Las voces de la sociedad no encuentran una participación democrática en las noticias de las televisoras ni de medios de comunicación.
Son finalmente otros criterios lo que rigen que debe ser noticia y no.
Y generalmente cuando el pueblo es noticia es por una tragedia, no así sus proezas y sueños de sociedad.
Ante una sociedad de intereses que es profundamente antidemocrática como lo es Chile, heredera de una de las peores dictaduras de todo Latinoamérica en la historia reciente, nace como respuesta el ejercicio de la comunicación política en favor del colectivo sobre el individuo, donde son los ciudadanos en plural quienes deciden, el demos, el pueblo reunido poniéndose de acuerdo para su destino.
Lo harán mediante las artes, el teatro, la música para trascender la democracia representativa, hacia una democracia más directa y participativa, donde todos tenemos algo que decir y aportar, donde la persona finalmente electa por el voto democrático ciudadano, sea concejal, alcalde, diputado o Presidente tiene un mandato que ejercer, una tarea que cumplir que el pueblo le ha encomendado.
Sin participación ciudadana efectiva no habrá institucionalidad duradera.
Una democracia recortada como la chilena que fue la última de Latinoamérica en permitir que las regiones del país elijan a sus gobernadores regionales que aún no tiene un mecanismo claro e informado para la iniciativa ciudadana de Ley muestra nuestro retraso en cuanto a estándares democráticos.
El ungido por la democracia y la calidad de su propuesta, más que un representante debe ser un delegado del mandato de la ciudadanía decidora.
Es el pueblo quien pone, es el pueblo quien saca y así es en democracia y así siempre debe ser, sin ser el derecho a protesta legítima desarticulado por los aparatos de inteligencia del Estado ni menos reprimido con violaciones a los derechos humanos de los manifestantes.
Entender el origen de la protesta social es menos complejo de lo que parece, y es ahí cuando tempranamente deben darse los caminos para el diálogo y la resolución de los conflictos en base a la historia, hechos, razón, verdad y justicia con un plan de acción concreto para reparar el malestar latente.
La inteligencia colectiva abre espacio a que muchas personas pueden tener mayor razón que una sola, la problemática de que la minoría dominante no entienda la importancia de la inteligencia colectiva es un trauma para la democracia.
El Ciudadano