Con tan sólo 30 años, Damir Galaz-Mandakovic Fernández tiene a su haber una docena de publicaciones referidas a la historia social de Tocopilla, puerto salitrero tristemente célebre por acoger en medio a dos termoeléctricas que lo tienen desde hace décadas saturado de contaminación. “Migración y biopolítica” es su más reciente libro, donde indaga en dos escenas claves para la comuna en el siglo XX.
Damir Galaz-Mandakovic confiesa que su interés por investigar la historia de Tocopilla tuvo que ver con el querer entender ciertos procesos materiales de la ciudad, en especial procesos de expansión urbana y cimentación de arquitectura monumental en periodos de crisis.
“Me llamaba mucho la atención que gran parte del sector comercial de Tocopilla poseía muchos edificios Art Decó y que todos tenían su fecha de construcción entre 1930 y 1933, el periodo más caótico de Chile en términos económicos y sociopolíticos, con el impacto de la gran depresión mundial sacudiendo fuertemente al país. Sin embargo en Tocopilla se vivía un gran proceso de auge arquitectónico”, explica el historiador.
-¿Había un vacío en el estudio de la historia de Tocopilla y sus alrededores?
-Claro. Esta vocación tenía como referente el vacío en términos de conocimientos sobre la propia ciudad. Nunca en la escuela me enseñaron qué era Tocopilla, cómo habían sido sus procesos de crecimiento; sólo escuchaba historias orales de personajes, ciertas tragedias, recuerdos de ancianos, en fin. Desde niño vi que mis amigos tenían un desprecio por la ciudad en la cual vivían, claro, la respuesta a esos sentires lo remitía al desconocimiento y a frases macabras por parte de profesores que decían “Tocopilla no tiene historia”. Al querer indagar sobre mi ciudad me encontraba con la invisibilización de la ciudad en el plano regional y si encontraba textos, sentía que eran hechos sin mayor rigor, con prejuicios, sesgos políticos, omisiones, racismo…
-En la primera parte de “Migración y biopolítica” señalas la manera en que fue constituyéndose la ciudad luego que en 1879 pasara de territorio boliviano a chileno. ¿Cómo fue concretamente ese proceso?
-A contar del 22 de marzo de 1879, Tocopilla pasa a ser forzosamente una ciudad chilena. Desde entonces se inició un proceso conocido como “chilenización”; proceso que además de marcar una línea imaginaria (un nuevo mapa) marcaba otra línea centrada en el imaginario racial. Construyó al peruano y boliviano como enemigo eterno de Chile a través de una supuesta inferioridad basada en lo étnico, en lo indígena. Chile triunfante en la guerra, buscó diferenciarse y se proyectó como “país blanco”, en ello contribuyó el mito de “país blanquecino” consolidado por el discurso militar…
-¿Cómo se configura ese mito?
-Es un mito biológico, que surge de la “mezcla” supuesta del mapuche, conquistadores y encomenderos. Esa mezcla fruto de la guerra dio pie al espíritu de “raza” y la virtud militar chilena: unión, orden, disciplina; los elementos considerados como claves en la conformación de la nación. En pocas palabras, el blanquecino es el fin al indio puro, porque éste se extingue por el hambre, guerra, epidemia, y trabajo. En este proceso suman a la iglesia católica y ahí el mito se adorna con caracteres de revelación teológica, por ello adquiere legitimación. Una vez superada la guerra, el enemigo y las categorías racistas de superioridad/inferioridad, van operando entre inmigrantes europeos o asiáticos.
La relación entre peruanos, bolivianos y chilenos es conflictiva, en especial con la conformación de las Ligas Patrióticas, especie de milicias urbanas, pandillas, que acosaban a los peruanos y bolivianos. Cabe recordar que los nativos pasaron a ser extranjeros sin moverse de la ciudad.
La primera parte del último libro del tocopillano describe la llegada y la influencia de los distintos grupos migrantes que llegaron al puerto desde inicios del siglo XX. Ahí hay chinos, italianos, yugoslavos, ingleses, griegos, estadounidenses, y españoles, acogidos con distinta valoración por la comunidad local.
