¿Quién manda en Chile?

Y es que la filosofía del modelo económico, impulsado en los ochenta por los discípulos de la Escuela de Chicago, se mantiene inalterable. Pueden cambiar los rostros, incluso los relatos; pero los dictámenes del Consenso de Washington no se transgreden.

¿Quién manda en Chile?

Autor: Wari

Por Luis Mesina – Secretario General Confederación Bancaria – Septiembre 2023


Mario Marcel se convirtió en un ícono del oficialismo cuando Gabriel Boric lo invistió como ministro de Hacienda. Los más felices con esa designación fueron los grandes empresarios y la derecha: sintieron una potente señal de que la política económica tendría continuidad y que los rimbombantes anuncios de cambios estructurales efectuados durante la campaña presidencial no fueron más que bravatas.

La mayor parte de los dirigentes estudiantiles, luego convertidos en ministros, subsecretarios, y otros en diputados y diputadas, hubieron de resignarse tras conocer el anuncio.

El discurso levantado en las universidades y poblaciones había que morigerarlo, incluso abandonarlo definitivamente. No cuadraba con los postulados que el flamante ex presidente del Banco Central profesaba y que ahora venía a aplicar sin contemplaciones, cuidando, como han hecho sus antecesores, no el bienestar de la población, sino el equilibrio fiscal, la iniciativa privada, la inflación, el gasto público, etc.

Es decir, al igual que Eyzaguirre, Velasco y Rodrigo Valdés, fieles apóstoles del neoliberalismo, su rol sería mantener inalterables los pilares del modelo; pero, haciendo como que cambian las cosas… sin modificar lo sustantivo.

El ministro Marcel es el ministro más viajado del actual gobierno. Diez veces en dos años. Más que el canciller, lo que no es poco. Cuatro de estos viajes han sido al “Chile Day”, instancia donde conversan y acuerdan con los fondos de inversión, bancos, inversionistas locales y extranjeros, determinadas políticas económicas y financieras.

Esto de discutir políticas públicas fuera de Chile, por fuera del Congreso, es propio de nuestro país. Lo hacen en el exterior para no tener que rendir cuentas de los contenidos y acuerdos que alcanzan.

Es una nueva forma de “democracia”, de “saltarse los torniquetes”, de eludir la fiscalización. Infaltable ha sido la presencia de las AFP en estas instancias y de sus dueños, las compañías de seguros, las que sin duda asisten para comprometer a Hacienda en asuntos esenciales para sus intereses.

En una de las visitas a los EEUU, en abril de este año, luego de reunirse con representantes del FMI y del Banco Mundial y, por supuesto, con grandes inversionistas, entre las que se hallaban las AFP, señaló: “…el gobierno no está enamorado de su proyecto de pensiones”.

Clara señal de que la propuesta original que Gabriel Boric dio a conocer al país el 7 de noviembre, referida a un Seguro Social con “cuentas nocionales”, le era incómoda, no le gusta a la derecha y no está en la línea de fortalecer el mercado de capitales, cuestión que la oposición reclama con insistencia.

A partir de esa fecha la propuesta del gobierno comenzó su caída, fue el propio “jefe” quien la torpedeó. Las AFP comenzaron a respirar tranquilas al punto de que la ofensiva que han desarrollado después de esas declaraciones ha sido presionar para que no solo se mantenga el sistema, sino para que aumente la transferencia de los salarios al mercado de capitales.

Y es que la filosofía del modelo económico, impulsado en los ochenta por los discípulos de la Escuela de Chicago, se mantiene inalterable. Pueden cambiar los rostros, incluso los relatos; pero los dictámenes del Consenso de Washington no se transgreden. Así, el respeto que se han ganado todos los ministros de Hacienda y que le ha valido a Chile ser considerado por el imperio como el “alumno más obediente”, se mantiene inalterable.

Esta concepción de resguardar la billetera fiscal para no alterar la política monetaria, sacrificando a miles de trabajadores, se repite sin compasión. Y tiene sus víctimas, los de abajo, esos que no pueden concurrir a Londres al Chile Day y que además no cuentan con representantes genuinos y luchadores en las otras áreas de las instituciones del Estado.

Los pensionados que siguen esperando mejoras son las primeras víctimas. Se suma la decisión del Gobierno esta semana de poner fin a la prestación de servicios de más de 6.300 trabajadores y trabajadoras de la Salud; es la muestra más evidente de la insensibilidad con la que se aplica la política económica, que en lo absoluta dista de la que se aplicó en los últimos 40 años.

A esos hombres y mujeres de la Salud, que durante la pandemia se les consideró héroes y heroínas, hoy el jefe de la billetera les llama a la austeridad y con ello santifica el despido. ¡Ah!, pero no vaya a ser una demanda privada, como, por ejemplo, las isapres: ahí corren todas las autoridades a buscar arreglos, aunque ello implique desconocer o birlar un fallo que les obliga a restituir dineros mal habidos.

Es el mundo real, es el mundo de la injusticia, donde lo público cede a lo privado y donde los ministros de Estado, lejos de jugar un rol de promoción de los derechos sociales, se la juegan por defender y cautelar los derechos de los privados.

Es este mundo de injusticia el que hay que cambiar.

Por Luis Mesina – Secretario General Confederación Bancaria – Septiembre 2023

Columna publicada originalmente el 5 de octubre de 2023 por Politika.

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