A la prensa chilena del status quo poco le importa y hasta le es molesto que gracias a la acción de Giorgio Jackson, Gabriel Boric y Camila Vallejo, miles de estudiantes chilenos pueden acceder hoy a la educación sin pago de por medio. Poco importan las cualidades del renunciado estratega político y su conocimiento o sus méritos. No se valora que tenga la hoja de vida de un hombre probo, cuando lo perseguido es la supuesta corrupción, y por eso en Chile triunfó una operación de asedio político amplificada por la violencia mediática para desprestigiarlo.
Aquí la clave era deshonrar al ministro, directamente calumniarlo, sin pruebas concretas, perseguirlo, destruir su imagen pública y la del gobierno, explotando desde la derecha y en alianza con los medios de comunicación del status quo, casos de corrupción que fueron condenados desde el gobierno central, pero que había que hacer ver a la opinión pública como obra de Jackson.
En Chile los ataques contra quien es considerado el “cerebro del Frente Amplio” se dieron desde los primeros meses en que el gobierno progresista llegó al poder. La cacería de Jackson, orquestada por la derecha junto a la mediática chilena artífice y encubridora del golpe de Estado más sus secuaces, fue violenta.
La violencia mediática tiene que ver con acciones de comunicación ejercidas deliberadamente por una fuente informativa que se vale de un medio de comunicación, sea este televisión, radio, medio impreso o internet, con el fin de amplificar su mensaje no para informar, interpretar u opinar sobre un hecho, sino para violentar con lenguaje interesado para causar daño y perjuicio a una tercera persona o a un colectivo. Y aunque el concepto «violencia mediática» se ha usado más para temas relativos a género, es mucho más profundo. Existe en la violencia mediática un animus diferente al de informar.
Para el secretario general del Partido Comunista (PC), Lautaro Carmona, lo ocurrido con el exministro Giorgio Jackson se trató de “una verdadera campaña, una verdadera operación política de la derecha que en forma sistemática, creciente y absolutamente arbitraria y discrecional, puso en el centro la gestión del ministro, pero a partir de materias que tienen que ver con otras carteras de Gobierno y otros ámbitos del Estado”.
De los hechos y antecedentes existentes, si uno contabiliza los escándalos de corrupción acaecidos en Chile, el menor porcentaje corresponde al núcleo del Frente Amplio Convergencia Social, Comunes y Revolución Democrática, el partido del renunciado ministro Giorgio Jackson.
Digamos con claridad que lo ocurrido en el Chile reciente fue la amplificación exacerbada de hechos puntuales, que claramente revisten gravedad, pero que no son ni la punta del iceberg de cómo ha funcionado la corrupción al interior del país por décadas para el saqueo de la tierra y los pueblos por grupos económicos, corporaciones nacionales y extranjeras gracias a la obra de sus capataces a nivel micro y macro.
No se trata de jugar al empate, pero si se compara con dato duro, los millones de dólares que han reportado licitaciones y concesiones dadas por partidos políticos de Chile en el pasado a sus “amos”, las privatizaciones de empresas claves de la economía del país por parte de los militares y la derecha, si se compara ello con los actos deshonestos realizados por cuadros poco disciplinados, faltos de ética y “mano larga” que merecen ser sancionados de acuerdo a la ley si así lo establece la justicia, la distancia es abismal.
«Pregúntese usted, si los medios en Chile están tan preocupados de la corrupción, ¿por qué no hablan de quién es SQM y las acciones que ejerce actualmente a diario incluso buscando tocar al actual gobierno para enlodarlo y perpetuarse en el control del litio? ¿Por qué el poder mediático chileno se ha dedicado a amplificar sistemáticamente las voces de una derecha extremista? ¿A qué se han dedicado durante el gobierno del Presidente Gabriel Boric tanto El Mercurio, como La Tercera, Megavisión o Canal 13? ¿Qué rol juegan ExAnte o El Libero?»
Para que exista corrupción debe existir un corruptor, pero poco se habla de él y el foco siempre está en el corrompido.
Pregúntese usted, si los medios en Chile están tan preocupados de la corrupción, ¿por qué no hablan de quién es SQM y las acciones que ejerce actualmente a diario incluso buscando tocar al actual gobierno para enlodarlo y perpetuarse en el control del litio? ¿Por qué el poder mediático chileno se ha dedicado a amplificar sistemáticamente las voces de una derecha extremista? ¿A qué se han dedicado durante el gobierno del Presidente Gabriel Boric tanto El Mercurio, como La Tercera, Megavisión o Canal 13? ¿Qué rol juegan ExAnte o El Libero?
Esta es la cueca empelota de los medios, señoras y señores, la concentración del poder mediático y económico en el país para el “laissez faire” que deja cancha abierta a las olas de mentiras no solo en redes sociales, sino en pantallas y rotativos que han pasado la cuenta a la democracia y a este gobierno una vez más, como se la pasaron al proceso constituyente original en base a desinformación de la población y violencia mediática de los medios de comunicación en manos de la oligarquía que ya planea su siguiente víctima ministerial y el cómo boicotear la agenda transformadora del país.
Como bien dijo la vicepresidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados, Carmen Hertz, en relación a la campaña que llevó a la renuncia de Giorgio Jackson, “se desató una campaña infame de odio, injurias y ensañamientos feroz”, y se preguntó: “¿Qué excusa inventará ahora la derecha para seguir bloqueando la reforma de las pensiones y el pacto fiscal?”.
La respuesta es que no lo sabemos. Pero si no la encuentra, la inventará.
Por Bruno Sommer
*Periodista y fundador El Ciudadano
*Texto escrito y publicado para El Cuaderno de Canal Red TV
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