-En tu libro, señalas brevemente que hay distintas valoraciones del aporte de cada uno de los grupos que llegaron a Tocopilla. Incluso para el Estado la migración remite a los ciudadanos europeos menores de 50 años…
-El enfoque y el racismo de Estado estaba dirigido, claramente, hacia los grupos étnicos de Chile y a los peruanos y bolivianos. Para ello existían clausuras y criminalizaciones desde lo biológico, lo moral y lo social. Paralelamente, la llegada de italianos, croatas, españoles, griegos, norteamericanos e ingleses que tenían naturalizado su poder en el escenario salitrero, para ellos hubo muchísimas facilidades. Operaba, sin duda, el imaginario de la supuesta superioridad de Europa, la “cuna de la civilización”; el eurocentrismo con que operaba la política, la educación, el deporte, el arte, el ocio; la visión hacia Europa remitía directamente hacia una especie de paradigma social y referente cultural. La elite que siempre miró, ad-miró y que se disfrazó se europea, agradecía la inmigración blanca. Por otro lado, los chinos, en las primeras décadas del siglo XX, también sufrieron por los discursos raciológicos, discusiones sanitarias, acusaciones de competencia “desleal” en lo laboral, eran victimas de los llamados al “control” de la inmigración o causantes del “menoscabo de la raza chilena”.
-El aporte de los europeos es más valorado que el de los chinos, por ejemplo…
-Los europeos marcaron la diferencia con el hombre local desde las tecnologías caseras, hasta las formas de vestirse y comer. En fin, muchos elementos que marcaron una gran diferencia entre el nortino, marcado por su “morenidad”, y el europeo de gustos ostentosos, a su vez diferenciador fenotípico con el autóctono. Estos inmigrantes europeos se transformarían en el transcurso de su estancia en los empleadores. Transformándose en la elite local y regional, vinculada a la política, comercio y empresariado. Todo era legitimado en base a su origen y carácter “blanquecino”, en un racismo selectivo.
Por su parte los chinos, ante la hostilidad, se agruparon, se organizaron, buscaron poseer legitimidad social. Surgió el establecimiento de relaciones entre ellos y los chilenos, llamada en la cultura china como “guanxi”, y buscaron la construcción de una “cara” “mianzi”, para obtener un prestigio. Por ello fueron los que siempre andaban realizando donaciones, grandes fiestas, y fueron acumulando grandes riquezas gracias a sus negocios. Era una locura por el exitismo. Cada uno de estos grupos, chinos y europeos, se organizaron y reafirmaron su cultura y lograron insertarse a través de una simultaneidad cultural.
-¿Cómo subsiste actualmente la herencia cultural de estas colonias de inmigrantes, más allá del patrimonio material (muy poco puesto en valor, por cierto)?
-En el norte existen muchas familias que son descendientes de inmigrantes europeos, y para ellos es, sin duda, un “capital cultural”: tratan de replicar la vida de sus abuelos, y muchos grupos se vanaglorian de sus orígenes genealógicos en Europa. Esto lo hacen, evidentemente, marcando una supuesta diferencia entre lo local, lo nativo. Muchos de ellos ni conocen Europa, pero se sienten y se re-presentan como europeos, enrostrando muchas veces el apellido y las supuestas formas de pronunciación original. Ellos son los que disfrutan en la actualidad del resultado de las primeras generaciones que manifestaron altos niveles de acumulación financiera y bienes raíces. Eso les ha permitido seguir perteneciendo a cierta elite. Se evidencian en el norte procesos de etnogénesis, a veces, incluso de raciogénesis, que constantemente buscan marcar la diferencia y posicionarse como grupos que supuestamente dieron vida al norte, y que son de otra laya, de otra estipe cruzándose en algunos casos hasta la petulancia hasta el carácter sectario de ciertas “colonias” de descendientes.
-¿Qué diferencias y particularidades tiene el actual proceso de inmigración en nuestra zona, dominado, principalmente, por los colombianos? Hace poco generó revuelo una marcha anti-imnigrantes en Antofagasta (o de “regulación de la inmigración”, como se eufemizó)…
-Siento que este imaginario racial sigue totalmente vigente desde el siglo XIX. Chile y su norte se sigue presentando como país blanco, y lo que no encaja en esos fenotipos, es discriminado. Una vez superada la Guerra del Pacifico, el enemigo y las categorías racistas de superioridad/inferioridad, van operando entre inmigrantes europeos o asiáticos. En la actualidad, se adiciona al inmigrante latino en esta discusión. El colombiano es la víctima agregada a estos “enemigos” de la raza, influye en ello el fenotipo: la apariencia de color. Elemento que marca a un otro, a un ajeno, a un distinto, por ello está afuera de lo que se considera parte del mito de origen de lo que supuestamente es Chile. Y todo lo que atenta a lo fundacional, es considerado “peligroso”.
