A 14 km al noroeste de Farellones y a una profundidad de 108 km de profundidad fue el sismo de 4,5 grados de magnitud que se sintió este 16 de agosto, a las 21:42 (hora local), en gran parte de la Región Metropolitana.
Sin embargo, esta vez el sismo no coincidió con las alertas del Índice KP alterado. En otras palabras, la inestabilidad en el campo geomagnético de la Tierra.
El índice KP, deriva del alemán (Planetarische Kennzifer) que significa Índice Planetario, es el nombre que se le da al valor con que se mide la intensidad y cantidad de partículas provenientes de erupciones solares y eyecciones de la masa coronal y que afectan el campo magnético de la Tierra.
De acuerdo a los indicadores del NOAA, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, este 16 de agosto los indicadores KP eran menores a 2, cuyo guarismo no supone una tormenta solar.
A diferencia de lo que reportó la agencia científica el pasado 8 de noviembre. Ese día hubo un sismo de magnitud 5.3 y también afectó a la zona central de Chile (se localizó a 27 kilómetros al Suroeste de Santiago).
En aquella oportunidad el sismo coincidió con las alertas del Índice KP alterado (imagen de arriba). Esto es, el campo geomagnético se encontraba inestable entre KP 4, KP 5, cuyo indicador es catalogado como tormenta geomagnética.
Misteriosa conexión
Aunque la idea de que las tormentas solares puedan influir en la actividad sísmica en nuestro planeta ha sido objeto de debate durante décadas, investigaciones recientes han arrojado luz sobre esta misteriosa conexión. Se ha propuesto que las tormentas solares, que involucran la liberación de partículas altamente cargadas y radiación electromagnética, podrían perturbar la ionosfera de la Tierra, la capa superior de la atmósfera. Estas perturbaciones ionosféricas podrían afectar las comunicaciones y sistemas de navegación, y algunos científicos sugieren que también podrían desencadenar sismos en áreas propensas a la actividad tectónica.
Cabe recordar que la correlación del fenómeno ha sido documentada en diversas oportunidades por El Ciudadano y recientemente científicos chilenos lo han corroborado.
Sin embargo, la relación exacta entre las tormentas solares y los sismos terrestres sigue siendo un enigma. Aunque algunos estudios han encontrado correlaciones entre los picos de actividad solar y un aumento en la frecuencia de sismos, otros científicos argumentan que los resultados son inconsistentes y que se requiere más investigación para establecer una conexión definitiva. A medida que los avances tecnológicos permiten un monitoreo más preciso de ambos fenómenos, la comunidad científica espera desentrañar finalmente el misterio detrás de esta potencial relación entre el sol y la actividad sísmica en la Tierra, lo que podría tener implicaciones significativas para la predicción y mitigación de desastres naturales.