Por Carlos Barraza, Historiador del Fútbol
Si hay una cancha inexpugnable para la selección chilena a lo largo de su historia es el Estadio Centenario. Naturalmente descartando la alarmante y absoluta hegemonía de Brasil en sus dominios, Uruguay asoma como un muro colosal difícil de sortear, principalmente para un Chile que jamás ha conocido, al menos a nivel de selecciones, de triunfos en el histórico recinto que albergó la primera final de un campeonato mundial. Hoy tristemente no fue la excepción y mostrando una clara diferencia en verticalidad y despliegue futbolístico, Uruguay una vez más triunfó, firmando un categórico, pero en lo absoluto sorprendente 3-1.
Desde que se han enfrentado por clasificatorias, el peso de la garra charrúa ha sido demoledor para las aspiraciones de “La Roja” de llevarse el triunfo desde el Estadio Centenario. El primer enfrentamiento data de las eliminatorias rumbo a México 1970, la selección chilena llegaba con posibilidades de clasificar a la cita en tierras aztecas, pero debía vencer a la temible selección charrúa de Espárrago, Forlán, Cubilla y compañía, el poderío celeste pudo mucho más que el empeño de los chilenos y vencieron por 2-0, sentenciando así su pasaje al mundial en el que remataron en la cuarta ubicación.
El siguiente duelo eliminatorio fue, nuevamente, en una clasificatoria rumbo a un mundial celebrado en México pero en 1986, ésta vez Chile arañó la hazaña y logró ponerse a tiro de cañón para clasificar manteniendo en jaque a los locales y aguantando el 1-1, la igualdad clasificaba a la selección chilena por diferencia de gol, Uruguay rompió la paridad y sobre el final Chile tuvo un tiro libre cerca del área, al frente se puso Jorge Aravena, eximio ejecutante de balones detenidos, la instrucción de Rodríguez a su defensa sembró el pánico en sus compañeros: “Si la pelota pasa la barrera, es gol”, cuando “Mortero” pateó el balón, el uruguayo Venancio Ramos lanzó un limón que impactó y desvió el disparo. Viveza o deslealtad, quizás el mérito lo tuvo el futbolista charrúa y su gran puntería pero lo cierto es que el 2-1 clasificó a los charrúas y condenó a Chile al repechaje, en donde tras dejar en el camino a Perú, fue eliminado categóricamente por Paraguay.
Los últimos duelos en el Estadio Centenario han sido una derrota tras otra, 1-0 rumbo a Francia 1998, 2-1 camino a Corea-Japón 2002, 2-1 en la clasificatoria a Alemania 2006, 4-0 en la de Brasil 2014, 3-0 rumbo a Rusia 2018 y, la más reciente, 2-1 en la fallida expedición rumbo a Qatar 2022. Tan sólo una igualdad se ha logrado rescatar desde el mítico anfiteatro, fue en un trepidante 2-2 en el proceso comandando por Marcelo Bielsa y que culminó con Chile arribando a Sudáfrica 2010, el gol de Luis Suárez fue contestado por el histórico artillero Marcelo Salas, quien puso el 2-1 que esperanzaba a todo un país con una inédita victoria, sin embargo el postrero gol de Sebastián Abreu y la heroica resistencia de la última línea defensiva chilena, logró cosechar un positivo empate que a la postre sería clave en la inolvidable campaña eliminatoria de la selección chilena.
Desgraciadamente la evidencia salta a la vista a la luz de los resultados, sólo una igualdad en más de 50 años de enfrentamientos eliminatorios, en donde han pasado múltiples generaciones que si bien es cierto han podido vivenciar a nivel de clubes triunfos sobre equipos como Nacional de Montevideo y Peñarol, aun así no estuvieron ni cerca de llevarse el triunfo desde la capital uruguaya, con escandalosas goleadas incluidas e incluso más de algún acto de indisciplina que matiza de forma aún más patética una abrumadora estadística que difícilmente acompaña las aspiraciones de los seleccionados que hoy saltarán a la cancha del Estadio Centenario.
Históricamente y a modo casi de autocompasión se ha acusado a los uruguayos de ser, casi, los creadores de las peores artimañas del fútbol, siendo pioneros del denominado “fútbol de pasillo” y al mismo tiempo desplegando estas “oscuras artes” en el campo de juego, valiéndose de agresiones solapadas, insultos y provocaciones de las que han logrado sacar ventajas en múltiples ocasiones. En parte esto es cierto pero pareciera que sólo a la selección chilena le afecta mayormente ya que si nos detenemos a revisar el historial de enfrentamientos con otras selecciones, representativos como Perú o Venezuela han logrado llevarse el triunfo desde Montevideo, incluso la “Vinotinto” logró arrancar un histórico 3-0 a la selección uruguaya en el camino clasificatorio rumbo a Alemania 2006, en el mismo proceso el cuadro del Rímac venció por 3-1, ambos seleccionados terminarían en los últimos lugares de la tabla general, mientras que Chile se había puesto en ventaja con gol de Rodrigo Meléndez, pero las dianas de Javier Chevantón y Adrián Romero (con complicidad de Nelson Tapia), dejaron las cosas en orden una vez más, Chile caía por enésima vez y un partido que se tornaba esperanzador nuevamente terminaba en pesadilla, y, para colmo, de forma agónica.
El peso de la historia fue desafiado una vez más por Chile, pero poco hizo para hallar una ballena blanca esquiva desde hace eones, como desde hace cinco generaciones, la épica de un triunfo que no ha saboreado Chile desde que se disputan torneos clasificatorios, la de hoy fue una nueva cita con un murallón que no ha sido cruzado en décadas, que sigue siendo inexpugnable para cracks y héroes olvidados, en donde desde goleadas desastrosas hasta caídas agónicas, el peso de la camiseta charrúa ha sido más poderosa que el fútbol y el despliegue de la selección chilena. Hoy se concretó una nueva derrota, estuvo lejos de ser la vergüenza acaecida rumbo a Brasil 2014 ni dejó esa sensación de injusticia del 2-1 en el proceso clasificatorio rumbo a Qatar 2022, simplemente fue un 3-1 insulso que escribe una olvidable página de una bitácora futbolística de más de cien años, una vez más, Chile no pudo con Uruguay.