Desde una perspectiva histórica, el chino es reemplazado por el colombiano y siguen operando las mismas criminalizaciones, los esencialismos sociales centrados en moralidades, discursos nacionalistas, supuestos problemas sanitarios, la culpabilización por el supuesto menoscabo laboral hacia la gente local. El colombiano sigue siendo minoría cuantitativa, pero acusada su visibilización y mediatización del fenómeno, son los más discriminados y criminalizados por la prensa y los políticos.
-De tu libro se desprende que la elite en Tocopilla ha sido históricamente no local o derechamente extranjera. ¿Cómo es la composición de la elite tocopillana actual, si es que la hubiere?
-Podemos hablar de dos tipos de elite. La primera está vinculada justamente con familias descendientes de europeos y también asiáticos, herederos de vastos terrenos, almacenes, bienes raíces, y cierto “prestigio” de familia, resultante de una connotación social sustentada en la antigüedad familiar.
Por otra parte, tenemos en la actualidad un gran número de personas que están vinculadas con la macro minería; ellos son visiblemente ostentosos desde el punto de vista de la materialidad, son el nuevo rico en el norte.
No obstante siento que cuando hablamos de elite en la actualidad, se deconstruye el concepto tradicional de pobreza y también de riqueza. La pobreza antes era medida en base a los bienes materiales, hoy por hoy lo bienes materialies son accesibles, por la facilitación del consumo, derivando en una deuda que supera a los ingresos per cápita de cada familia. Muchos de los actuales “nuevos ricos” de Tocopilla, lo primero que hacen es desarrollar un proceso de acceso a lo material: automóviles, casas, ropa, no obstante, su nivel de deuda hace preguntarnos qué grado de tranquilidad y calidad de vida, incluso hasta de alimentación o calidad de sueño, poseen. Sin duda que operan con el antiguo concepto de pobreza, aquel referido a “lo material”. Por ello intentan superar la precariedad, muchas veces, dadas desde el origen.
Hoy podríamos hablar de grupos materialmente ricos, pero que a la vez son integrantes o parte de una nueva pobreza, aquella sustentada o cualificada desde la calidad de vida, en los niveles de deudas, salud mental. Adicionando también los niveles de escolaridad, que usualmente en el nuevo rico son bajos.
CONTROL TOTAL
La segunda parte del libro del investigador tocopillano aborda la reacción del Estado luego que la crisis de 1929 llegara a Chile, azotando con crudeza un año después a una zona que giraba en torno al salitre y la minería. En esta parte, pone énfasis en las consecuencias sanitarias que generó en la ciudad la llegada de miles de cesantes y prostitutas venidos de los campamentos mineros cerrados, la escasez de servicios higiénicos, entre otros elementos, y cómo los dispositivos de poder aplicados en la población intentaron estatizar lo biológico a través del control de las corporalidades.
Así, se restringió la circulación, se controlaron los precios, la vivienda el agua y los alimentos, se proscribió la prostitución, y se higienizó a los cesantes. Durante 1930 a 1932 el Estado intentó modelar la vida, “violentando a unos para favorecer a otros”, lo que tendría su sistematización más evidente con la llegada del Frente Popular hacia fines de esa década y su visión de progreso y modernización.
-En relación a la segunda parte del libro, ¿Cómo se manifiesta hoy la violencia del biopoder, estas alianzas de la institucionalidad para resguardar la normalidad? Lo pregunto porque algo parece haber ocurrido en algún momento en Tocopilla, que de prácticas de control social y disciplinamiento intensivas, se llega a un abandono tal en el que desaparecen hasta los médicos, esos “héroes”, como tú los llamas. Da la impresión que se encausó de manera tan efectiva los desbordes que no se imaginó que la deteriorada calidad de vida del tocopillano (contaminación, enfermedades, zona de empobrecimiento y decrecimiento poblacional progresivo…) algún día iba a generar estallidos sociales como el acontecido en agosto…
-Sin duda que después de la crisis del ‘30, el Estado se amplifica en muchas áreas de la economía, sociedad, moralidad, educación, etc. Pero una vez que el Estado es prácticamente violado por el mercado, por las lógicas neoliberales y la privatización de gran parte de los espacios públicos, el Estado se simplifica, y/o se torna pasivo tanto en la economía regional, salud, ambiente, educación. Esa pasividad y abandono de deberes y atenciones, puede ser leída como una violencia paraestatal, un Estado que legitima, que se torna violento desde lo simbólico, desde la representación.
