Por Ziley Mora Penrose
“Dentro de la patria de Arauco –el viejo Chile- hubo una larga estirpe de hombres despiertos. Tenían como lema “¡Trepelai mi duam! “Mantén despierta tu mente”. Esta era la religión, por eso estar con el Inche -el Yo- equivale a ir a la iglesia. El que se vigila a sí mismo todas las horas del día no necesita ninguna religión”.
[Palabras de Ceferina Huaiquifil Colipi sabia (kimche) mujer mapuche, oriunda de Quelhue, Pucón, en entrevista de campo que yo –Ziley Mora- le hiciera en su casa en diciembre de 1985]
A propósito de patria, una posibilidad de traducción del vocablo “Chile”, en el mapudungun, el idioma arcaico del país, podría ser “las marcas o letras del principio”(del origen humano), en el caso que esta voz fuera la contracción o apócope de la raíz chill (“marca”, “señal”, “letra”) fundida con la palabra litueche o letueche (“gente del principio”), dado que antes se decía que en el valle de Chile vivieron los litueche (“los hombres el principio, los únicos que se salvaron del cataclismo del diluvio” ¿el que hundió a la Atlántida…?) El nombre todavía lo conserva una localidad del centro de Chile (Letueche).
Aquí, en esta foto, tomada en la cordillera chilena (Alto Bío-Bío) ese mismo año de mi encuentro con Ceferina, se practicaba todavía algo de la antigua religión de los hombres del principio: los varones giran concéntricamente hacia la derecha y las mujeres –el motor de la magia- hacia la izquierda. El resultado es la generación de un campo de energía en espiral hacia el Cosmos que despierta al Yo y con ello, cualquier cosa se comprende o se consigue…
¡Viva el Chile mestizo- ancestral!, ¡Viva su vieja religión se hombres despiertos!
Ziley Mora Penrose
Director Académico de «Escribir para sanar»
Filósofo egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile