Por Jordi Oriola Folch
El movimiento por la independencia de Catalunya ha celebrado el 6º aniversario del referéndum de autodeterminación del 1 de octubre de 2017 con múltiples actividades.
Cataluña había ofrecido consensuar un referéndum con el Estado español muchas veces, pero ante su reiterada negativa, decidió auto organizar el referendo y, como ha dejado por escrito el Comité de Derechos Humanos de la ONU, un 90% votó a favor de la independencia.
Cataluña hace tres siglos que no encuentra encaje dentro del Estado español. La integración de Cataluña, en 1714, en la España actual regida desde Madrid, fue por la fuerza. Tras un asedio de 14 meses, cayó Barcelona. Cataluña perdió su soberanía, sus instituciones y la lengua catalana fue prohibida.
En 1842, el General Espartero bombardeó Barcelona para sofocar una rebelión y afirmó: «Para que España vaya bien, es necesario bombardear Barcelona cada 50». Y Barcelona ha sido bombardeada o sometida por la fuerza más o menos cada 50 años (1842, 1899, 1923, 1936-39 en la Guerra Civil española y 2017 en el ataque policial contra el referendo).
En la actualidad, Cataluña no está sometida por un régimen autoritario (como con los Borbones desde 1714 y el General Franco hasta 1975) porque España se convirtió en un estado «democrático», de la noche a la mañana, sin que el fascismo fuera derrotado.
Pero el expolio de Catalunya sigue. Es la zona europea con mayor déficit fiscal (21.982 millones de euros anuales, 9,6% PIB). Para realizar una comparativa, Alemania, con 84 millones de habitantes, es el país que más aporta a la UE: 25.000 millones de euros anuales. Cataluña, con 8 millones de habitantes, paga 21.982 millones de euros netos anuales a España.
Cataluña es un territorio muy dinámico económicamente, pero también atrae mucha immigración (un 20%) y eso genera muchas necesidades sociales que requieren de recursos para satisfacerlas. Es un auténtico régimen de colonización económica. La obsesión política de Madrid es tener a Catalunya sometida pues, en realidad, España no tiene un proyecto propio, sino que su única razón de ser es evitar la independencia de Cataluña y del País Vasco.
En 2006 Cataluña aprobó un Estatuto de autonomía buscando un encaje en España con un mínimo reconocimiento como nación. El texto fue aprobado en el Parlamento Catalán y después bastante modificado en el Congreso español, pero aún así fue aprobado por los catalanes en referéndum.
Después, de forma antidemocrática, en el 2010, el Tribunal Constitucional modificó aún más el texto en aspectos fundamentales. Esto supuso la pérdida total de esperanza en un posible encaje mínimamente digno.
Desde entonces, el movimiento por la independencia congrega manifestaciones multitudinarias año tras año y en 2017 organizó unilateralmente un referendo de autodeterminación. El gobierno español envió a 10.000 policías a Catalunya para tratar de impedir el referendo. Pese a la violencia policial, que fue vista en las televisiones de todo el mundo, votaron 2.286.217 personas con un 90% a favor de la independencia.
A partir de ese momento, la represión española ha encarcelado a activistas sociales y políticos, ha intentado extraditar a políticos que están exiliados en Bélgica y ha reprimido a 4.400 activistas. Y luego de encarcelar a 9 personas durante 4 años, el 22 de junio de 2021 el Estado español los indultó. Lo hizo porque sabía que el 23 de junio el Consejo de Europa haría público un informe que criticaba que España tuviera presos políticos. Pero como los había liberado el día anterior, quedaba como si todo estuviera arreglado…
Ahora que están a punto de salir las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE, que se prevén durísimas contra España, el Presidente en funciones, Pedro Sánchez del PSOE, quiere ofrecer una amnistía general (para los independentistas pero también para policías y jueces) a cambio de que los partidos independentistas le voten y le permitan gobernar el país.
Aunque España no quiere anular las condenas vengativas contra los catalanes, se da cuenta de que le conviene eliminar la persecución judicial ilegal contra el movimiento independentista para intentar limpiar su imagen. Pero los catalanes no han hecho toda esa lucha para ser perdonados por España y un 75% de los catalanes quiere solucionar el conflicto con un referéndum.
Europa debería perder miedos de vuelo gallináceo: «Es que otras zonas de Europa podrían pedir también la independencia…» (igualmente con la propuesta de oficialidad de la lengua catalana en la UE, ‘es que otras lenguas también lo podrían pedir…’).
Deben valorar que otros pueblos no han reivindicado convertirse en independientes tan largamente ni tan multitudinariamente (ni otros pueblos tienen una lengua hablada por 10 millones de personas que quiera ser oficial en la UE).
Cada nación hace su propio camino y Cataluña definitivamente no quiere estar bajo el gobierno de Madrid porque tenemos modelos sociales y políticos diametralmente opuestos.
Texto y fotos: Jordi Oriola Folch
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