Influye, sin duda, el cambio del modelo económico instaurado por la dictadura. Se reparten, entre Estado y mercado las áreas de dominio. El Estado siempre opera en lo moral, para el control social y así facilitar el poder del mercado. Mercado que condenó a Tocopilla al aislamiento…
-A propósito, ¿cómo viviste las movilizaciones sociales de agosto pasado? ¿Qué análisis hace de ellas?
-Fue básicamente la reacción a una situación de precariedad y despojo. Un hecho inédito a nivel local, con un alto nivel de contenido simbólico. No obstante, siento que no se solucionan los temas referidos a la crisis estructural de la economía tocopillana: fue una protesta operativa, no estratégica. Son tres las problemáticas básicas: un tema de aislamiento y pobreza, resultado de un escenario de macroeconomía, el segundo con las problemáticas ambientales y un tercero que no ha sabido resolver el segundo, en cuanto a cómo se requiere una gestión que posibilite equipamientos y capital humano para mitigar el impacto ambiental. Problemas que están asociados entre ellos en una fatal espiral.
Se apuntó sólo al tercer tipo de problema. La demanda principal e inmediatas era la llegada de especialistas médicos. Por otra parte, llama la atención la naturalización o la normalidad a que la gente se enferme. Sólo es preocupante, para muchos, que los enfermos sean asistidos. Pero, ¿los orígenes de las enfermedades? ¿Del cáncer masificado? No nos preocupamos mucho de las causas basales del deterioro de la salud.
Sin embargo, se vislumbra un proceso que aún no termina, esperamos que se instale en el debate la integración de Tocopilla en el concierto regional, superando esas “concentraciones territoriales”, consistente en la acumulación de inversiones en una sola localización, generándose grandes polos de desarrollo desequilibrantes (obviamente con un Estado testigo, pasivo y legitimador). Tocopilla, al estar al centro de tres grandes polos –Antofagasta, Calama e Iquique– sufre con la tendencia, persistente y generalizada, de la aglomeración de actividades productivas y de la población ligada a ella en los polos de desarrollo mencionados. Lo cual ha dado origen a la conformación de estructuras desequilibradas en lo que respecta a la distribución espacial de las fuerzas productivas y al desarrollo diferenciado en distintas partes del espacio regional. Tocopilla es el bolsón de pobreza y una ciudad clausurada en ese contexto de desarrollo comercial en un capitalismo mercantilista.
La asamblea comunal, en conjunto con el municipio y parlamentarios, debe proponer un desarrollo inducido tal como se ha proyectado desde la década del noventa para Arica (por ejemplo: Ley Arica I, II, DFL 889…) o bien trabajar un relato de estetización de la naturaleza local y de ruinas industriales en aras de una patrimonialización que puede otorgar pingues dividendos en base a ciertos circuitos turísticos apoyados en el relato histórico.
Lo interesante es el rol que tuvo la protesta y el bloqueo de caminos en cuanto a forma de visibilización comunicacional. Expresó además una inversión simbólica del orden y la estructura regional. Si bien Tocopilla está en lo último de la escala regional, en cuanto a relevancia económica, un bloqueo de caminos plantea una disolución del orden y el reposicionamiento de la ciudad en el radio regional, hablando desde una territorialización alterada. Una relevancia obtenida desde la inversión simbólica subjetiva, desde la ocupación del espacio público dentro de una dimensión espacial de la acción colectiva con la capacidad de llamar la atención desde una soberanía ciudadana y popular.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano
PUBLICACIONES DEL AUTOR
TOCOPILLA: ENTRE LA MISERIA Y EL APOGEO, 1930-32 El impacto local de la Gran Depresión de EE.UU. (2008) Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 245 Págs.
TOCOPILLANOS DEL AYER Reconocimientos, una persecución y un olvido. (2009) Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 130 Págs.
TOCOPILLANOS DEL AYER II Personalidades y sucesos locales. (2009)Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 198 Págs.
UNA ESCUELA CENTENARIA EN TOCOPILLA Ex Escuela Superior de Niñas Nº2, Ex Escuela E Nº3, Escuela Pablo Neruda de Tocopilla. (2010)Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 250 Págs.
REIVINDICACIÓN DEL PATRIMONIO TANGIBLE DE TOCOPILLA (2011)Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 400 Págs.
EDIFICIOS COLECTIVOS DE C.S.O.O. DE TOCOPILLA, 1939-41 Movimiento Moderno, solución social. (2012) Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 130. Págs.
MIGRACIÓN & BIOPOLÍTICA Dos escenas del siglo XX tocopillano (2013) Ediciones Retruécanos, Tocopilla. 197 págs.