no entra en esa dinámica vehemente con la posición gala. Una nación germana muy poco animada a liderar una Europa en crisis, sobre todo tras la salida del escenario político de la excanciller teutona Angela Merkel. “Con Berlín en horas bajas todos miran hacia París. Macron ha mostrado –a lo menos en la narrativa mediática- una gran voluntad pro europea desde el principio de su mandato, convirtiendo a la Unión Europea en el centro de su política exterior. Macron sigue el planteamiento de muchos otros mandatarios franceses, expandir y consolidar el poder francés a través de la UE. Francia sabe que no puede ser un poder global por sí mismo, pero sí podría serlo bajo la organización supranacional del viejo continente” (4). El gobierno desea aprovechar esta coyuntura histórica y reflotar viejas ínfulas del otrora imperio galo.
Lo descrito, se da en un escenario de disputa permanente, entre aquellos que son socios, donde Washington, junto a Gran Bretaña y Australia impidieron un negocio multimillonario a Francia, que significaba la venta de doce submarinos convencionales al país oceánico por 70 mil millones de euros. Fracaso que dejó en manos de la industria militar de Washington y Londres, miembros del AUKUS (5) la entrega de tres submarinos de propulsión nuclear y con ello París quedó fuera del trato que reactivara su industria naval y de la idea de consolidar una alianza militar en el Pacífico. Una situación que pretende ser aprovechada por Emmanuel Macron en buscar caminos de acercamiento a China y Rusia, a pesar de todos los esfuerzos de Occidente por impedir dicho camino. Bien sabe Francia que el futuro se juega en el este y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, la Organización de Cooperación de Shanghái, las alianzas energéticas, que involucran a los grandes productores de hidrocarburos. Alemania lo intentó con la excanciller Ángela Merkel, pero el portazo estadounidense hizo tambalear la estantería alemana y la obligó incluso a frenar todo tipo de contratos energéticos con Rusia.
Las diferencias entre Francia y Alemania se han intensificado tras la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en el escenario ucraniano. Una zozobra que ha hecho exclamar que esa realidad impide a la UE que pueda actuar en beneficio de un conglomerado de países cuya soberanía en política exterior, cual patio trasero, está entregada a la voluntad de la Casa Blanca. Se ha señalado, como ejemplo de esas discrepancias y el deseo de ambas partes de ir por su propio camino, cuando Berlín “aprobó un paquete de ayudas de 200.000 millones de euros contra la subida de los precios del gas y la electricidad sin informar previamente a su socio francés, lo que se hubiese podido hacer, ya que una inyección de dinero de este tipo puede provocar distorsiones en el mercado. Además, en una reciente reunión de la OTAN, Alemania firmó un nuevo proyecto de defensa aérea conjunta, con una docena de otros países, pero sin Francia. Aunque la nación gala ya está trabajando con Italia en el escudo antimisiles Mamba» (6). Esta última escena alertó a las autoridades alemanas que han buscado diversas vías para profundizar un aislamiento de París e Italia en las esferas de la política militar de la UE, que es hablar de las decisiones de Estados Unidos y sus fieles cervatillos, que se toman en Bruselas después de ser avalados en Washington.
Tanto París como Berlín están crispados. «Ambas partes están molestas entre sí», ha señalado el analista Stefan Seidendorf, subdirector del Instituto Francoalemán de Luisburgo (DFI). «Alemania cree que puede encontrar un consenso más allá de Francia y multilateralmente con los países más pequeños. Y Francia lleva esperando desde 2017 que Alemania se comprometa a una mayor integración europea» (7), discusiones en plena guerra en el lado este de Europa, a tiro de misil de cualquier capital europea, con crisis energética, social en Francia, dificultades económicas que se acrecientan con la decisión de rebajar el gasto social para mantener el conflicto en Ucrania, todo sea para dar en el gusto a la política hegemónica llevada a cabo principalmente por Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, de la cual Francia trata de salir infructuosamente –no de la guerra sino del influjo de sus socios- e incluso entrar de lleno en la provisión de armas de su complejo militar industrial que pueda tener su cuota de mercado en la guerra impulsada por la OTAN y donde la triada Estados Unidos-Gran Bretaña y Alemania se están llevando la mejor tajada. Así se explica la entrega del sistema Mamba (8) a Ucrania en un proceso de alianza con Italia, que es otro de los países que ha ido quedando fuera del circuito de poder europeo dominado por Washington, Gran Bretaña y Alemania.
La Guerra en Europa oriental, que tiene hoy como escenario Ucrania, no comenzó en febrero del año 2022, como tampoco en el año 2014 y el Euromaidan que significó el golpe de estado contra Yanukovich por los grupos nazis y ultraderechistas afiliado a grupos pro otanistas y pro-europeístas. Una guerra de la OTAN usando como testaferro a Zelensky, con objetivos muy diversos pero confluyentes con relación a Rusia, China, Irán y todos aquellos países que se plantean un Nuevo Orden Internacional, donde lo multilateral sea el eje. Un conflicto que hunde sus raíces en el momento mismo de la caída de la ex Unión Soviética y la decisión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) impulsada por Washington, de cercar a la Rusia post soviética, impedirle desarrollar sus lazos con Occidente, frenarla, presionarla a través de la instalación de decenas de bases militares y la incorporación de ex países socialistas a la entidad supranacional militar otanista.
La decisión de Estados Unidos, junto a sus incondicionales europeos, de cambiar la estructura organizacional de la ONU no tiene el objetivo de democratizar este organismo internacional, sino de generar una dinámica de dominio occidental, incluyendo a la asiática Japón. Desde el 24 de febrero de 2022, la guerra de Ucrania domina el panorama estratégico mundial, pasando de una operación militar destinada a desnazificar y desmilitarizar un régimen que masacraba a la población del Donbás, a convertirse en un conflicto “ruso-europeo, debido al apoyo, especialmente militar, de muchos Estados miembros de la Unión a Ucrania, pero también transatlántico, debido a la movilización de la OTAN y Estados Unidos. El objetivo estratégico de Washington ha sido declarado públicamente por Lloyd Austin, secretario de Defensa estadounidense, quien afirmó que esta guerra tiene el objetivo de “garantizar que el ejército ruso se debilite” (9). En casi 500 días de conflicto, Washington ha proporcionado 100 mil millones de dólares en apoyo militar y económico a Ucrania. Europa, una cifra similar, recortando para ello sus programas sociales. El apoyo logístico, cibernético, inteligencia militar, uso de mercenarios que manejan las armas tecnológicamente más avanzadas, son la muestra de que Estados Unidos y los suyos, especialmente Gran Bretaña, Alemania y hasta una Francia que hubiese preferido llegar a acuerdos con Rusia, que no le han sido permitidos.
En palabras del analista Jean Michel Valantin, en un interesante artículo de su factura (10) afirma que el conflicto en Ucrania está exacerbando los conflictos entre los propios países europeos, “que tienen que contrarrestar la multiplicación de «frentes internos», a menudo violentos, como en la República Checa, Gran Bretaña o Francia, cuyas causas endógenas se ven exacerbadas por los efectos indirectos de la guerra en Ucrania y la ofensiva indirecta rusa. Esta última es tanto más eficaz, y difícil de percibir, cuanto que está mezclada con graves tensiones socioeconómicas que atraviesan dichas sociedades. Esto conduce a una cascada de fricciones políticas e institucionales, en un contexto generalizado de desaceleración económica”. La pugna en Europa está desatada y en un escenario de dificultades, los líderes de los países más desarrollados de esta Europa convertida en el patio trasero de Estados Unidos, buscan generar una imagen de políticos con algo de soberanía, capaces de plantar cara al padre putativo del otro lado del Atlántico, aunque ello sólo sea para ilustrar positivamente algún titular.
Por Pablo Jofré Leal
Artículo para Hispantv
Permitida su reproducción citando la fuente.
1.-Entre el Lippe y el Ruhr, donde se unen el macizo esquistoso renano y la llanura de Westfalia, la cuenca del Ruhr se despliega de este a oeste en una extensión de unos cien kilómetros de largo por cuarenta de ancho. Desde el punto de vista geológico, estos 4.000 km2 corresponden a la mayor cuenca hullera de Alemania e incluso de toda Europa. Entre Moers y Dortmund, bordeando este macizo herciniano, las ricas vetas de carbón se encuentran cerca de la superficie. El valle contiene grandes yacimientos de carbón graso y el distrito está atravesado por líneas ferroviarias y vías fluviales interiores, que comunican directamente, a través del Rin, con el océano Atlántico. Gran parte del hierro y el acero que se produce en Alemania, así como de la maquinaria y otros productos derivados del metal y de la industria textil y química, se producen en esta región del Ruhr.https://historiaybiografias.com/cuenca_ruhr/
2.-La Comunidad Económica Europea (CEE, por sus siglas) fue una unión económica, impulsada por un conjunto de países europeos, que precede a la vigente Unión Europea. Esta se creó en 1957, mediante la firma del Tratado de Roma, y desaparece en 1993, cuando se une a la Unión Europea bajo el nombre de Comunidad Europea. https://economipedia.com/definiciones/comunidad-economica-europea-cee.html
3.-https://www.hispantv.com/noticias/europa/563694/union-europea-seguir-politicas-eeuu
4.-https://thepoliticalroom.com/union-europea-sin-liderazgo/
5.-AUKUS. Pacto militar bautizado como AUKUS –del acrónimo en inglés de Australia, Reino Unido y Estados Unidos- destinado a compartir tecnología avanzada en materia militar y destinada a contener el imparable avance de la República Popular China en la zona Indo-Pacífico.
7.-Idem portal alemán www.dw.com. Artículo de Lisa Louis. 26 octubre 2022. “Tensión entre Berlín y París «hace que UE no pueda actuar».
8.-Italia y Francia suministrarán a Ucrania el sistema de defensa antiaérea SAMP/T MAMBA en la primavera de este 2023, que es el primer sistema antimisiles europeo de largo alcance y de concepto francoitaliano. Italia y Francia suministrarán a Ucrania el sistema de defensa aérea de largo alcance SAMP/T MAMBA que se une al radar Thales GM200 financiado por Francia con cargo al fondo de apoyo de 200 millones de euros.
9.-Ukraine war: US wants to see a weakened Russia», BBC, 25 de abril 2022.
10.-https://legrandcontinent.eu/es/2023/02/10/la-larga-estrategia-rusa-en-europa/